Los días siguientes transcurrieron en un frenesí de actividad en la cabaña de Edmund. La Orden del Fénix, con la información que habían obtenido de la finca de Lucius Malfoy, comenzó a planear lo que sabían sería una confrontación decisiva. El aire estaba cargado de tensión, pero también de una determinación silenciosa. Sabían que esta batalla sería la última y, posiblemente, la más peligrosa.
T/n y Alastor habían estado trabajando incansablemente con el resto del grupo, pero siempre encontraban momentos para estar juntos, reforzando su conexión y amor. Sabían que lo que los unía era una fuerza más poderosa que cualquier magia oscura.
Una noche, mientras revisaban los planes para el asalto, Andromeda se les acercó con una expresión seria.
—Hay algo que debemos discutir —dijo Andromeda, sentándose frente a ellos en la mesa de la cocina. Su rostro estaba tenso, pero sus ojos mostraban determinación—. Narcissa me ha enviado una carta. Quiere encontrarse conmigo... con nosotros. Dice que tiene información importante, algo que podría ser crucial para el éxito de nuestra misión.
T/n se quedó en silencio, sorprendida por la noticia. Su madre había sido un enigma para ella desde que se unió a la causa de los mortífagos, pero las palabras que le había dicho antes de marcharse resonaban en su mente. Tal vez, pensó, Narcissa estaba intentando redimirse.
—¿Crees que podemos confiar en ella? —preguntó T/n, sus dedos jugueteando nerviosamente con un mechón de su cabello.
Andromeda suspiró. —No lo sé. Pero siempre ha sido buena guardando secretos, y si dice que tiene información importante, debemos escucharla. Por mucho que quisiera distanciarse de nosotras, sé que sigue siendo mi hermana... y tu madre.
—De acuerdo —respondió Alastor, siempre práctico—. Pero debemos ser cautelosos. Podría ser una trampa.
El lugar del encuentro estaba ubicado en una colina solitaria, cerca del bosque donde se encontraba la cabaña. La Orden había tomado todas las precauciones posibles, colocando hechizos de protección alrededor y asegurándose de que nadie pudiera seguirlos.
Narcissa llegó sola, envuelta en una capa oscura, su rostro sereno pero tenso. Sus ojos buscaron los de T/n inmediatamente, y en ellos había una mezcla de arrepentimiento y una determinación férrea.
—Gracias por venir —dijo Narcissa, rompiendo el silencio. Sus manos temblaban ligeramente mientras sacaba un pergamino del bolsillo de su capa—. No puedo quedarme mucho tiempo. Si Lucius descubre lo que estoy haciendo, no dudaría en tomar medidas drásticas. Pero ustedes deben saber esto. —Extendió el pergamino a Andromeda—. Aquí hay detalles sobre el verdadero plan de Lucius, su ubicación, y los nombres de sus seguidores más leales. Su ataque está planeado para mañana en la madrugada. Quiere hacer un movimiento decisivo contra la Orden del Fénix, acabar con ustedes de una vez por todas.
Andromeda tomó el pergamino, asintiendo lentamente. —¿Y por qué haces esto, Cissy? —preguntó suavemente.
Narcissa bajó la mirada, con una sombra de dolor en sus ojos. —Porque ya he perdido demasiado. No quiero perder también a mi hija... ni a mi hermana. Sé que he hecho cosas que no puedo deshacer, pero si hay una forma de reparar al menos una parte del daño, lo haré.
T/n se acercó a su madre, su corazón dividido entre la desconfianza y la esperanza. —Gracias, madre. Esto podría cambiar todo.
Narcissa asintió, sin decir nada más. Dio un último vistazo a su hija, sus labios temblando ligeramente, como si quisiera decir algo más, pero finalmente se giró y desapareció en la noche.
Con la nueva información en sus manos, la Orden del Fénix se preparó rápidamente para el enfrentamiento final. Se movilizaron en pequeños grupos, cada uno con una misión específica. Sabían que Lucius no se detendría ante nada para destruirlos y que esta batalla sería definitiva.
T/n y Alastor se encontraban en la primera línea, listos para enfrentar lo que viniera. Habían decidido no separarse, sabiendo que juntos eran más fuertes. Mientras esperaban la señal para atacar, Alastor tomó la mano de T/n y la miró con intensidad.
—Lo que sea que pase hoy —dijo Alastor, sus ojos fijos en los de T/n—, quiero que sepas que cada momento contigo ha sido un regalo. Y lucharé hasta mi último aliento para asegurarnos de que tengamos muchos más.
T/n sonrió, sintiendo una mezcla de miedo y esperanza en su pecho. —Yo también, Alastor. Te amo con todo mi ser. No importa lo que pase, siempre te amaré.
El momento fue interrumpido por un sonido distante, un eco de magia que resonaba en el aire. La batalla había comenzado.
La confrontación fue feroz. La finca de Lucius Malfoy se convirtió en un campo de batalla, con hechizos cruzando el aire y el sonido de gritos y explosiones llenando el ambiente. T/n y Alastor lucharon juntos, moviéndose con precisión y determinación a través del caos.
En medio de la confusión, se encontraron cara a cara con Lucius Malfoy. Su expresión era una mezcla de furia y sorpresa al ver a T/n junto a su enemigo.
—¡Traidora! —gritó Lucius, levantando su varita hacia T/n—. ¿Así es como me pagas, después de todo lo que he hecho por ti?
—Lo que has hecho, padre, es sembrar odio y destrucción. No puedo seguir siendo parte de eso —respondió T/n con firmeza, levantando su varita en desafío.
Lucius lanzó un hechizo con rabia, y T/n lo bloqueó con rapidez, devolviendo un hechizo que hizo retroceder a su padre. La batalla entre ellos fue intensa, cada uno lanzando y bloqueando hechizos con velocidad y precisión.
Alastor se unió a la pelea, lanzando un hechizo que desarmó a Lucius por un momento. —¡Ríndete, Lucius! —gritó Alastor—. No puedes ganar.
Pero Lucius, con una mirada de puro odio, recuperó su varita y lanzó un hechizo oscuro que hizo temblar el suelo bajo sus pies. T/n y Alastor lo esquivaron por poco, sabiendo que esta batalla solo terminaría de una manera.
Finalmente, T/n logró desarmar a Lucius con un hechizo preciso que lo dejó tambaleándose hacia atrás. El rostro de su padre se tornó pálido, y sus ojos se llenaron de una mezcla de incredulidad y furia.
—Este es el final, padre —dijo T/n, con la voz firme pero cargada de emoción—. Tienes la oportunidad de rendirte y evitar más destrucción.
Lucius, sin embargo, sonrió con amargura. —Nunca me rendiré. Y aunque me derrotes hoy, siempre habrá alguien dispuesto a continuar mi lucha.
En ese momento, un grupo de aurores llegó, rodeando a Lucius. Alastor le tomó la mano a T/n, apretándola con fuerza. Sabían que habían ganado esta batalla, pero que la lucha por un mundo mejor continuaría.
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Corazones Prohibidos
AcciónT/n Malfoy, una mortífaga nacida en una familia atrapada en las oscuras artes y lealtades inquebrantables, nunca imaginó que su vida tomaría un rumbo tan peligroso e inesperado. Mientras lucha por mantener la apariencia de lealtad a su padre, Lucius...