Capítulo 27

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La Traición Tiene Rostro

La detonación del disparo resonó en el almacén, rebotando entre las paredes de metal y sumiendo el lugar en un silencio expectante. Alessia entró rápidamente, con Alexander cubriéndola desde atrás, sus armas levantadas y listas para cualquier movimiento hostil.

En el centro del lugar, Carla estaba de rodillas, con las manos levantadas en señal de rendición. Frente a ella, Marcello sostenía su pistola con una expresión de furia contenida.

—Siempre tan impulsiva, Alessia. ¿No puedes llegar a un lugar sin causar una escena? —dijo él, su voz empapada de desprecio.

Alessia caminó hacia adelante, apuntando directamente a Marcello.

—La escena la causaste tú al traicionar a mi padre. Y ahora, intentas destruir lo que construí.

Marcello soltó una carcajada seca.

—¿Destruir? No, querida. Solo estoy reclamando lo que siempre me perteneció. Tu padre nunca tuvo el coraje para tomar decisiones difíciles, y tú... Bueno, eres una versión más sentimental de él. Esa será tu ruina.

—¿Sentimental? —replicó Alessia, dando un paso más.

—Eso fue antes. Ahora, soy exactamente lo que ustedes me obligaron a ser. Y no dudaré en acabar contigo.

Mientras Alessia hablaba, los ojos de Carla iban de ella a Marcello, el miedo reflejado en su rostro.

—Alessia, por favor... no quería traicionarte. Me obligaron.

Alessia no bajó su arma, pero su mirada se clavó en Carla.

—¿Te obligaron? Nadie te puso una pistola en la cabeza. Elegiste este camino. Cuéntame, Carla, ¿cuánto te pagaron por tu lealtad?

Carla negó con la cabeza, lágrimas rodando por sus mejillas.

—No fue por dinero. Fue por miedo. Marcello sabía todo sobre mi familia, sobre mis errores del pasado. Amenazó con destruir a todos los que amo si no lo ayudaba. No podía decirte nada, Alessia. Lo siento.

Marcello interrumpió con un bufido.

—Siempre tan dramática. Carla, cállate ya. Nadie te cree.

Alessia bajó ligeramente su arma, pero su rostro no mostraba compasión.

—Puede que lo lamentes, pero eso no borra tus actos. Dime una cosa: ¿cuánto sabes de los planes de Giovanni y Marcello?

Carla tragó saliva, temblando.

—Están planeando un ataque a tu base principal. Giovanni... él no está contigo, Alessia. Está con ellos. Pero no sé todo. Solo sé que quieren destruirte completamente.

Marcello dio un paso adelante, con una sonrisa de suficiencia.

—Por supuesto que queremos destruirte. ¿De qué otra manera podríamos gobernar esta ciudad? Alessia, tú eres un error. Nunca debiste ser quien liderara este imperio. Y Giovanni... bueno, él sabe que el poder le pertenece.

La ira de Alessia alcanzó su punto máximo.

—Giovanni no tiene derecho a nada. Traicionó a su familia, a mí. Ahora es un enemigo, igual que tú.

—¿Familia? —replicó Marcello, con una risa amarga.

—Tu familia siempre ha sido un nido de serpientes. Tu padre lo sabía, pero nunca hizo nada. Y ahora tú pagas el precio de su debilidad.

Antes de que Marcello pudiera terminar su discurso, Alexander disparó un tiro que golpeó un tubo cercano, haciendo que Marcello retrocediera.

—Menos palabras, más acción. —dijo Alexander, con una sonrisa ladeada.

El caos estalló. Marcello intentó escapar mientras Alexander lo perseguía. Carla quedó inmóvil, atrapada entre la traición y el temor de ser la siguiente víctima. Alessia, por su parte, se acercó a Carla con pasos firmes.

—Esto termina aquí, Carla. Elige: vienes conmigo y confiesas todo lo que sabes, o desapareces para siempre.

Carla, llorando, asintió lentamente.

—Iré contigo. Lo confesaré todo.

Alexander regresó con una mirada seria.

—Marcello escapó, pero dejé un rastreador en su coche. No irá muy lejos.

Alessia apretó los dientes, frustrada pero decidida.

—Entonces lo seguiremos. Pero primero, llevaremos a Carla de regreso. Ella tiene muchas explicaciones que dar.

Carla se levantó lentamente, sus ojos llenos de arrepentimiento. Mientras salían del almacén, Alessia no pudo evitar sentir una mezcla de rabia y tristeza. La traición de Carla dolía más de lo que quería admitir, pero sabía que no podía dejar que eso la detuviera.

El camino hacia el final de este conflicto se hacía más claro, pero también más peligroso. Alessia debía prepararse para el golpe final, incluso si eso significaba enfrentar al hombre que alguna vez llamó hermano.

El coche se alejaba lentamente, mientras Marcello, en otro lugar, se preparaba para su próximo movimiento. Su última frase resonó en la penumbra:

—Si Alessia quiere guerra, la tendrá. Pero no sobrevivirá al próximo golpe. 

Reina Del CrimenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora