Capitulo 13 | Mojado

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Sarah



Me dirigí a la puerta, ajustándome la toalla al rededor de mi cuerpo mientras caminaba descalza por el pasillo. Mi mente iba a mil por hora, imaginando posibles escenarios.

¿No podía ser Noah? Aún no era hora, ¿Algún vecino? ¿Chris olvidó algo?

Sujetando con firmeza la toalla que apenas cubría mi cuerpo me dirigí a la puerta.

Mi cabello estaba envuelto en otra toalla, y algunas gotas de agua caían sobre mi piel húmeda, resbalando por mi cuello y clavículas. Sentí un pequeño escalofrío por la brisa del pasillo, pero al ver quién estaba ahí mi cuerpo entero pareció entrar en calor.

Noah estaba de pie, con una mano en el bolsillo de su pantalón negro ajustado y la otra sosteniendo un ramo de flores. Llevaba una camisa blanca ligeramente ceñida, con las mangas arremangadas, dejando ver sus antebrazos tatuados. La chaqueta oscura que traía abierta añadía un toque casual y despreocupado, pero su expresión era cualquier cosa menos relajada. Sus ojos estaban fijos en mi cuerpo con una intensidad que hizo que sujetara la toalla con más fuerza.

Decidí quitarme la toalla de la cabeza para dejar caer mi cabello húmedo sobre mis hombros, Una gotas más cayeron por mi frente y mis mejillas, y me pasé la mano por el cabello intentando alisarlo.

Sus ojos estaban completamente fijos en mi, recorriendo mi figura desde mis hombros hasta la punta de mis pies descalzos. Por un momento, parecía que el ramo podría caerse de sus manos.

— ¿Noah? ¿Piensas quedarte ahí parada todo el día... ? — dije sonriendo, pero sintiendo como su mirada me atravesaba.

Ella parpadeó como si regresara de un trance, y movió la cabeza ligeramente.

— Pasa.— le dije abriendo la puerta.

Noah cruzó el umbral en silencio pero su mirada seguía en mi, podía sentir su presencia detrás.

— ¿Son para mí? — Pregunté, señalando las flores en sus manos, buscando aligerar el ambiente.

Noah levantó el ramo mecánicamente, como si apenas recordara que lo tenía.

— Sí... son para ti— respondió, su voz más baja y ronca de lo habitual.

Sonreí, encantada, y tome el ramo con cuidado, sin poder evitar que mis dedos rozaran los suyos al hacerlo.

— ¡Son preciosas! Gracias— Dije, sintiendo un calor en mis mejillas que no podía controlar.

Corrí hacia la cocina para buscar un jarrón. Al volver, Noah estaba de pie, observándome de una manera que hizo que el aire a mi alrededor se sintiera más denso. Me ayudó a colocar las flores, y mientras las sujetábamos, nuestras manos se tocaron nuevamente, y un ligero escalofrío recorrió mi espalda.

Me di la vuelta para colocar el jarrón sobre la mesa de la sala, buscando el lugar perfecto. Mientras lo hacía, sentí algo que me detuvo en seco: las manos de Noah se posaron en mi cintura.

El calor de sus dedos atravesó la tela de la toalla como que si no existiera. Era un toque firme, pero cargado de cuidado. Me quedé inmóvil, sintiendo como mi respiración  se volvía más rápida.

El Flechazo y La Secuela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora