Capítulo 8: Refugio en la Oscuridad

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T/n y Alastor corrían a través del bosque, esquivando ramas y raíces mientras las sombras se alargaban en la oscuridad. Alastor respiraba con dificultad, apoyado en T/n, sus heridas haciéndole tambalearse, pero su determinación era inquebrantable. Sabía que no podían detenerse; Lucius y los demás mortífagos no tardarían en darse cuenta de su ausencia.

Finalmente, llegaron a un claro donde una pequeña casa de piedra estaba medio oculta por los árboles. La luna brillaba débilmente, iluminando el contorno del edificio. T/n se detuvo un momento, recuperando el aliento, antes de dirigirse a la puerta y golpear con urgencia.

Después de unos segundos que parecieron eternos, la puerta se abrió lentamente, revelando a una mujer de mediana edad con el cabello oscuro rizado y los ojos profundos. Andromeda Black, la hermana de Narcissa y Bellatrix, los miró con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

—¿Quiénes son? —preguntó Andromeda, con una voz firme y clara—. ¿Y qué quieren aquí?

T/n sintió que su corazón latía con fuerza en su pecho. Este era un momento crucial. —Soy T/n Malfoy, y él es Alastor Potter. Estoy... estoy buscando refugio.

Andromeda frunció el ceño al escuchar el apellido "Malfoy". Su mirada se endureció momentáneamente, pero luego su expresión cambió al ver los ojos de T/n, que eran tan similares a los de su hermana Narcissa. Reconoció en ellos un eco de su propia juventud, y algo en su interior se suavizó.

—T/n... —Andromeda pronunció el nombre con cautela, como si lo probara en sus labios—. Eres la hija de Narcissa, ¿verdad?

T/n asintió. —Sí, ella es mi madre. Nos envió aquí. Estamos en peligro y necesitamos ayuda.

Andromeda los observó durante unos momentos más, evaluando sus palabras y su apariencia. Al fin, pareció tomar una decisión. Se hizo a un lado y les hizo un gesto para que entraran.

—Adelante, pasen rápido, antes de que alguien nos vea.

T/n y Alastor entraron apresuradamente en la pequeña casa, que estaba cálidamente iluminada con una chimenea crepitante en una esquina. Andromeda cerró la puerta tras ellos y se volvió para mirarlos detenidamente.

—Siéntense, ambos —dijo, señalando un par de sillas cercanas a la chimenea—. Parecen haber pasado por un infierno. ¿Qué ha pasado?

T/n ayudó a Alastor a sentarse, su mirada preocupada fija en él mientras hablaba. —Mi padre... Lucius... nos descubrió tratando de escapar. Está... está furioso, Andromeda. Y mi madre... ella nos ayudó a escapar. Me dijo que viniera aquí, a buscarte.

Andromeda alzó una ceja. —¿Narcissa te envió aquí, a mi casa? ¿Cómo supo dónde encontrarme?

T/n tomó aire, sabiendo que este era un momento delicado. —Ella siempre hablaba de ti, de cómo fuiste valiente al elegir tu propio camino. Decía que si alguna vez necesitaba ayuda, o si algo malo sucedía, debía venir aquí. Que tú entenderías.

Andromeda se quedó en silencio por un momento, sus ojos llenos de nostalgia y tristeza. Finalmente, suspiró y asintió con la cabeza.

—Narcissa... siempre fue más fuerte de lo que la gente creía. Estoy sorprendida, pero también... entiendo por qué te envió aquí. —Se acercó a Alastor, examinando sus heridas—. Necesitas atención médica, muchacho. Puedo hacer lo que pueda, pero necesito saber si hay algo más grave.

Alastor negó con la cabeza débilmente. —Estoy bien... solo unos cortes y golpes. Nada que no pueda soportar.

—Eres un Potter, después de todo —comentó Andromeda, con una sonrisa irónica—. Todos parecen tener una inclinación por meterse en problemas.

Mientras Andromeda se movía para buscar algunos suministros, T/n se acercó a Alastor, tomando su mano. —Estaremos bien, ¿sí? Confía en mí.

Alastor sonrió ligeramente, con una chispa de afecto en sus ojos. —Confío en ti, T/n. Siempre.

Andromeda regresó con un botiquín y comenzó a tratar las heridas de Alastor con destreza. Durante un rato, trabajó en silencio, concentrada en su tarea. Pero finalmente, volvió a mirar a T/n, su expresión llena de curiosidad.

—T/n, sé que tu madre te envió aquí, pero... ¿por qué ahora? ¿Qué ha cambiado para que ella decidiera romper su lealtad a la familia y a... ya sabes quién?

T/n dudó un momento, pero luego decidió ser honesta. —Porque... porque me enamoré de Alastor, y no podía soportar lo que nuestra familia está haciendo. Y ella... creo que siempre ha tenido dudas, pero nunca tuvo la oportunidad de expresarlas. Hasta ahora.

Andromeda asintió lentamente, como si entendiera más de lo que decía. —El amor... —murmuró—. Siempre ha sido una fuerza poderosa en nuestra familia, tanto para bien como para mal. Parece que Narcissa finalmente decidió actuar por él.

—Ella siempre decía que tú habías sido valiente al elegir a tu propio amor, a pesar de todo —añadió T/n—. Decía que envidiaba tu libertad y tu coraje.

Andromeda sonrió tristemente. —Mi matrimonio con Ted fue mi forma de rebelarme, de ser quien realmente soy. Y pagué un precio por ello. Pero también encontré la paz que necesitaba. Tal vez tu madre está buscando lo mismo, a su manera.

T/n asintió, sintiéndose comprendida por primera vez en mucho tiempo. —Creo que es así. Y yo... solo quiero encontrar mi propio camino, como tú lo hiciste.

Andromeda le dedicó una mirada cálida. —Entonces, estás en el lugar correcto. Pueden quedarse aquí el tiempo que necesiten. Pero deben saber que si te encuentran aquí, habrá consecuencias para todos nosotros.

—Lo sé —respondió T/n con firmeza—. Pero no tengo otra opción.

Andromeda se quedó en silencio un momento, luego asintió, como si aceptara la gravedad de la situación.

—Muy bien. Nos enfrentaremos a lo que venga. Pero primero, necesitas descansar. Ambos lo necesitan. —Luego, se volvió hacia Alastor—. Te pondré un par de pociones para acelerar tu recuperación. No podemos permitirnos quedarnos mucho tiempo en un solo lugar.

T/n sonrió agradecida. —Gracias, tía Andromeda. No sabes lo que esto significa para nosotros.

Andromeda le devolvió la sonrisa, más cálida esta vez. —Lo sé, querida. Y lo haría mil veces más, si significa que estás a salvo.

Mientras la noche caía, la pequeña casa en el bosque se llenó de una tranquilidad frágil. T/n sabía que esto solo era un respiro en medio de la tormenta, pero al menos, por un breve momento, estaban a salvo.

Corazones ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora