Capitulo 7

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A las cuatro de la tarde ya estábamos allí Enzo y yo, hablando, cuando vimos a Ana venir con un niño de unos 10 años aproximadamente al lado, supongo que sería su hermano, y de una niña de su misma edad, con un tipazo diez, era súper parecida a Chloe.

-Hola. –Le dije al verlos. Los saludé a los dos con dos besos en la mejilla. Enzo hizo lo mismo.

-Noa, esta es Rebeca. Rebeca, esta es Noa. –Dijo Ana presentándonos.

-Encantada.-Le dije sonriéndole. Aunque ella no me devolvió la sonrisa.

 Que corte.

-Y este enano de aquí. –Dijo Ana. –Es un mi hermano pequeño, Alex.

-Encantado. –Me dijo el pequeño haciéndose el gracioso, que mono por Dios.

-Vamonos. –Dijo Ana.

Estuvimos hasta las seis en la playa, pasando un rato bastante divertido la verdad, Enzo y Alex se habían echo súper amigos, ya que ninguno de los dos paraba quieto.
Nosotras mientras tanto estábamos en la arena charlando, bueno, al menos con Ana, porque si las miradas mataran, con las que me lanzaba Rebeca, ya estaría más que muerta, no se que le pasaba conmigo.

Una vez de vuelta al hotel, más rojos que unas gambas, subimos arriba para darnos una ducha, y luego bajar a cenar al mismo restaurante que la noche pasada, aunque hoy había una pequeña orquestra de música, para el público. La verdad es que la mayoría de los que se animaban a bailar eran ancianos, que bonitos ellos.

-Mamá, me voy a dormir, ¿Sí? Que estoy muy cansada. –Le dije.

-Vale, ve. –Me dijo.

-Yo iré cuando tus padres se vayan a acostar. –Me dijo Carmen. –No os preocupéis.

-Vale. –Dijimos Enzo y yo a coro.

Subimos por el ascensor, para ir hacia nuestra habitación.Entramos y nos pusimos los pijamas, estuvimos un buen rato mirando la TV y riendo, ya que echaban La que se avecina. Apagamos la TV y las luces y nos acostamos, cada uno en su cama.

[...]

**06:00h**

Me desperté sudando, con la boca resequida, había tenido una pesadilla. Necesitaba beber algo, pero ellos no se despertaban hasta las ocho y media. Así que decidí ponerme unos shorts de chándal, una camiseta, cogí dos euros, y me puse unas chanclas. Me hice un moño apañado, ya que a esa hora no había casi nadie y bajé a la cafetería, que era 24h, a buscar una botella de agua, o moría por deshidratación.

Salí del ascensor frotándome los ojos por el sueño, dirigiéndome a la barra para pedir agua.

Perfecto, no había nadie atendiendo. Así que como empezaba a ponerme de los nervios, y por la mañana tengo una mala leche flipante, decidí hablar.

-¿Hola? Alguien que me pueda servir. –Dije llamando un poco la atención de dos señores mayores que había allá.

-Niña, el camarero ha ido a buscar una botella al almacén. Ahora vuelve. –Me dijo uno de los ancianos.

-Vale, gracias. –Dije sentándome en los taburetes que hay en la barra. Apoyando la cabeza en mis manos, mientras poco a poco se me iban cerrando los ojos.

-Tengan señores. –Una voz muy familiar sonó de fondo, pero yo estaba apunto de quedarme dormida allí mismo, así que apenas presté atención.

-Perdone, ¿Quiere algo? Oiga... -La voz que me resultaba familiar estaba cada vez más cerca, pero mi cerebro estaba volviendo a la fase "Como me despiertes, te pego un sillazo"-

 –Oiga, ¿Me escucha? –Dijo tocándome el brazo en el cual tenía la cabeza apoyada. Al momento levanté la cabeza, asustada.

-¿Qué? Perdona. -Dije frotándome los ojos.

OH

DIOS

MÍO.

-¿NOA? –Me dijo.

Dime que esto es un sueño, y que no voy a despertar de él, no puede ser.

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