Un novio para Nanon || Ohmnanon

Catorce.

Nanon.

Si me preguntan qué me enamoró de Ohm, no voy a dar el discurso básico físico, ni voy a sobrevalorar sus virtudes.

Creía en la magia de nuestra conexión cuando era un niño, presumía lo guapo que era cuando crecimos, idealizaba su comportamiento cuando nos fuimos a vivir solos.

Esa ya no es una respuesta que da alguien que lleva más de 20 años de su vida compartiendo las mismas etapas con un hombre que creció en todo aspecto a su lado.

Un corazón puede romperse muchas veces en tu vida.

A veces por razones que son insignificantes desde otras perspectivas.

A veces por razones que te parecen insignificantes a ti mismo, después de pensarlo fríamente.

Un corazón puede romperse, pero si se rompe a la vez, la confianza ciega que tenías por un hombre, el concepto de la persona con la que convives, y los límites de tu autorrespeto.

No hay vuelta atrás.

—Suéltame —le digo alejándome, porque sigue intentando explicarlo, y no quiero escuchar.

No se trata de la manera en que lo supe.

No se trata de lo que él puede decir.

Se rompió mi corazón, porque amo a alguien que estuvo esforzándose por amarme, porque ya no se sentía como yo.

Nunca voy a poder recuperar la confianza que tenía de que él nunca iba a desear a otras personas.

Estoy decepcionado, porque yo nunca me hubiera enamorado de alguien que es capaz de hacer algo así, Ohm era un hombre que yo admiraba con todos sus defectos.

Lo humillado que me siento, por lo poco que él creyó que yo valía, va a ser un problema constante en mi autoestima por mucho tiempo más.

—No hay nada que puedas hacer ahora, no te voy a perdonar, Ohm.

—Nanon, yo te amo —dice llorando también— y sé que actué como un idiota…

—¿Por qué me amas? —le pregunto— ¿Fue porque sentiste que ibas a perder a alguien que te pertenece? ¿Fue porque te gusta que yo te ame tanto? ¿Fue porque sentiste lástima por como dedico mi vida a tratar de hacerte feliz?

No quiero que conteste.

—Tú no me amas, Ohm, y no sé si me amaste alguna vez.

—Te amo —repite limpiando sus lágrimas— no puedes decirme algo así, tú sabes cuánto he sacrificado yo por ti.

Toma aire, y me siento en la cama, porque no puedo sostenerme en pie.

—¿Tanto te ha costado amarme?

—¿Y a ti?

El amor es limitante, yo lo sé, sobre todo cuando empieza tan temprano.

Las personas tenemos sueños, tenemos metas, tenemos personalidades marcadas, tenemos creencias, tenemos mucho adentro.

Puede ser difícil cuando estás solo, pero lo es aún más cuando decides compartir tu vida, y tienes que alinear cada aspecto para que coincida con la persona que quieres a tu lado.

Inevitablemente, de vez en cuando, tienes que renunciar a algunas cosas.

—Mi amor —trata de decirme agachándose frente a mí, pero no.

—Nunca voy a perdonarte, Ohm —digo sacándome el anillo, y trata de impedirlo, pero empujo sus manos.

—No quiero tu dinero, no quiero arruinarte más la vida —respondo primero enfocándome en él, pero ahora voy a enfocarme en mí— no quiero dormir al lado de un hombre como tú, no quiero conformarme con la clase de amor que me ofreces, me merezco algo mejor.

—Nanon, sé que debí decirte yo…

—¿Tú de verdad crees que eso cambiaría algo? —le pregunto— ¿En serio crees que yo te disculparía a ti algo de lo que has hecho solo porque me lo pides?

Me levanto y él se sienta en el piso mirándome.

—Ojalá nunca me hubiera casado contigo, para no tener que verte en el divorcio.

Voy al baño a sacar mis cosas, y le pongo el seguro sentándome en la bañera.

Mis manos pasan por mi marca, y la rasco llorando, porque ya no la quiero.

No quiero nada más de Ohm.