Sentimientos a flor de piel
El mensaje anónimo me dejó intranquila. Pasé toda la tarde dándole vueltas, intentando no pensar en quién podría haberlo enviado o en lo que significaba. Sin embargo, cuando llegó la noche, no pude resistir la tentación de hablar con Lamine.
Le mandé un mensaje:
"¿Podemos vernos? Necesito hablar contigo."
Su respuesta llegó casi de inmediato:
"Claro, ¿dónde estás?"
Le di la dirección de un pequeño parque cerca de mi casa, uno que sabía que estaría vacío a esa hora.
---
Un encuentro bajo las estrellas
Cuando llegué, Lamine ya estaba allí, apoyado contra su coche. Vestía una sudadera gris y jeans, pero aun así, lograba verse increíble.
-¿Todo bien? -preguntó en cuanto me vio, su rostro reflejando preocupación.
-No lo sé -admití, acercándome a él. Saqué mi teléfono y le mostré el mensaje.
Lo leyó en silencio, su expresión endureciéndose.
-¿Quién te envió esto? -preguntó finalmente.
-No lo sé. Es un número desconocido. Pero... ¿crees que podría ser Clara?
Lamine suspiró, pasando una mano por su cabello.
-No lo sé, Sara. Clara puede ser intensa, pero esto... esto es demasiado incluso para ella.
-Entonces, ¿quién podría ser? -pregunté, sintiendo cómo la ansiedad crecía en mi interior.
Él dio un paso adelante y tomó mis manos entre las suyas.
-No lo sé, pero voy a averiguarlo. No voy a dejar que nadie te moleste, ¿de acuerdo?
Asentí, intentando calmarme. Su cercanía era reconfortante, pero también despertaba algo más en mí.
-Gracias, Lamine -murmuré, mirándolo a los ojos.
-Siempre -respondió él, su voz suave.
Por un momento, todo quedó en silencio. La brisa nocturna era fresca, pero el calor de su mirada hacía que olvidara todo lo demás.
-Sara... -dijo de repente, su tono más bajo.
-¿Sí? -susurré.
-¿Confías en mí?
-Por supuesto.
Él asintió, como si necesitara escuchar esas palabras antes de dar el siguiente paso. Lentamente, se inclinó hacia mí. Esta vez, no hubo dudas ni vacilaciones. Sus labios se encontraron con los míos en un beso profundo y lleno de emociones.
---
Un momento que lo cambia todo
El beso fue diferente al anterior. No era tímido ni inseguro, sino intenso y cargado de sentimientos que ninguno de los dos había expresado en palabras. Sentí cómo sus manos se posaban suavemente en mi cintura, acercándome más a él.
Cuando finalmente nos separamos, ambos estábamos respirando con dificultad.
-Lo siento, no pude evitarlo -dijo, sonriendo ligeramente.
-No te disculpes -respondí, sonriendo también.
Nos quedamos mirándonos por un momento, como si intentáramos grabar ese instante en nuestras memorias.
-Sara, no quiero que tengas miedo de esto, de lo que estamos construyendo. Sé que puede ser complicado, pero quiero intentarlo contigo.
Sus palabras hicieron que mi corazón latiera aún más rápido.
-Yo también quiero intentarlo -respondí, sintiendo cómo una gran parte de mi ansiedad se desvanecía.
---
Un nuevo comienzo
Pasamos el resto de la noche hablando, riéndonos y compartiendo pequeños secretos. Lamine me llevó a casa un poco antes de la medianoche, asegurándose de que entrara antes de irse.
Esa noche, mientras estaba en mi cama, no podía dejar de pensar en él. Sentía que nuestra relación había dado un gran paso, pero también sabía que las cosas no serían fáciles.
Lo que no sabía era que la verdadera prueba estaba por venir.
⋆.˚-̳͟͞͞✰

ESTÁS LEYENDO
La hija del mister
CasualePara Sara Hernández, ser la hija del entrenador de un club de elite significa vivir en las sombras de los reflectores, en un mundo donde cada paso que da puede convertirse en noticia. Cuando su padre firma con el FC Barcelona, Sofía intenta pasar de...