Capítulo 9

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El Juego de Sombras

La noche se cernió sobre la ciudad, oscura y fría. Las luces de los rascacielos parpadeaban como estrellas distantes, incapaces de iluminar las calles de asfalto negro donde la oscuridad dominaba. Alessia estaba sentada en su oficina, una copa de vino rojo oscuro en la mano, mirando la ciudad que había construido, pero que ahora sentía más como una cárcel que como un imperio. La llamada de Alexander resonaba en su mente, y sus palabras volvían a ella una y otra vez: Te están observando. Alguien dentro de tu círculo está pasando información.

Era un pensamiento que la inquietaba más que cualquier amenaza externa. La traición nunca había sido ajena a su mundo, pero cuando venía de dentro, cuando venía de quienes uno considera aliados, era un golpe mucho más profundo.

El sonido de los tacones de Carla resonó en el pasillo, y la puerta se abrió sin previo aviso. Carla entró, con la mirada grave y los labios tensos.

—¿Ya está listo? —preguntó Alessia, levantando la mirada de su copa.

Carla asintió, cerrando la puerta detrás de ella.

—He revisado todas las conexiones, y las fugas de información provienen de alguien dentro de tus más cercanos. No es fácil de identificar, pero todos los caminos apuntan a.... alguien que nunca pensarías.

Alessia frunció el ceño. No necesitaba que Carla le diera más detalles; ya sabía a qué se refería. ¿Podría ser su hermano Giovanni? El joven que siempre había tenido más corazón que cabeza, pero que también era imprudente y, a veces, peligrosamente impulsivo. O tal vez, más aún, Carla misma. La lealtad de su mano derecha había sido incuestionable, pero, al igual que Alessia, tenía sus propios secretos.

—¿Tienes algún nombre? —preguntó finalmente, manteniendo la voz controlada.

Carla dudó antes de responder, algo que no era habitual en ella.

—No aún, pero sospecho que se trata de alguien que ha estado cerca de ti por mucho tiempo. Algo no cuadra, y he comenzado a encontrar pequeños detalles que no encajan.

Alessia asintió lentamente, el peso de la situación creciendo con cada palabra. Tenía que descubrirlo pronto. Su imperio, su reinado, estaba en juego.

En ese momento, el sonido de un coche estacionado frente al edificio hizo que Alessia se tensara. Sabía quién era, incluso antes de que alguien tocara la puerta. Alexander Reyes. La conexión entre ellos siempre había sido compleja, cargada de tensión y atracción. Pero ahora, sus intereses parecían entrelazados por algo mucho más grande que la simple química que compartían.

—¿Te quedas o me dejas hablar con él? —preguntó Alessia, dirigiéndose a Carla.

Carla la miró con seriedad.

—Sabes que no confío en él. Y sé que tú tampoco. Pero, si lo necesitas, estaré fuera esperando.

Alessia asintió sin decir más. Carla salió con una última mirada inquietante, dejándola a solas con el hombre que llegaba. Los pasos de Alexander resonaron en el pasillo antes de que la puerta se abriera sin ceremonia. Él entró, con su usual confianza, su presencia poderosa e inconfundible, pero esta vez había algo diferente en su rostro: seriedad, casi gravedad.

—¿Qué has descubierto? —preguntó Alessia sin rodeos, sentándose en su silla, observando a Alexander con cautela.

Alexander cerró la puerta detrás de él y caminó hacia la ventana, mirando la ciudad como ella lo había hecho minutos antes.

—Lo que te he dicho no es solo una advertencia. Hay alguien dentro de tu círculo, alguien muy cercano, que está pasando información a Ricci. Pero no solo eso. Están trabajando con Marcello De Santis.

El nombre de Marcello hizo que Alessia se tensara. Marcello había sido el mentor de su padre, el hombre que le había enseñado todos los secretos del juego del poder. Pero su traición había sido más profunda de lo que ella había imaginado. El que él estuviera implicado con Ricci, alguien con quien nunca había mostrado abiertamente sus vínculos, significaba que el enemigo ahora estaba dentro de las mismas paredes que ella había construido.

—¿De dónde sacas esa información? —Alessia se levantó, acercándose a él.

Alexander giró hacia ella, su rostro serio, pero con algo en los ojos que Alessia no pudo descifrar de inmediato.

—Lo que te he dicho no es solo un rumor. He estado investigando a las personas más cercanas a ti, y encontré algo que me deja claro que no solo Ricci está involucrado. El traidor no está en la calle. Está dentro. Y te aseguro que, si no haces algo pronto, tu reinado podría venirse abajo.

Alessia sintió una oleada de ira y frustración, pero no lo mostró. En su mundo, perder la compostura solo demostraba debilidad. En lugar de eso, respiró hondo, centrándose en lo importante.

—¿Quién? —preguntó en voz baja, sabiendo que la respuesta podría cambiarlo todo.

Alexander no contestó de inmediato. Pareció dudar, como si el peso de sus palabras estuviera por afectarla más de lo que quería admitir.

—Te lo diré en persona, pero no ahora. Hay algo más grande en juego aquí. Algo que no puedes ver aún, Alessia. Pero... estás muy cerca de descubrirlo, y no te va a gustar.

Alessia lo miró con una mezcla de desconfianza y necesidad. Si alguien estaba conspirando contra ella, el tiempo se acababa.

—¿A qué te refieres? ¿Qué más hay? —demandó.

Alexander hizo una pausa, el silencio colgando entre ellos, pesado. Finalmente, se acercó a ella, su voz baja, como si no quisiera que nadie más escuchara lo que estaba a punto de decir.

—El traidor... es alguien dentro de tu familia. Y no es Giovanni. Es alguien que nunca pensarías. —Una pausa. —Es tu madre, Beatrice.

El nombre de su madre cortó el aire como una daga. Beatrice Romano, la mujer que siempre había permanecido en la sombra, aparentemente ajena a los oscuros juegos de poder. Alessia no podía creer lo que escuchaba. Su madre, la mujer que había sido su mayor apoyo, ahora era la última persona en quien podía confiar.

Alessia sintió un nudo en el estómago, su mundo comenzó a tambalear bajo el peso de esas palabras.

—Eso no puede ser cierto. —Su voz tembló, pero se recompuso rápidamente. —Tienes que estar equivocado.

Alexander la miró fijamente, su mirada oscura.

—No lo estoy, Alessia. Los hilos están más cerca de ti de lo que piensas.

Reina Del CrimenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora