Sarah
Cuando me desperté me tome un par de minutos para organizar mi mente. Los últimos días habían sido muy intensos, llenos de pensamientos de Noah que no podía sacar de mi cabeza, esto parecía ser algún tipo de encantamiento mágico. Me vestí con cuidado antes de salir queriendo estar cómoda. Elegí una falda corta de un color oscuro, que se ajustaba perfectamente a mi figura, y una blusa de seda que caía suavemente sobre mis hombros, me gustaba como la tela se movía en cada paso que daba, y lo sencillo que era pero con un toque elegante.
Al llegar a la pastelería de Christopher , el aire cálido y dulce me envolvió de inmediato, como siempre que se mezclaban en el ambiente. Me dirigí al mostrador, donde vi a Christopher detrás, con su delantal blanco, cubierto con pequeñas manchas de harina, y una expresión concentraba mientras horneaba algunos pasteles. Al verme entrar, levantó la vista y me sonrió.
— ¡Mira quien llaga! — dijo con entusiasmo—. Hoy me tocó hacer algo especial, ven.
Me acerqué a la vitrina, y sus ojos se acercaron a mi con intensidad que me hacía sentir como si me estuviera observando con detenimiento. Con un gesto me extendió un trozo de chocolate.
— Prueba esto— dijo, y al ofrecerme el dulce, su voz era suave, cargada de una calidez que me hizo desconfianza.
Sin pensarlo, acepté el pedazo, pero antes de que pudiera tomarlo con las manos, Christopher lo acercó directamente a mis labios, casi como si quisiera alimentar a un ave, suavemente con la mirada fija en mi. No pude evitar una pequeña sonrisa nerviosa, pero decidí seguir el gesto, saboreando el chocolate. El sabor era tan intenso, tan puro, tan dulce...Me dejé llevar por cada trozo que se deshacía en mi boca, y fue cuando noté que Christopher no apartaba la mirada de mis labios, observando como el chocolate se derretía, cómo mis labios se movían suavemente al saborearlo. Entonces me lo tragué de golpe, y me di cuenta de que Christopher estaba demasiado cerca.
Algo en mi interior me gritó que tenía que romper el silencio.
— Después de las clases de manejo, ¿Podrías dejarme en la farmacia? — Pregunté, tratando de sonar casual.
Él permaneció un momento en silencio, su mirada no se apartó de mí, pero luego asintió con una sonrisa ligera, como si estuviera procesando lo que había sucedido.
— Claro, no hay problema— dijo con un tono suave, como si aún estuviera atrapado en el momento anterior.
Mientras comenzábamos con las clases de manejo, sentí como Christopher me observaba atentamente. Yo estaba concentrada en el volante, pero era imposible no notar su mirada fija en mí, evaluando cada movimiento, cada giro que daba.
— ¡Excelente! — me dijo, sonriendo mientras observaba como giraba una esquina con firmeza—. Ya estás lista para comprar tu propio auto, Sarah. Deberías pensarlo.
El elogio me hizo sonrojar, aunque no lo mostré. ¿Yo? ¿Lista para un auto? ¡Quién lo diría!
— Gracias... — respondí, mi voz era más baja que antes, como si no pudiera creerlo. Christopher parecía genuinamente impresionado.
El resto de la clase continuó con sus elogios constantes y mi creciente confianza. Me sentía bien al volante y por un momento olvidé todo lo demás.
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El Flechazo y La Secuela
RomansaSarah es una mujer hermética, conocida porque nadie sabe nada de ella, a parte de que esta casada con el hombre más rico de Nueva York. Los rumores dicen que después de "la boda del siglo" los enamorados buscan casa. Y quién mejor que la Ingeniera...