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[…]

—Pasa, Harry, adelante. —dijo Dumbledore desde adentro de su oficina.

Harry tenía los pelos de punta. Nada ni nadie podía salvarlo.

—¿Para que me necesita, señor?

—Tu sabés bien para que, Harry —sonrió.

El chico cerró los ojos por unos segundos, mientras sentía los pasos de Dumbledore cerca suyo. Las manos del anciano mago viajaron a través de su túnica y tocó el abdomen de Harry.

—Tan suave…—murmuró a su oído.

—Señor…—trató de contenerse las ganas de llorar. Pero no podía, simplemente no.

—Shh..no hables, Harry. Quiero que estés callado.

Harry tenía la impotencia e impulso de golpearlo. De gritarle y eso fue lo hizo:

—¡No me toque!

Su magia vibraba en la habitación, Dumbledore lo miró con molestia y alzó su varita, pero, la bajó en seguida; y lo que hizo fue propinarle un golpe a Harry en la nariz.

—¡No me toque, suélteme! —gritó éste con dolor, y Dumbledore lo agarró más fuerte de la cadera—...no...

La puerta fue abierta y por ella se pudo ver a Snape. Éste lucía sorprendido.

—¿Qué está pasando aquí, Albus?

—¡Severus, muchacho! Pasa, pasa, lo que pasa es que Harry y yo estábamos teniendo una plática muy interesante, ¿verdad, Harry? —lo miró amenazadoramente.

La sangre bajaba como agua de su nariz. Snape lo miró con preocupación.

—¿Por qué le está sangrando la nariz, señor Potter?

—Se cayó —dijo Dumbledore, sonriéndole—, y lo estaba ayudando. Por cierto, ya te puedes ir a tú sala común, Harry.

Harry y Snape cruzaron miradas y éste último, le hizo señas de que obedeciera. Harry, entonces, se fue de ahí.

—¿Potter? —habló la aburrida voz de Malfoy.

—¿Me sigues a todos los lados o que, Malfoy? —preguntó desconcertado.

—Podria ser —curvó sus labios—. ¿Por qué tienes sangre?

—Me caí, eso es todo.

—¡Ay, si y yo soy la estúpida de Granger!

Harry se contuvo sus palabras.

—…¿Tienes tu varita? —inquirió Draco.

—No —respondió Harry, extrañado.

—Era para curarte la nariz, pero, ya que...vamos a la sala común. La mia la tiene Riddle custodiada.

Ambos caminaron a la par del otro, Harry por alguna extraña razón no se sentía incómodo al lado de Draco.

En cambio, se sintió cálido y esa calidez de gustó.

basilisco..—Draco dijo la contraseña y la entrada se abrió. Ambos se dirigieron a su habitación.

Draco rompió un pedazo de tela (que era de muy buena calidad, por cierto), lo mojó con agua y se arrodilló entre las piernas de Harry.

Éste último, estaba sentado en la orilla de su cama y su rostro enrojeció. Draco (al ser más alto que él) le quedaba pegado al rostro.

—Aver...—dijo y comenzó a limpiar la sangre que salía por su nariz.

Harry transpiró el aroma de Draco, era menta, con unos toques de canela y manzana verde (el cual se colaba debido a un mechón de pelo que Draco tenía en la frente). Analizó sus finas, y debía admitir, hermosas facciones.

—¿Qué tanto me ves, Potter? —lo miró a los ojos con una sonrisa lasciva.

—Nada —se rascó la nunca, con nerviosismo.

Draco rió suavemente y siguió limpiando su rostro, el cuál, ahora, se sentia fresco.

—Tus ojos son muy lindos —le halagó Malfoy, quitándole sus lentes.

—l..lo..los tu.. tuyos también —sus mejillas y rostro estaban que ardían de la vergüenza.

Harry no veía casi nada, pero si el brillo en los ojos de su enemigo.

Porque..

¿Eran enemigos, no? ¿Aún lo eran, cierto?

Malfoy se acercó aún más a su rostro, y sus labios rosaron los suyos. Era como la primera vez.

No, no lo era. Porque la primera vez, fue algo repentino, algo a lo que reaccionó muy tarde.

Sin embargo, esta vez era muy lindo, se estaba sintiendo mágico.

—…Harry…—susurró sobre sus labios y sus respiraciones se mezclaron— me tienes loco…

—Demuéstralo —susurró Harry cómo respuesta.

Entonces, volvió a suceder, los labios de ambos se tocaron y Harry se sintió cálido, se sintió pleno cuando sintió (no sólo los dulces labios de ese rubio) sonrió las manos de éste, cuando tocó su cuello y su pelo a la vez.

Harry envolvió sus brazos en la cintura de Draco y abrió su boca, dejando que el antes aludido introdujera su lengua.

Una suave pelea entre serpientes comenzó y en definitiva; ninguna quería separarse ni perder.

La Serpiente De La Orden ┃ Harco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora