Sarah
Si dijera que logramos llegar a su casa, estaría mintiendo.
Nos detuvimos en un motel a dos cuadras del bar.
—Sarah...— sentí su espalda apoyarse contra la puerta. Lamiendo su cuello, deslice mis manos por debajo de su camiseta oversize.
— Eres hermosa— dijo arrodillándose y subiendo mi vestido mientras recorría con la lengua la cara interna de mis muslos—. ¿Ahora entiendes porqué digo qué las mujeres calladas son peligrosas?
— Mmm...
Me miró desde abajo. La hice ponerse de pie otra vez, la tomé del cuello y la besé con fuerza, presionando su cuerpo contra una de las paredes.
Me levantó de un tirón y se sentó en la cama aún conmigo encima. Me apresuré a quitarle la camisa y tragué en seco al ver su abdomen, su pecho y sus brazos marcados.
Definitivamente, después de esta noche, debería contemplar la idea de empezar el gimnasio.
—Ahh...Ella nos dio la vuelta en la cama, quedando ahora encima de mi, y me giró para ponerme de espaldas, subiendo mi vestido mientras dejaba besos húmedos desde mi espalda hasta mi cintura.
La sentí detenerse un momento y miré hacia atrás.
Observaba las marcas.
Maldita sea, Las marcas... ¿Cómo pude olvidarlas?
En mi espalda aún permanecían los moretones de los golpes de Cameron días atrás. Ella los miraba fijamente; intentó tocarlos, y me incorporé como si me hubiera alcanzado un rayo, buscando mi vestido junto a la cama.
— Me tengo que ir. — Empecé a vestirme y camine hacia la puerta, pero su mano me detuvo y me atrajo hacia ella.
—Espera.
— me tengo que ir. — Repetí, Llevándome las manos al rostro para detener las lágrimas que amenazaban con salir.
Intenté apartarme y continuar hacia la puerta, sin éxito. Esta vez, su mano volvió a sujetarme, rodeando mi cuerpo en un abrazo caótico.
No pude contenerme.
Las Lágrimas brotaron a cántaros mientras ella continuaba abrazándome.
Tengo la teoría de que, cuando uno llora, nunca llora por lo que llora si no por todas las cosas que no lloro en su debido momento.Nunca había compartido esto con alguien; que alguien lo viera me hacía sentir vulnerable y sucia.
Podía sentir su respiración cerca de mi rostro, y debo admitir que escucharla respirar tan pausadamente me calmaba.
De pronto, el vaso se llena, el agua se acumula y ya no puedes contenerlo.
Llorar sana.
Nos llevó a la cama aún abrazadas. Se recostó y me hizo una seña para que me acostara a su lado.
Con el maquillaje hecho un desastre y la respiración entrecortada por el llanto, volví a la cama con ella.
Cuando me recosté sin decir una palabra, ella nos arropo, Pasando su brazo por mi cintura. Yo seguía llorando, y podía sentir que ella estaba despierta, aunque tenía los ojos cerrados.
¿Despedida de soltera?
Cuando al fin dejé de llorar, hundió su cabeza en el hueco entre mi cuello y mi hombro y susurró:
—Me gusta refugiarme en que el amor es caprichoso y esquivo; no puede ser convocado a voluntad, como un pájaro libre en el cielo. El amor se posa donde quiere y se va cuando le place. No puedes forzar el amor si no está; debes poder aceptar que se ha ido. En cambio, si está, es como una flor: Hay que protegerlo y permitir que florezca.
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El Flechazo y La Secuela
RomanceSarah es una mujer hermética, conocida porque nadie sabe nada de ella, a parte de que esta casada con el hombre más rico de Nueva York. Los rumores dicen que después de "la boda del siglo" los enamorados buscan casa. Y quién mejor que la Ingeniera...