Capítulo 8

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El mundo parecía haberse detenido a nuestro alrededor. No había nada más, solo él y yo. Nuestras miradas seguían entrelazadas, como si el tiempo se hubiera suspendido. Estábamos a un paso de que todo cambiara. JJ se movió ligeramente y, con voz suave, habló.

—Bea, si no estás segura... esperaré el tiempo que sea necesario. Sé que es complicado, por John B y el grupo. Pero pase lo que pase entre nosotros, siempre estaré aquí para ti. No me iré a ninguna parte, te lo prometo. —dijo, acariciando suavemente la piel que quedaba descubierta entre mi camiseta y mi pantalón.

—Nunca en mi vida había estado tan segura de algo, JJ. Eres lo que más deseo en este mundo, aquí y ahora. No quiero nada más. —mi voz temblaba de nerviosismo. En ese instante, JJ se inclinó hacia mí, y no hizo falta decir ni una palabra más para saber lo que sucedería a continuación.

Nuestros labios se encontraron en un beso desbordante de deseo, tan intenso que, por un momento, sentí que la emoción encendía cada rincón de mi ser

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Nuestros labios se encontraron en un beso desbordante de deseo, tan intenso que, por un momento, sentí que la emoción encendía cada rincón de mi ser.

Nuestras respiraciones, cargadas de anhelo y una necesidad urgente de explorar cada rincón del otro, llenaban la sala. Los chicos seguían hablando fuera; podrían entrar en cualquier momento, pero no me importaba. Al fin, lo que más deseaba estaba sucediendo.

—Esto es mucho mejor de lo que me imaginaba. —dijo JJ, entre besos. Pude sentir como sonreía mientras lo hacía. Los besos fueron perdiendo intensidad, pero los disfrutábamos más, apreciando cada detalle, cada toque, cada mirada llena de pasión, alegría, felicidad y, sobre todo, amor.

—No sabes las ganas que tenía de besarte. Si no pasaba pronto, iba a volverme jodidamente loca. — dije con una sonrisa.

—A mí sí que me vuelves loco. No sales de mi cabeza ni un segundo en todo el puto día. Me persigues a donde vaya cuando no estás a mi lado. Ahí sí que me pongo histérico... cuando no estás conmigo, siento que me falta el aire, que no puedo ni respirar tranquilo.

Sonreí. Nunca había sido tan feliz en toda mi vida. Lo quería, más que nunca, pero no podía evitar el miedo que me invadía cada vez que pensaba en la posibilidad de perderlo.

—Deberíamos volver, o John B aparecerá... y le prometiste que no haríamos nada en nuestra casa, mucho menos cuando él estuviera. —dije mientras mordía suavemente mi labio, con una mirada pícara.

—¿Me estás retando, princesa? —respondió, dejando un beso en mi cuello. Sentía como me flaqueaban las piernas. JJ me levantó y me subió en la encimera con una facilidad asombrosa. Se colocó entre mis piernas, y yo las rodeé alrededor de su cintura, atrayéndolo más hacia mi.

—Puede...—dije, jadeando por la tensión y los nervios del momento. Él sonrió, se inclinó y mordió suavemente mi labio inferior. Ese gesto tuvo un gran efecto en mi, que recorrió directamente mi abdomen.

—Yo que tú no lo haría, te recuerdo que no estamos solos. —me dijo, mirándome a los ojos. Era tan atractivo, incluso sin intentarlo. Con solo existir ya tenía poder sobre mí, cortándome la respiración.

Corazones en la marea | JJ MaybankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora