Mi padre se marchó, siempre mirándonos de reojo. Cuando lo perdimos de vista la tensión se fue, al menos por su parte.
-Lo siento mucho, una vez más. –Le dije. –Esque es súper pesado y anticuado y... -Dije disculpándome.
-No pasa nada, Noa. –Me dijo intentando relajarme. –Es normal que quiera saber con quien sales.
-Pero no es normal presentarse así como así después de haberme echo una larga entrevista de preguntas. –Le dije riendo.
-Bueno. –Dijo soltando una carcajada. -¿Vamos?
-¿A dónde vamos?
-¿Al puerto? –Preguntó.
-Vamos. –Respondí.
Fuimos de camino al puerto.
Después de contarnos nuestras vidas, compartir gustos y aficiones, y saber casi todo el uno del otro, llegamos allí y nos sentamos en un banco que había al lado del puerto.-Y entonces, ¿Cómo es que estás aquí en Mallorca? Si eres de Madrid. –Pregunté.
-Cada año en verano me vengo aquí a casa de mis abuelos, trabajo en la cafetería de su hotel algunas noches, para ganarme algo de dinero, y me marcho en Septiembre.
-El... El hotel, ¿Es de tus abuelos? –Pregunté, bastante sorprendida la verdad.
-Sí.
-Vaya... Pero entonces...
-Dime.
-¿Qué hacías en el mismo aeropuerto que yo, en Asturias?
-Estaba visitando a mi novia. –Me respondió.
Unas palabras que hicieron que el estomago se me revolviera, y el corazón me latiese de tal forma que me dolía. Un ácido subió por mi garganta quemando, aunque no llegó a la boca, mi rostro se empalideció. No pude decir nada más.
-¡Que es broma! –Dijo riéndose como un desquiciado, al ver mi cara.
Al oír esas palabras mi cuerpo se tranquilizó, no sé porque. Pero menudo susto. Quise decirle unas cuantas cosas, ya que la adrenalina circulaba por mi cuerpo, pero decidí callarme, ya que no se supone que hubiera ningún problema si él tuviera... Novia.
-Ah... Vale. –Le respondí finalmente. –Pero todavía no me has contestado, ¿Qué hacías allí?
-Estaba de paso, visitando unos amigos de allí.
-Que casualidad.
-Muchas "casualidades", ¿No crees?
-Sí, bastantes. –Afirmé.
-¿Sigues sin creer en el destino? ¿Después de todo?
-¿Cómo que después de todo? –Pregunté.
-¿Crees enserio que fueron puras casualidades habernos chocado en el aeropuerto, y que también fuera una casualidad ir en el mismo avión, y aún por encima, una "casualidad" de que te alojaras en el hotel de mis abuelos?
-Sí.
-Que cabezona eres.
-Felicidades. Sabes una cosa más de mí. –Le dije de cachondeo.
-Pues yo si creo en el destino. –Me dijo.
-Ya lo sé, me lo dijiste.
-Y se que tu y yo estamos destinados.
-¿Qué? –Dije.
-Nada. –Respondió. –Vámonos, que ya empieza a hacer fresco.
Esa frase se me quedó en la cabeza, "Sé que tu y yo estamos destinados" por una parte, sabía a que se refería, pero por otra no, aunque decidí no preguntare nada más respecto a eso.
Estuvimos en las butacas del hotel un buen rato. Hasta las 20:30h que vinieron mamá, Carmen, Enzo y Aroa, ya que papá estaba preguntando una cosa en recepción.
-Vaya... Así que tu eres el amigo de Noa. –Dijo mi madre al ver a Aaron.
-Sí, me llamo Aaron, encantado. –Dijo dándole dos besos en la mejilla.
Que mono, por favor.
Estuvieron un pequeño momento hablando, hasta que nos despedimos.
-Hasta mañana. –Me dijo Aaron. –Dándome dos besos en la cara, y haciendo que las mejillas se me pongan coloradas.
-Adiós. Hasta mañana. –Le dije con una sonrisa en la cara.
Cuando Aaron se fue, fuimos a cenar al restaurante.
-Es un buen partido. –Me dijo mamá, al verme tan callada. –Parece muy educado y respetuoso.
-Lo es. –Le dije. –Pero solo somos amigos, mamá.
-Vale, vale.
[...]
-Noa. –Me dijo Enzo en la habitación, mientras mirábamos la TV y Carmen dormía.7
-Dime. –Le dije.
-Cuéntame quien es ese tal Aaron, que se te olvidó contarme ese pequeño detalle. –Me dijo irónicamente.
Le explique detalle por detalle, como lo conocí y todo lo que pasó, y poco a poco pude observar como los rasgos de su cara parecían entristecer. Aunque no entendía porqué.
-Vaya, que has quedado con un desconocido. –Me dijo bordemente.
-Es un amigo, ahora. –Le dije.
-Ah, vale. –Me respondió. Haciendo que hubiera demasiada tensión entre los dos, y un silencio que daba miedo.
-Enzo. –Le dije cinco minutos después, para romper ese silencio abrumador.
-Dime.
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Recuérdame.
RomanceMi nombre es Noa. Hace un tiempo no creía en el destino, tampoco en el amor, lo veía absurdo, nunca lo había sentido. No había sentido nunca esa sensación de necesitar a alguien, la necesidad de tener alguien a tu lado que te dé cariño. Hasta que ap...