Unificación (Shadows House - Swap AU)

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⚠️ Atención: En el siguiente "cuento" se ve un ship fannon de Shadows House, específicamente Aileen x Edward/Edleen(?) También se incluyen "spoilers" del Swap AU que no pude evitar, aunque seguro que la mayoría ya los conoce.

   Aileen acarició los mechones de su cabello, soltado en ondas largas, mientras se miraba al espejo. La cara de Ellie le devolvió la mirada.

   —Argh... — Escuchó un sonido gutural, proveniente de Edward por allá atrás.

   Se masajeaba la nariz, hábito natural en él desde que se habían convertido en adultos. Aileen sabía que su nariz nunca había sido exactamente la de su muñeco, pero no creía que le fuera a causar esos dolores. Era casi como si sus cuerpos no estuvieran moldeados para ser los mismos...

   No eran los mismos, recordó Aileen, pues las sombras y los humanos seguían siendo entidades separadas, por más que uno se creara copiando al otro.

   Escuchó un ruido sordo sobre el colchón. Por el espejo podía ver a su esposo tirarse de espaldas a la cama. Seguro que estaba cansado, que le dolía todo, como solía quejarse.

   —Deberías volver a tu forma sombra —. Sugirió, dándose vuelta para mirarlo.

   Edward le devolvió la mirada, con ojos que no eran los suyos. Eran los de Ed.

   —Supongo que tienes razón... — Masculló —. Mañana tenemos audiencia con los del tercer piso, tendré que estar un buen rato... Así.

   Aileen vio como el hollín reptaba por el cuerpo de Edward, devolviéndolo a su cuerpo original. Escuchó como daba un poderoso suspiro de alivio, mientras se giraba de vuelta al espejo.

   Aileen tampoco pudo permanecer mucho tiempo así. Ver la cara de Ellie, sabiendo que se suponía que era su rostro, la enfermaba. Y eso que no sufría físicamente como su marido. Así que volvió a su forma sombra.

     Verse en el espejo, cabello suelto, en camisón rosado, le dio un deja vû: recordaba todas las noches de su "infancia" mirarse así al espejo. Sólo faltaba Ellie limpiando en el fondo, haciendo alguna broma sarcástica sobre sus compañeros para hacerla reír.

   Apagando la lámpara, se levantó y recostó en la cama matrimonial. Se sonrió levemente ante el pensamiento: si parecía ayer que le había pedido matrimonio a Edward... Eran viejos días dorados.

   —¿Estás bien? — Preguntó él. Ella asintió.

   —Mañana será un largo día. Hay que descansar —. Murmuró.

   Entonces sintió el roce de los dedos de su esposo contra su antebrazo, un pedido tímido de permiso, para la cosa más simple. Así eran los dos; así habían sido desde que llegaron al edificio de los adultos, dos años atrás, y se casaron. Su timidez no era extraña, tomando en cuenta que al principio era un matrimonio de conveniencia.

   Respondió con una mano sobre la de él, una respuesta afirmativa. Acto seguido, sus hombros estaban envueltos gentilmente por los brazos medio rígidos de Edward. Apoyó su cabeza en el pecho de él, y se durmió.

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El bisabuelo estaba allí. Magnánimo, aterrador, tranquilo. ¿Sería capaz de leer sus mentes? ¿Sabría de sus ilusiones infantiles de libertad? A Gerald le parecía que sí.

   También estaban los otros adultos del tercer piso. Cuatro de ellos (eran cinco, además del bisabuelo), discutían de forma ininteligible. La única tranquila era una, vestida de lila, que jugaba distraídamente con un morfo de su regazo.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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