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Amara

No creí que la ducha me relajaría tanto, pero lo hizo. Debo admitir que nunca yo nunca, nunca. De niña lo jugué con Iara y unas compañeras de su colegio, pero ninguno implicaba alcohol. 

Todos se fueron del departamento para buscar sus cosas, yo por mi parte no tenia que buscar nada, ya todo lo tenia aquí. Mi papa me llamo varias veces hasta que se canso de insistir y no volvió a llamar. Mama, bueno ella no quiere ni verme la cara como yo tampoco la quiero ver a ella. 

Un día papa me conto que ella le hubiera gustado tener un hijo, decía que causaban menos problemas, cuando supo que era niña no bailo de alegría exactamente, pero papa si ya que quería una niña. 

Todavía sigo pensando si realmente la historia es cierta. 

La primera en volver es Natalie, trae un bolso grande que imagino debe contener toda su ropa porque si hay algo que esta chica saber hacer es vestirse. Siempre cambia su ropa dependiendo que va hacer. Ahora lleva unos pantalones anchos y una remera suelta, parece algo simple pero ella lo luce como si no lo fuera. 

—Mira que traje— Me muestra una caja llena de cervezas. — Irak me dijo que traería mas pero quiere que estamos todos juntos para usar las llaves que dejo el Señor X.

—¿Por qué nos ha dejado la llave justo en este momento?

—No lo sé, pero me gustaría pensar que tiene la botella de whisky más cara del país.

Puedo imaginar que botella podemos encontrar. Mis padres coleccionan vinos caros pero el papá de Iara es un fiel coleccionista de whisky. Uno en particular nos dejó probar una vez y era el The Macallan 1926 uno de los mas caros.

Escuchamos como se abre la puerta y entra Charlie. Hoy estuvo bastante simpático, diría hasta que me agrado pasar un mínimo de minutos lavando los platos con el. Me gustó que me enseñará y no que me juzgará por no saber.

Me espera un comentario como "la nena de papá no sabe lavar los platos". Pero recibí todo lo contrario. Su ayuda y su enseñanza.

—Ten, traje lo que pediste. Aunque debo admitir que es un poco raro— Le da unos tampones a Natalie. Comienzo a reírme.

—¿Tu fuiste a comprar eso solo?

—No te rías, fue vergonzoso. Hasta que una señora paso y me dijo que los mejores para una chica son los medios. No sé que significa y no quiero saber.

Me quedo mirando a Natalie que me dice que realmente necesitaba que alguien se los comprara porque ella no maneja mucho por ciudad.

Al cabo de unos minutos vuelve Charlie con el mismo bolso y lo tira al sofá. Al parecer las chicas nos ocupamos todas las habitaciones. Pero, no es cierto. Natalie dijo que no tenía problemas de compartir con Irak. Pero la tercera habitación sigue cerrada.

—Creo que dormiré en tu sofá, si no te molesta claro— Rodeo los ojos, el sabe que no es mío, pero sabe que ahora vivo aquí.

—Es todo tuyo, porque además, también es tu sofá.

—Que consideras eres, pero no recuerdo que me pidieras permiso para sentarte en "mi sofá" — Porque si, estoy sentada.

—Bueno, no creo tener que pedir permiso de todo. ¿O tu crees que debería?— Me levanto quedando de frente a el, si aunque es un poco más alto que yo no me molesta admitir que no intimida mucho. En realidad casi nada.

—Ríndete Charlie, aunque quisieras no le ganas Amara. Ni en la miradas, ni en fuerza, ni en habilidad.— Pero no se mueve, su mirada sigue clavada en mi, penetra muy profundo. Sus ojos verdes estaban en una guerra con los míos.

La Suerte está Echada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora