La hija del mister

capitulo #10

Una cita fuera de lo común

El sábado llegó más rápido de lo que esperaba. Pasé toda la tarde intentando elegir qué ponerme, buscando el equilibrio perfecto entre "no me esfuerzo demasiado" y "quiero impresionarlo". Finalmente, opté por un vestido sencillo pero bonito, y dejé mi cabello suelto.

A las seis en punto, el timbre de la casa sonó. Mi madre, que ya estaba al tanto de mis planes, corrió a abrir la puerta antes de que pudiera detenerla.

-¡Hola, Lamine! -dijo ella con entusiasmo, mientras yo bajaba las escaleras.

-Hola, señora Hernández -respondió él con una sonrisa.

Cuando llegué al final de las escaleras, sus ojos se iluminaron al verme.

-Sara, te ves increíble -dijo con sinceridad, haciendo que mis mejillas se ruborizaran.

-Gracias -respondí, intentando parecer tranquila.

-Bueno, diviértanse, pero no lleguen muy tarde -intervino mi madre, claramente disfrutando el momento.

-No se preocupe, la traeré a casa a tiempo -prometió Lamine antes de que saliéramos.

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Un lugar inesperado

Subí a su coche, esperando que fuéramos a un restaurante o al cine, pero en lugar de eso, tomamos un camino menos transitado que llevaba a las afueras de la ciudad.

-¿A dónde vamos? -pregunté, intrigada.

-Es una sorpresa -respondió, guiñándome un ojo.

Finalmente, llegamos a un lugar que me dejó sin palabras: un mirador con una vista espectacular de la ciudad iluminada. Había una manta extendida en el suelo, junto con una pequeña canasta.

-¿Planeaste todo esto? -pregunté, sorprendida.

-Quería hacer algo especial -respondió, ayudándome a salir del coche.

Nos sentamos en la manta, y él sacó algunas cosas de la canasta: bocadillos, frutas y una botella de jugo.

-Esto es... perfecto -dije sinceramente, mirando la vista.

-No tanto como tú -dijo él, mirándome de una forma que hizo que mi corazón se acelerara.

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Un momento de vulnerabilidad

Mientras comíamos, la conversación fluyó fácilmente. Hablamos de todo: su vida como futbolista, mis sueños, nuestras familias. Pero en un momento, el ambiente cambió ligeramente.

-Sara, hay algo que quiero decirte -comenzó, su tono más serio.

-¿Qué pasa? -pregunté, sintiendo que mi corazón latía más rápido.

-Sé que esto puede parecer precipitado, pero desde que te conocí, hay algo en ti que no puedo ignorar. Me haces querer ser mejor, y no digo esto a la ligera.

Sus palabras me dejaron sin aliento. Nadie me había hablado así antes.

-Lamine, yo... -empecé, pero antes de que pudiera continuar, él se acercó lentamente.

Nuestros rostros estaban tan cerca que podía sentir su respiración. Por un momento, el mundo desapareció. Y entonces sucedió: sus labios rozaron los míos con suavidad.

El beso fue breve, pero lleno de significado. Cuando se apartó, me miró con una mezcla de nervios y ternura.

-Lo siento si me adelanté, pero necesitaba hacerlo -dijo, esperando mi reacción.

-No te disculpes -respondí, sorprendida de lo segura que sonaba mi voz.

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Un regreso lleno de emociones

Cuando llegó el momento de regresar a casa, la atmósfera en el coche estaba cargada de emociones. No hablamos mucho, pero no era necesario. Había algo en nuestras miradas que decía más de lo que las palabras podían expresar.

-Gracias por esta noche -dije cuando llegamos a mi casa.

-Gracias a ti por venir -respondió, sonriendo.

Antes de bajar del coche, me incliné y le di un beso rápido en la mejilla.

-Buenas noches, Lamine.

-Buenas noches, Sara -respondió, su sonrisa más grande que nunca.

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Un nuevo comienzo

Esa noche, mientras estaba en mi habitación, no podía dejar de sonreír. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que estaba permitiéndome ser feliz, sin preocuparme por lo que podía salir mal.

Y aunque sabía que habría desafíos, algo me decía que con Lamine valdría la pena enfrentarlos.