Entrenamiento

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En el centro del campo, una persona entrenaba con un arma. Sus movimientos eran ágiles y precisos, una danza de fuerza y gracia. A pesar de su complexión grande, había una delicadeza en la forma en que se movía. Cada salto parecía desafiar la gravedad, sus pies apenas tocaban el suelo antes de impulsarse nuevamente en el aire. Su cabello negro se movía ligeramente con cada movimiento, añadiendo un toque de elegancia a su entrenamiento.

La persona manejaba el arma con una destreza impresionante. Los golpes eran rápidos y certeros, cada uno ejecutado con una precisión milimétrica. A pesar de la intensidad de su entrenamiento, había una calma en su expresión, una concentración absoluta que hablaba de años de práctica y dedicación.

Yuta no podía apartar la vista. Había algo hipnótico en la forma en que la persona se movía, una combinación de poder y control que era difícil de describir. Cada movimiento fluía al siguiente con una naturalidad que solo podía venir de un verdadero maestro.

Panda se acomodó en la escalera de cemento, observando con interés el arma que el Profesor Geto sostenía—Esa arma que utiliza el Profesor, se llama nube itinerante—comentó mientras se sentaba. Yuta, siguiendo el ejemplo de Panda, también se sentó junto a sus compañeros, asintiendo en señal de comprensión.

Maki, por su parte, su saludo fue firme y respetuoso—Profesor Geto, ya estoy aquí—dijo con tranquilidad. El omega, al escucharla, dejó a un lado su arma y la miró. A pesar del entrenamiento intenso, no mostraba ni una pizca de sudor en su frente. Su sonrisa era serena y acogedora, reflejando una calma interior que inspiraba confianza en sus estudiantes.

Suguru Geto, ahora con 24 años, se había convertido en una figura imponente y respetada como profesor en la escuela metropolitana de Tokio. Su transformación desde la juventud hasta la adultez era evidente en cada aspecto de su ser.

Era la encarnación de una belleza que trascendía lo común. Su rostro, esculpido con una perfección casi etérea, combinaba la elegancia de rasgos delicados con la fuerza de una mirada penetrante. Sus ojos púrpuras, comparables a un atardecer en un paisaje, eran profundos y misteriosos, capaces de hipnotizar a cualquiera que se atreviera a sostener su mirada. Estos ojos no solo reflejaban su belleza exterior, sino también la sabiduría y la experiencia que había acumulado a lo largo de los años.

Su piel, suave y tersa, brillaba con un resplandor natural que acentuaba aún más su atractivo. Cada línea y contorno de su rostro parecía haber sido cuidadosamente diseñado para capturar la atención y el corazón de quienes lo rodeaban. Su cabello, oscuro y sedoso, caía en cascadas suaves, enmarcando su rostro con un toque de gracia y sofisticación.

El cuerpo de Suguru era una obra maestra de la naturaleza. Sus músculos, definidos y bien formados, hablaban de años de entrenamiento riguroso y dedicación. Su abdomen marcado y su cintura estrecha eran testimonio de su fuerza y disciplina. A pesar de su estatura imponente, que lo hacía comparable a un Alfa, su presencia no era intimidante, sino magnética. Su aroma, una mezcla sutil y atrayente, añadía una capa adicional a su encanto, haciendo que cualquiera se sintiera atraído hacia él.

Cada movimiento de Suguru era una danza de gracia y poder. Su andar era elegante, casi felino, y cada gesto estaba cargado de una confianza tranquila. Su voz, suave y melodiosa, tenía el poder de calmar y motivar a la vez, envolviendo a sus oyentes en un manto de seguridad.

No solo era un hechicero de alto nivel, sino también un mentor dedicado. Su compromiso con el entrenamiento y el desarrollo de sus estudiantes era inquebrantable. Cada lección que impartía estaba cargada de conocimiento y experiencia, y su capacidad para guiar y motivar a sus alumnos era incomparable.

En resumen, Suguru Geto se había convertido en una figura emblemática, un ejemplo de fuerza, belleza y sabiduría. Su transformación a lo largo de los años había sido notable, y su impacto como profesor y mentor en la escuela metropolitana de Tokio era profundo y duradero.

𝐿𝑎𝑧𝑜//𝑆𝑎𝑡𝑜𝑆𝑢𝑔𝑢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora