capitulo #2

53 2 0
                                        

Presentaciones incómodas

El entrenamiento terminó después de lo que me parecieron horas. Las chicas y yo seguimos conversando, aunque no podía evitar sentirme algo fuera de lugar. Ellas conocían a todo el equipo, estaban acostumbradas a este ambiente, mientras yo… bueno, yo apenas estaba aprendiendo a tolerarlo.

—Sara, vamos —llamó mi padre desde el campo, haciéndome señas para que me acercara.

—¿Qué pasa? —pregunté, levantándome de las gradas con algo de duda.

—Quiero presentarte a algunos de los chicos —dijo con una sonrisa, como si fuera lo más normal del mundo.

No tuve tiempo de negarme. Antes de que pudiera protestar, ya estaba parada frente a un grupo de jugadores que se veían bastante cansados, pero curiosos. Entre ellos, reconocí a los que las chicas habían mencionado antes.

—Chicos, esta es mi hija, Sara —dijo mi padre con orgullo, pasando su brazo sobre mis hombros.

—Hola, Sara —saludaron algunos de ellos casi al unísono, con sonrisas amables.

Uno de ellos, un chico de cabello rizado y mirada intensa, dio un paso adelante.

—Yo soy Lamine. Un gusto conocerte —dijo, tendiéndome la mano.

—Igualmente —respondí con timidez, estrechando su mano brevemente. Su sonrisa era cálida, pero había algo en su mirada que me puso nerviosa.

—Y yo soy Pedri —intervino otro, con una sonrisa traviesa—. Así que eres la hija del míster… ahora entiendo por qué Xavi parecía tan feliz hoy.

—Bueno, no creo que tenga que ver conmigo —dije, intentando mantener la calma mientras el grupo se reía.

Ferran, que estaba cerca, miró a Sira y levantó una ceja.

—¿Por qué no nos dijiste que la conocías? —preguntó, divertido.

—No quería arruinar la sorpresa —respondió ella con una sonrisa cómplice.

Mi padre parecía encantado de ver cómo interactuaba con los chicos, pero yo solo quería desaparecer. No estaba acostumbrada a este tipo de atención, y el hecho de que Lamine siguiera mirándome no ayudaba.

—Papá, ¿podemos irnos ya? —pregunté, intentando no sonar demasiado desesperada.

—Claro, claro. Pero, ¿ves? Te dije que sería divertido venir —dijo, dándome una palmadita en la espalda.

"Divertido" no era la palabra que yo habría usado. Mientras caminábamos hacia el coche, no podía dejar de pensar en la forma en que Lamine me había mirado. Era curioso, como si quisiera decir algo pero no se atreviera.


En el vestuario

—¿Y bien? ¿Qué opinan de la hija del míster? —preguntó Ferran, lanzando la pregunta al aire mientras se quitaba la camiseta.

—Es guapa, ¿no? —comentó Pedri, sonriendo.

—Sí, pero se ve tímida —añadió Héctor Fort, mientras se ajustaba los zapatos.

—Eso no es malo —intervino Lamine, intentando sonar casual, aunque los demás lo miraron con picardía.

—¿Por qué lo dices, Lamine? ¿Te interesa? —bromeó Gavi, lanzándole un balón pequeño.

—No, solo digo que es diferente —respondió, intentando restarle importancia.

—Claro, "diferente" —se burló Fermín mientras los demás reían.

Lamine no dijo nada más. Sabía que si insistía, solo lograría que las bromas aumentaran. Pero en su mente, no podía evitar pensar en Sara y en la forma en que su mirada había evitado la suya.


En casa

De vuelta en casa, mi madre estaba esperándonos con una sonrisa.

—¿Qué tal estuvo el entrenamiento? —preguntó mientras nos quitábamos los abrigos.

—Bien, Sara incluso conoció a los jugadores —respondió mi padre con entusiasmo.

—¿Ah, sí? ¿Y qué te parecieron? —preguntó mi madre, dirigiéndose a mí.

—Normales, supongo —dije, encogiéndome de hombros, intentando parecer indiferente.

Mi madre rio.

—Ya veo. Bueno, mientras no te olvides de que son compañeros de trabajo de tu padre.

—No te preocupes, mamá. No pienso involucrarme con ninguno de ellos —respondí con firmeza.

Pero mientras decía esas palabras, no podía evitar que la imagen de Lamine se colara en mi mente. Algo me decía que este no sería nuestro último encuentro, y aunque intentara negarlo, parte de mí estaba intrigada.



Hola ᰔᩚ

La hija del mister Donde viven las historias. Descúbrelo ahora