Cap6

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El hecho de haber sido descubiertos les había traído una inesperada ventaja. Al menos para Ekko, ya no tenía que vivir mintiendo sobre a dónde iba o qué hacía durante sus ausencias. Scar, aunque claramente disgustado, soltaba un suspiro cansado y terminaba por aceptar cubrirlo en esos momentos, cediendo a la fuerza de su amistad.

Los momentos con Jinx eran la mejor parte de todo, o al menos así empezaban a sentirse. Jinx -o Powder, o quizás ambas- llenaba su vida de una manera tan colorida y caótica como su propia esencia. Al principio, Ekko tenía que admitir que lo hacía por Powder, esa niña que había sido su primer acercamiento al amor y a la vulnerabilidad. Pero con el tiempo, comenzó a darse cuenta de que Jinx era parte de Powder, y viceversa. Una no podía existir sin la otra. Jinx, en su salvaje intensidad, protegía a Powder como una coraza, salvaguardándola del mundo exterior. Si ambas podían convivir en armonía, Ekko estaba convencido de que podría cumplir la promesa que le había hecho a Scar.

Cuando estaban juntos, Jinx parecía más tranquila, casi apacible. En esos momentos, no hablaba sola ni veía las sombras de Milo o Claggor acechándola. Solo existían ellos dos: Ekko y Jinx, entre besos dulces y caricias que parecían detener el tiempo. Pero todo cambiaba cuando estaban separados.

Sola en la aparente tranquilidad de su guarida, Jinx se enfrentaba a un caos interno que no le daba tregua. Las voces en su mente no se callaban, haciéndola estallar en gritos y rabietas. Desesperada, buscaba maneras de hacerles entender que Ekko realmente la quería. Él se lo había susurrado al oído en esas noches compartidas, y ella lo creía con todo su corazón. Pero las voces no.

—¿Tan temprano?—protestó Jinx, con un mohín de molestia mientras lo veía buscar sus cosas apresuradamente por la habitación.

—Sabes que me quedaría toda la noche—dijo Ekko con una sonrisa mientras se acercaba a besarle las mejillas, su gesto cargado de la dulzura habitual-Pero hoy es noche de linternas.

Jinx puso los ojos en blanco, claramente creyendo que era una excusa mediocre para irse antes de lo habitual.

Ekko rió suavemente al notar su expresión y añadió:—Los pequeños las hacen y las encienden. Es importante para ellos, y como líder tengo que estar presente. Además, Scar se enojará si no aparezco.

Se separó para ponerse el saco, pero Jinx se levantó antes de que pudiera dar un paso hacia la puerta.

—¡Espera!—exclamó, deteniéndolo al agarrarlo por la manga—Quiero ir contigo.

Ekko la miró, parpadeando varias veces con incredulidad. Aquello era un paso enorme, y lo sabía.

-Jinx... no lo sé-susurró, mientras su mano descansaba suavemente en su cuello, buscando el equilibrio entre sus palabras y la mirada intensa de ella.

-¡Vamos! ¿No confías en mí?-dijo Jinx en un tono que mezclaba desafío y súplica, como si al decirlo tocara las fibras más sensibles del moreno.

La pregunta lo dejó helado. Por supuesto que confiaba en ella, pero sabía que había cosas más allá de su control, cosas que podían salir terriblemente mal. Dudó, su mente sopesando las posibles consecuencias. Sin embargo, su error fue levantar la mirada y encontrarse con esos ojos azules profundos, casi eléctricos, que parecían deshacerlo por completo.

Finalmente, con un suspiro rendido y un pequeño asentimiento, accedió. Jinx sonrió triunfante y lo abrazó con una alegría que hacía que, al menos por ese instante, Ekko olvidara cualquier preocupación.

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Scar observó a los pequeños esparcidos por el patio común, decorando sus linternas con un entusiasmo palpable. Sus risas y la emoción en sus rostros iluminaban el lugar tanto como las velas que encenderían más tarde. Para él, esta era una de las mejores tradiciones dentro del refugio: un respiro de esperanza en medio del caos.

El ritmo Cambiante de JinxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora