Capítulo 25

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Sombras y Ruinas

El amanecer apenas comenzaba a teñir el cielo de gris cuando Alessia, Alexander y Carla se reunieron en lo que quedaba de la sala de operaciones. La explosión había causado estragos, pero no había destruido todo. Ricci, Giovanni y sus hombres habían logrado escapar en el caos, pero el precio que Alessia había pagado por la traición de su hermano era mucho más que infraestructura.

Había perdido algo invaluable: la confianza en su sangre.

—Los reportes iniciales indican que no hubo bajas fatales entre los nuestros. Solo heridos. —dijo Carla, intentando sonar optimista, aunque su tono era sombrío.

Alexander estaba revisando mapas y reportes junto a Alessia, con su típica calma controlada.

—Esto fue un ataque quirúrgico. No querían destruirte por completo, Alessia. Solo querían debilitarte. Prepararse para el golpe final.

—Giovanni quería algo más que eso. Quería enviar un mensaje. —respondió Alessia, con los labios apretados.

Carla la miró con una mezcla de preocupación y miedo.

—¿Crees que realmente quiere... matarte?

—No tengo dudas. Si está dispuesto a aliarse con Ricci, no hay límite para lo que hará. Pero lo que me preocupa no es lo que ya hizo, sino lo que viene.

Alexander colocó una mano sobre la de Alessia, un gesto que no pasó desapercibido para Carla.

—No enfrentaremos esto solos. Tengo contactos que pueden ayudarnos a rastrear sus movimientos. Ricci no puede esconderse para siempre. Y Giovanni... él no escapará esta vez.

Alessia asintió, pero la furia en su interior no disminuía. Giovanni había cruzado una línea que no podía desdibujarse.

Horas más tarde, en la mansión Romano...

El silencio en la casa era sepulcral, interrumpido solo por los pasos de Alessia mientras recorría los pasillos. Las imágenes de su infancia con Giovanni pasaban por su mente como un eco distante. ¿Cuándo había cambiado tanto su hermano? ¿Había señales que no quiso ver?

Entró en el despacho de su padre, un lugar que había evitado desde que asumió el control del imperio. Todo estaba exactamente como él lo había dejado: los libros ordenados en los estantes, la silla de cuero frente al escritorio, y la vieja caja fuerte oculta detrás de un cuadro.

Algo en el ambiente la hizo detenerse. Una sensación extraña, como si no estuviera sola.

—Siempre supe que este día llegaría.

Alessia giró bruscamente. Su madre, Beatrice, estaba de pie en la entrada del despacho, su rostro sereno pero sus ojos cargados de emociones.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Alessia, incapaz de ocultar la sorpresa.

—Vine a decirte algo que necesitas saber. Algo que tu padre nunca quiso que supieras.

El corazón de Alessia se aceleró.

—Habla.

Beatrice avanzó lentamente, su voz apenas un susurro.

—Giovanni no está actuando solo. Y esto no es solo sobre poder o territorio. Esto es personal, Alessia. Es sobre tu padre... y sobre nosotros.

Alessia frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir?

—Tu padre tenía secretos, mi niña. Secretos que podrían destruir todo lo que construiste si Giovanni los expone.

El mundo de Alessia pareció tambalearse.

—¿Qué secretos?

Beatrice negó con la cabeza, como si las palabras fueran demasiado peligrosas para ser pronunciadas.

—No puedo decirte todo ahora, pero hay algo que debes buscar. Una carta que tu padre me escribió antes de morir. Está en la caja fuerte. Te dirá lo que necesitas saber.

Sin esperar más, Alessia se dirigió a la caja fuerte, introduciendo el código que recordaba desde su adolescencia. Cuando la abrió, encontró un sobre amarillento, sellado con el símbolo de los Romano.

—Léela con cuidado, Alessia. Y prepárate para lo que viene.

Alessia miró a su madre, pero Beatrice ya había salido del despacho, dejándola sola con la carta.

Mientras tanto, en el escondite de Ricci...

Giovanni estaba sentado en una sala iluminada tenuemente, con Ricci y Marcello de Santis frente a él. Aunque el ataque no había sido un éxito completo, Giovanni parecía satisfecho.

—¿Qué te hace pensar que Alessia no se vengará? —preguntó Ricci, encendiendo un cigarro.

—Porque estará demasiado ocupada lidiando con las revelaciones que están a punto de caer sobre ella. —respondió Giovanni, una sonrisa torcida en su rostro.

Marcello lo miró con escepticismo.

—Subestimar a Alessia es un error, Giovanni. Ella tiene la astucia de tu padre y una ferocidad que tú nunca tuviste.

Giovanni apretó los puños, pero su sonrisa permaneció.

—Eso es exactamente lo que quiero. Que pierda el control. Que cometa un error. Cuando eso suceda, será el momento de acabar con ella.

De vuelta en la mansión...

Alessia abrió la carta con manos temblorosas, leyendo las palabras que su padre había escrito años atrás. A medida que avanzaba, su rostro cambió de incredulidad a rabia, y finalmente a una fría determinación.

La carta no solo contenía secretos del pasado, sino también las claves para comprender por qué Giovanni había tomado el camino que tomó. Pero lo más impactante era la última línea:

"Confía solo en aquellos que han derramado sangre por ti, Alessia. El enemigo siempre viene desde donde menos lo esperas."

Conlas palabras de su padre resonando en su mente, Alessia supo que debíaprepararse para el final del juego. Y esta vez, no habría margen paraerrores. 

Reina Del CrimenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora