08 | Cobra Kai

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Narra Robby

Desperté con un ligero dolor de cabeza. No era de esos punzantes que te tumban al instante, sino más bien el tipo de molestia constante que se instala detrás de los ojos, recordándote que algo en tu cuerpo no anda del todo bien. Me quedé un rato quieto, mirando el techo blanco de la habitación que alguna vez fue mía. Bueno, técnicamente nunca fue mía, pero en esos años caóticos, la casa de mi padre se convirtió en algo parecido a un hogar.

Estar aquí de nuevo, después de tanto tiempo, se sentía raro. Había vuelto a All Valley. Sin avisarle a Dutch. Sin decirle nada a Mara.

Fue una decisión impulsiva, casi desesperada, pero ahora que estaba aquí, no había vuelta atrás. No creí que llegaría el momento donde necesitara huir, despejar mi mente; volver a donde realmente me conocen.

Ya estoy cansado de fingir frente a una cámara, de recibir golpes por dinero y de obtener cinturones pesados que al final terminan valiendo nada.

Veo poco a Clark, la extraño todo el tiempo; no soy el padre presente que hubiera querido ser.

Siento que mi vida es un completo desastre.

Supuse que el dolor de cabeza era por el estrés del día anterior. Regresar a este lugar era como caminar sobre un campo minado de recuerdos. La casa estaba igual, aunque con pequeños detalles que evidenciaban que mi padre seguía siendo él mismo. Un trofeo en el estante, latas de cerveza vacías en la mesa del comedor y la inconfundible sensación de que todo era un poco caótico, pero sorprendentemente cálido.

Me senté en la cama, pasándome una mano por la nuca mientras miraba alrededor. Este cuarto seguía igual que antes: paredes claras, muebles gastados, una ventana con vista a la calle. Había dormido aquí más veces de las que podía contar, y sin embargo, ahora todo se sentía diferente, como si el tiempo hubiera cambiado el significado de este lugar.

¿Cómo se puede pasar tanto tiempo sin ver a una persona y seguir queriéndolo?

Lo irónico era que habían pasado cuatro años desde la última vez que vi a Tory.

Cuatro años que me parecían al mismo tiempo un parpadeo y una eternidad. Era extraño pensar en ella desde aquí, en esta casa donde tantas noches había hablado con mi padre sobre lo complicado que era todo con ella, y sobre lo poco que sabía manejar mis propios sentimientos.

Cuatro años. Casi un lustro sin cruzar una mirada con ella, sin escuchar su risa sarcástica o esa manera única de pronunciar mi nombre, cargada de reproches y, al mismo tiempo, de algo más profundo que nunca supe cómo descifrar. Tal vez porque no quería.

Suspiré, mirando el reloj en la mesita. Las siete de la mañana. Apenas amanecía, y el día ya se sentía como un peso en mi espalda. Me acerqué a la ventana y aparté las cortinas con cuidado. Desde allí, podía ver el vecindario, las casas con sus techos bajos y las calles tranquilas que alguna vez me parecieron tan opresivas.

All Valley.

Este lugar tenía una forma de atraparte, de recordarte todas las cosas que no pudiste arreglar. Tory seguía siendo una sombra que aparecía en los momentos menos esperados. No sabía si ella aún estaba aquí, pero algo en mí, algo en este lugar, me hacía sentir que el universo estaba preparando algo.

Y no estaba seguro de si quería saber qué era.

Me levanté de la cama con un suspiro y caminé lentamente hacia la ventana. La cortina estaba un poco polvorienta, como si no la hubiera movido en años. Con un ligero tirón, la aparté, y el resplandor del sol naciente me golpeó de lleno en la cara. Cerré los ojos por un momento, permitiendo que la luz calentara mi piel, al menos por unos segundos.

So Long Cobra Kai | KeenryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora