𝐋𝐨𝐫𝐞𝐧𝐳𝐨 𝐁𝐞𝐫𝐤𝐬𝐡𝐢𝐫𝐞.

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-Enzo -murmuraste, dejando pequeños besos en su cuello con una sonrisa.-Enzo, despierta, bella durmiente.-

Él gimió aturdido y abrió los ojos por un momento, parpadeando por un momento mientras le dabas un beso en los labios antes de devolverte el beso lentamente. -¿Ya es hora?-

-No lo sé. Temprano -susurraste, gritando de sorpresa mientras él te tiraba hacia abajo y te ponía encima de él.

-Eres un demonio, lo sabes. Me despiertas a Dios sabe a qué hora, para esto.-

-Me dijiste que te despertara -sonriste mientras él lentamente los giraba a ambos y se apoyaba sobre ti, cerrando los ojos por un segundo antes de besarte la frente.

-Si estás demasiado cansada, realmente no tenemos que hacerlo. Solo pensé...-

-Shh -te hizo callar, pasando la yema de su pulgar por el corte de tu mejilla con una sonrisa cansada.

-Nunca estoy demasiado cansado para ti, lo prometo. Me alegro de que me hayas despertado.-

Ahuecaste su rostro entre tus manos con un pequeño suspiro. -No he superado lo atractivo que eres. Es hasta un punto repugnante.-

-Nunca me dejarás olvidarlo. -Él bostezó, pasando somnoliento su mano por su suave cabello castaño para apartarlo de sus ojos.

-Pensé que te quedaste dormido antes que yo.-

-Lo hice, luego me desperté. No pude volver a dormirme.-

-Mhm -tarareó, presionando un beso rápido en tu mejilla antes de dejar un rastro de besos más húmedos por tu cuello y subir por tu camisa para presionar más besos a lo largo de tu estómago mientras se apoyaba a sí mismo y tus piernas hacia arriba.

-¿Qué te mantiene despierto? -Su ​​voz era suave, amorosa, tranquila. Las manos de Lorenzo sostuvieron tus caderas por un momento con una pequeña sonrisa de admiración antes de enganchar sus dedos en la cinturilla de tus bragas y bajarlas suavemente.

Levantaste un poco las caderas antes de volver a descansar mientras él te quitaba la tela y la tiraba en algún lugar que no veías.

-No lo sé -te encogiste de hombros, tu corazón latía más rápido mientras él lentamente dejaba que su dedo medio se arrastrara por la humedad acumulada entre tus piernas.

Dejaste escapar un zumbido de satisfacción y lo observaste apoyar tus muslos sobre sus hombros.

-Solo estrés, tal vez.-

-¿Por qué estás estresada, cariño?- Exhaló, succionando pequeñas marcas en la parte interna de tus muslos con satisfacción antes de presionar un beso en tu clítoris, sonriendo ante el suave gemido que escapaba de tus labios.

-Joder - susurraste. -No lo sé, Enzo.-

-Bueno.- Murmuró Lorenzo, con los ojos fijos en los tuyos mientras sus labios se curvaban en una pequeña sonrisa.

-Estoy seguro de que conozco una o dos formas de ayudarte a distraerte de las cosas.-

_Si recuerdo correctamente, sabes mucho más... ¡mierda, Enzo!-Dejaste escapar un gemido entrecortado, tus dedos se enredaron en su sedoso cabello castaño y lo sujetaste como un salvavidas mientras él enterraba rápidamente su rostro entre tus piernas, cortando tu comentario sarcástico (y verdadero) mientras cada lamida se fusionaba con la siguiente.

Enzo era genial con sus manos, pero un experto con su boca.

Chupaba y lamía a un ritmo celestial, cambiando entre lento y suave antes de ir directo a empujarte hasta el borde más rápido de lo que jamás creíste posible, y luego solo para alargarlo por diversión.

-Sabe tan bien, cariño- gimió en tu centro, sosteniendo uno de tus muslos contra su hombro para evitar que te retorcieras.

Las vibraciones de sus palabras solo lo intensificaron todo, una de tus manos tirando más fuerte de su cabello mientras la otra hundía un agarre mortal en las sábanas debajo de ti.

Trabajó más duro, si es posible, al sentir tus dedos en su cabello, su lengua rodeando tu clítoris antes de succionar a pulsos.

Entre la clara experiencia de Enzo y tu estado de ánimo anterior, ya estabas cerca, ya estabas justo ahí, prácticamente rogando por ese empujón, para hacerte caer en un éxtasis puro.

-Vamos, amor- te miró a través de sus pestañas oscuras, sus ojos oscuros brillaban de deseo mientras llevaba dos dedos a tu entrada y los empujaba hacia adentro, enroscándose rápidamente.

Arqueaste la espalda mientras gemías su nombre, tus muslos se apretaron más y tu cabeza se inclinó hacia atrás sobre las almohadas.

-Enzo, Enzo... oh, joder.-

Sin previo aviso, te corriste con fuerza, los labios se separaron mientras jadeabas en busca de aire, el placer recorrió tu cuerpo mientras un calor te azotaba por todas partes.

El suave toque de Enzo te aterrizó rápidamente, su sonrisa te recibió mientras apoyaba su cabeza en tu muslo, sus manos sujetaban tus caderas sin apretar.

-¿Aún estás estresada?-

-No tanto- suspiraste contenta mientras él se levantaba para buscar una pequeña toalla y limpiar el desastre que habían hecho los dos.

Se rió desde el baño. -No dudes en despertarme cuando quieras.-

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𝐒𝐥𝐲𝐭𝐡𝐞𝐫𝐢𝐧 𝐁𝐨𝐲𝐬 / 𝐎𝐧𝐞 𝐒𝐡𝐨𝐭𝐬 | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora