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El conocido auto rojo se detuvo frente a ellos como si alguien hubiese dejado caer un maldito ladrillo sobre el freno y Taehyung suspiró. Oh, sí, definitivamente esa era Chaewon.

Con un cabeceo, le hizo señas a Jungkook para que se acercara y abordara el vehículo. Las cosas estaban algo... extrañas. Él estaba extraño. Estaba callado y meditabundo; aunque no esperaba que actuara como un payaso después de lo sucedido, a Taehyung le habría gustado no sentir como si estuviera evitándolo.

—Voy a matarte —sentenció Chaewon ni bien Taehyung abrió la puerta del copiloto. Era casi la una de la mañana y ella no entendía por qué realmente había acudido al llamado de auxilio de su ahora ex novio y su... acompañante. El aludido, Jungkook, subió a la parte trasera con un resoplido—. Y hola, tú.

—Hola, yo —musitó Jungkook. Mhm. Chaewon lo miró una fracción de segundo por el retrovisor solo para confirmar lo obvio: el chico estaba de muy mal humor.

—Gracias, pequeño zorrillo —saludó Taehyung. Amistosamente puso una mano en la cabeza de la chica y desordenó su cabello como si se tratase de un niño de cinco años—. Nos salvaste.

Cuando tu ex novio te llama a mitad de la noche diciendo que está muy borracho para conducir su motocicleta lo correcto es colgar. Chica, ¡cuelga! Pero allí estaba Chaewon, en sus pijamas, sin una gota de maquillaje, un rollo en su flequillo y pantuflas sobre los pedales, observando la sonrisa angelical de Taehyung pero deseando borrársela a golpes.

—Taehyung, qué mierda. ¿Qué haces aquí? —preguntó airada. Tuvo que ver dos veces el letrero del pub que se alzaba frente a ella. El guardia de la entrada lucía intimidante y los asistentes entraban y salían del lugar luciendo como alguna especie de modelos para un evento colaborativo entre Victoria's Secret y ve tú a saber qué. Tampoco pudo evitar mirar de nuevo a Jungkook. No pensó que la testosterona de Taehyung le alcanzase para ir a bailar con un... chico. Así, abiertamente, a la vista de todos. Además, los dos lucían desastrosos. Había pintura neón en sus mejillas, en sus labios, en la piel de sus cuellos y algo en su ropa.

—¿Puedes por favor arrancar? —respondió en cambio el pelinegro, carraspeando. Y su cabello era otra historia. Chaewon apretó los labios para contenerse de seguir preguntando. Pensó que Jungkook se sentiría incómodo.

—¿Qué mierda haremos con tu motocicleta? —resolvió decir, a lo que Taehyung simplemente hizo un ademán con la mano. Bueno, pues si no le importaba al dueño, mucho menos a ella.

Condujo de regreso al hotel y en menos de cuarenta minutos estuvieron allí. De noche, la ciudad se veía mágica, sin tráfico, con sus luces de colores y el viento fresco entrando por la ventanilla. Jungkook se sintió un poco nostálgico. Diablos, realmente extrañaba ese lugar. Su velada no hacía más que empeorar. No pensó que le fastidiaría tanto ver a Chaewon y mucho menos escuchar su conversación con Taehyung, tan casual, como si fuesen amigos de toda la vida. Como si no hubiese tenido que recorrer media ciudad para rescatar a su novio de un maldito club queer.

Porque ella tenía que haberlo notado, ¿no? No podía ser tan tonta.

El pensamiento lo hizo suspirar con frustración. ¿Qué hacía descargando su mal humor en la chica?

Supuso que tenía que estar aunque sea un poco agradecido con ella.

—Gracias —musitó de dientes para fuera cuando bajó del auto en el estacionamiento del hotel. En cambio Taehyung rodeó el cuello de la chica como si quisiese asfixiarla y dejó un sonoro beso en su sien.

—Quítate, orangután —masculló Chaewon sintiendo sus quince productos de skincare yéndose en los labios de Taehyung—. Me llenas de saliva, ¡quítate!

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The village - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora