----------a butterfly----------

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ʚɞ DR3 ʚɞ

Desde la fiesta, Maya y yo hablamos bastante. Aunque ambos estábamos ocupados la mayoría del tiempo, siempre encontrábamos un momento para saludarnos o para que ella me preguntara cómo estaba. Maya parecía ser de esas personas que, cuando llegan a tu vida, lo hacen para quedarse. Y sinceramente, me gustaba la idea.

Un día decidí darle una sorpresa e ir a visitarla a Vernazza y como estaba cerca de Faenza aproveché y la sorprendí. 

"May, ¿podrías ir ahora al puerto? Tengo una sorpresa para ti."

"Madre mía, ¿qué has hecho ahora?"

"Creo que solo hay una manera de averiguarlo, ¿no crees?"

Estuve esperando por poco tiempo hasta que vi un coche rojo oscuro aparcando cerca y de él bajó Maya, al verme, vino corriendo y sonriendo a abrazarme cuando le extendí los brazos con una sonrisa. Cuando nos abrazamos le di una vuelta y nos quedamos riendo por un rato, era como si nuestra felicidad era contagiosa.

—¿Cómo has llegado hasta aquí? Aún no puedo creerlo—preguntó sin dejar de sonreír.

—Tengo mis medios—contesté entre risas—¿Y cómo estás May?—le pregunté mientras comenzábamos a caminar por el puerto, dejando atrás el bullicio de los barcos y las risas de los turistas.

—Bien, algo cansada, pero es parte del trabajo—respondió con una sonrisa—Aunque tú deberías ser el cansado, viajero. ¿Qué haces aquí?

—¿Te soy sincero? —me detuve un segundo, girándome para mirarla—Hace tiempo que quería venir, tú hablabas de este lugar como si fuera mágico, me daba curiosidad saber por qué y ahora lo entiendo. Además, tenía una excusa perfecta: verte.

—Daniel Ricciardo buscando las mejores vistas, pero no me imaginaba que fueras capaz de dejar Faenza solo para venir a este rincón del mundo.

—¿Y perderme Vernazza? Nunca, y menos si tú estás aquí—dije con una sonrisa y luego cambie el tono de mi voz como si quisiera confesarle algo—La verdad es que también necesitaba un respiro, a veces Faenza puede ser... demasiado.

—Te entiendo, siempre que necesites un respiro, aquí siempre tendrás un lugar al que venir.

—¿Eso es una invitación? —le pregunté, alzando una ceja con una sonrisa y ella se rio. 

—Quizás. Pero primero necesito saber si te gusta la comida de aquí. Porque si no, puede que me lo piense—dijo mientras miraba hacia un lugar concreto.

—Vaya, qué presión —me reí, y luego la vi señalando un pequeño restaurante junto al agua— ¿Es ese el lugar del que tanto hablas? El de la famosa pasta.

—¡Exacto! —respondió con entusiasmo—Te reto a que encuentres un pesto mejor que el de aquí.

—Acepto el reto —respondí riendo—Pero si pierdes, el café corre por tu cuenta.

—Trato hecho —dijo mientras nos dirigíamos al restaurante.

Nos sentamos en una mesa con vista al mar, la conversación fluyendo como siempre. Hablar con Maya era fácil, como si no hubiera barreras entre nosotros.

—¿Y Faenza? —preguntó después de un rato—¿Cómo están las cosas?

—Igual que siempre. Trabajo, carreras, el caos de intentar mantener todo en orden, sobre todo estos días están siendo horribles.

—¿Y eso?

—Bueno, aún no tengo asiento para el año que viene y se está especulando que la siguiente carrera será mi última...

the last lap. || Daniel RicciardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora