Capitulo 3

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Perfecto Noa, perfecto. Perdida en un aeropuerto la primera vez que entro, ole yo.

Seguí caminando hacia no sabía donde. Hasta que oí lo que anunciaban por megafonía;

-"INFORMAMOS QUE LA PUERTA DE EMBARQUE DEL VUELO 4849 DESTINO PALMA DE MALLORCA ES LA NÚMERO 71, REPITO, LA NÚMERO 71. SE ABRIRÁN Y PODRÁN EMBARCAR EN CINCO MINUTOS, GRACIAS."

Lo repitió en cinco idiomas distintos.

Mierda. ¿Y ahora que hago?

Seguí caminando y mirando hacia todos los lados, por si reconocía alguna cosa, pero nada. Así que saqué el móvil y decidí llamar a Enzo, ya que mi madre se pondría muy histérica si la llamo a ella.

-¿Si?

-Enzo!

-Dime Noa, ¿Dónde estás? ¿Te has caído por el váter o qué? Dentro de unos minutos empezaremos a embarcar, date prisa.

-Enzo, esque a ver, cómo decirlo... Em... Me he perdido.

-¿QUÉ? –Gritó. Y pude oír como mi madre desde el otro lado de la línea preguntaba que ha pasado. -Vale, a ver Noa, escuchame, ahora mismo en el lugar en el que estás, ¿Qué ves?

-Pues a la izquierda veo una tienda de chucherías, al lado una "Claire's", más adelante hay un pequeño quiosco y un bar.

-Oyeme, no sigas por ahí, porque te estás yendo hacia la otra terminal, tolai. Da media vuelta, e irás a parar a un pequeño Mc Donalds que hay, te espero allí. Corre, que si no nos tocará cogernos los peores asientos del avión.

-Voy. –Dije colgando el móvil y dando media vuelta.

Corrí mientras miraba por todos lados para encontrar el supuesto Mc Donalds. Oí un silbido que venía des de atrás, y giré la cabeza para ver si era Enzo.

Pero tuve la mala suerte de chocarme con alguien.

-¡AAAH!-Grité, al caerme de morros al suelo.

Mierda.

La persona con la cual había chocado me dio la mano, para ayudarme al levantar. Alcé la cabeza para mirar quién era, tierra trágame.

Era un chico guapísimo, medía aproximadamente un poco menos de 1,80, parecía tener alrededor de diecisiete años, con el pelo castaño oscuro, y unos ojos verdes que dejaban muerta a cualquiera, para no hablar de sus labios, madre mía. Tenía pinta de ser inglés, o alemán, por sus rasgos y su expresión un poco sería, al principio. Las pulsaciones me iban aumentando a medida que las mejillas se me enrojecían.

Dejé que me ayudara a levantarme y seguidamente me quise disculpar, y cómo no, la volví a cagar.

-Oh, I'm so sorry, sorry, I no look por donde iba y pum, me choqué, sorry, sorry. –Le dije dejándolo maravillado con mi perfecto inglés. Pillad la ironía, por favor. Que ridícula.

El chico se empezó a reír a carcajadas, aunque no decía ni palabra, se estaba riendo literalmente de mi puta cara, bien Noa, bien.

-No pasa nada. –Me dijo él, con una sonrisa de oreja a oreja.

Dios, su sonrisa.

-Ah... ¿Hablas Español? –Le pregunté.

Joder.

-Sí. –Me dijo aún riendo. Que momento más incómodo para mí.

-Pues, lo siento, de verdad, es que no estaba mirando y no encuentro a Enzo y pues me he estresado y.... –Me callé de repente. Le estaba contando toda mi vida a un desconocido. ¿Por qué coño le tendría que importar?

Soy idiota.

-Tranquila. –Me dijo. -¿Te has perdido?

-Em... Sí. –Dije avergonzada.

-Vaya, vaya, ¿Qué buscas?

-¿Un Mc Donalds? –Le dije no muy convencida.

-Ah sí. Sigues hacia delante y en la esquina que dobla a la derecha, ahí está.

-Vale, muchas gracias......

-Aaron. –Me dijo, sonriendo.

-Muchas gracias Aaron. –Le dije devolviéndole la sonrisa, mientras las pulsaciones cardíacas me seguían aumentando.

Decidí seguir corriendo, esta vez con más precaución, hacia el pequeño Mc Donalds, donde ahí, por supuesto, estaba Enzo. El verle me alegró la existencia. Fui hacia él y los dos nos dirigimos hacia la puerta número 71 de embarque, donde nuestros padres estaban guardando lugar.

Dimos los pasaportes y el billete y entramos, nos sentamos hacia las filas del centro, por suerte. El viaje era aproximadamente de 1h30, así que al despegar aproveche para oír música, ya que odio un poco esto de las alturas y todo el rollo. Me senté en los asientos al lado de Carmen, que estaba en la ventana, Enzo en el centro y yo en la punta. Mamá, Aroa y Papá estaban en los tres asientos de al lado. Una vez en el aire, decidí coger mi libro, y leer un rato.

-¿Y ya has hablado con Ana? –Me preguntó Enzo interrumpiendo mi lectura.

-Sí, me dijo que prefería quedar mañana. –Dije despegando mi mirada del libro.

-Ah bueno, vale. ¿Te pasa algo? Te veo tensa... -Me dijo Enzo mirándome con cara de preocupación.

-Es que me estoy meando, y además estoy centrada en la lectura. –Le respondí .

-Ve al baño, chica. –Me dijo riendo a carcajadas.

-Odio los baños claustrofóbicos de los aviones.

-¿Y piensas mearte encima?

-Cuando vea que no aguanto más ya iré.

-Si es que tu nunca cambiarás. –Me contestó, riéndose de mi cara.

Recuérdame. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora