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Freen movía la pierna impaciente, el camino se le estaba haciendo eterno. Miró el reloj de su teléfono y suspiró con frustración, el taxi apenas avanzaba unos metros cada cinco minutos, atrapado en el tráfico de la ciudad.

Miraba por la ventana, intentando calmarse, pero sus pensamientos no la dejaba tranquila.
—¿Cree que tardaremos mucho en avanzar?—Le preguntó al conductor rompiendo el silencio.

El hombre, de unos cincuenta años y con gesto resignado, la miró por el espejo retrovisor mientras negaba con la cabeza.
—No lo sé, señorita, pero con este tráfico... probablemente sí. A esta hora es común que todo esté parado en la ciudad.

Freen volvió a suspirar, apretando los labios, cada minuto que pasaba sentía cómo la desesperación crecía en su pecho, no podía esperar más, quería llegar lo antes posible. Miró el billete que llevaba en el bolsillo de su pantalón y, sin pensarlo demasiado, lo sacó y se lo entregó al conductor.
—Quédese con el cambio —dijo apresurada, mientras abría la puerta del taxi.
—¡Pero señorita! —exclamó el hombre, confundido—. ¿A dónde va? Ya casi avanzamos...

Pero Freen no respondió, salió del auto y cerró la puerta con fuerza, sin mirar atrás, comenzó a correr entre los autos detenidos, esquivando espejos laterales y bocinas que protestaban ante su precipitación.
La ciudad seguía envuelta en el bullicio del tráfico, pero Freen apenas lo escuchaba.

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De pronto, como si el destino estuviera poniéndola a prueba, empezó a llover, las gotas cayeron primero tímidamente, pero en cuestión de segundos, la lluvia se convirtió en un aguacero que la empapó de pies a cabeza, su cabello chorreaba agua, y s...

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De pronto, como si el destino estuviera poniéndola a prueba, empezó a llover, las gotas cayeron primero tímidamente, pero en cuestión de segundos, la lluvia se convirtió en un aguacero que la empapó de pies a cabeza, su cabello chorreaba agua, y su camiseta comenzaba a pegarse a su piel, pero aún así, no se detuvo.

Corrió hasta que su cuerpo le pidió una pausa, se detuvo un momento junto a un poste, respirando con dificultad. Maldecía entre dientes, sintiendo el frío calarle hasta los huesos, pero en su mente solo resonaba un pensamiento: "Tengo que hablar con Becky, no puedo detenerme ahora."

Se limpió el rostro con el dorso de la mano, ignorando la lluvia, y siguió corriendo, sus piernas temblaban, pero no se detuvo. Atravesó la calle, casi sin mirar los autos, hasta que llegó al edificio con el corazón latiéndole a mil por hora, empapada de pies a cabeza por la lluvia.
Su respiración se detuvo al ver a Rebecca junto a su auto, levantando una maleta y colocándola en el maletero. Había más maletas junto a ella, apiladas, como si estuviera a punto de partir, sin pensar, Freen corrió hacia ella.

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⏰ Última actualización: 16 hours ago ⏰

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