Capitulo 4

27 3 5
                                        

Pasaron casi 9 años más y ya era toda una experta con casi todas las armas que nos había enviado mi padre, aprendí las más famosas a la hora del combate y también a pelear cuerpo a cuerpo, con decir que ya vencía a Nana, aunque con el tiempo, había tomado un especial afecto hacia el mazo.

Iba a cumplir 20 en poco tiempo y quiera o no había crecido mucho desde que llegue a Dolly, estábamos practicando como todos los días cuando alguien toco la puerta de la casa, las dos fuimos casi corriendo para abrir. Era el mismo mayordomo que había venido en aquel cumpleaños, y como no olvidarlo, era la única persona aparte de mi mama que se había dejado ver por nosotras en su visita, esta vez no traía ni paquete ni carta nos volteo a ver y finalmente hablo.

-Me permiten pasar- dijo haciendo una seña con el dedo apuntando hacia adentro.

-Por supuesto- respondió Nana un poco nerviosa.

Entro y se sentó muy elegantemente -como me gustaría tener esa aura elegante- nos miró y las dos nos sentamos al mismo tiempo, soltamos una pequeña risita que paramos cuando él se aclaró la garganta, listo para decir el motivo por el que había venido a visitarnos.

-Bueno sin más interrupciones- dijo mientras nos miraba de forma amenazadora, Nana y yo nos sonrojamos un poco

- Déjenme decir que por orden del Amo Fall me veo en la necesidad de llevarme a la Señorita Alex de vuelta a la mansión, ya se le ha preparado una habitación por lo que ella no volverá a este lugar...jamás. Tiene al menos 4 semanas para aprender todo lo correspondiente a la alta sociedad para que el mismo día de su cumpleaños asista a su baile de reconocimiento ante la sociedad aristocrática, también la ahora tutora de la Señorita nos acompañara y trabajara como dama de compañía de la misma, apoyándonos en su educación. Eso es todo por lo tanto síganme- durante todo ese discurso Nana y yo nos mirábamos mutuamente y no sabíamos de que hablaba, nos quedamos petrificadas y el mayordomo al darse cuenta de nuestros pocos signos de entendimiento volvió a hablar – Mi nombre es Wyman mayordomo de la casa "Otoñal" encantado de conocerlas, esas son las órdenes del Señor Fall por eso mismo les sugiero que nos apresuremos a irnos de aquí, sus cosas se quedaran así como están, a hora vámonos- dijo mientras se paraba y dirigía a la puerta, nosotras lo seguimos.

-Espere ¿Qué quiere decir todo esto?- Especule mientras le sacaba la vuelta a la mesa y seguía al recién presentado mayordomo a la puerta

-No necesito darle explicaciones, ordenes son ordenes, y a no ser que no quiera una represaría de su padre, le recomiendo que guarde silencio y me siga- contesto con voz sombría, pero cuando corrí a enfrentarlo pude ver su cara depresiva, como si pudiera ver mi muerte

-No me refiero a hecho- trate de explicar

-Mi padre me ha ignorado los 20 años de mi existencia, ahora de la nada, manda a alguien por mí, ni siquiera viene el mismo, y ahora resulta que me presentara como su hija ante todos... ¡¿DE LA NADA SE ACORDO QUE TENIA UNA HIJA O QUÉ?!- al final termine gritando, esos eran sentimientos reprimidos, no necesitabas ser un experto para saberlo, pero era lo que sentía y quería respuestas

-Esos asuntos los podrá consultar con su padre cuando finalmente lo vea, por ahora quiero que deje eso a un lado, no piense en mí como un enemigo y sígame- dijo tranquilamente a mi exasperación anterior

-Vámonos niña- dijo finalmente Nana, dándome un pequeño empujoncito en la espalda, seguido por su brazo alrededor de mis hombros, supuse que era su forma de consolarme, no creo que en la milicia les enseñen a dar abrazos, pero era más que suficiente para mí, hizo que mi enojo disminuyera y mi corazón se llenara de calidez nuevamente.

Caminamos y caminamos -descubrí que había más árboles que la última vez que pase por ahí- después de unas cuantas horas llegamos a la parte trasera de la mansión y recordé lo tenebrosas que eran las pinturas del pasillo, enseguida había una puerta simple de madera con una perilla muy linda de color plateado, el mayordomo la abrió.

Al entrar a esa habitación, olvide todo lo que había pasado en un instante, haciendo que mis ánimos volvieran a los de siempre, esa era una copia de mi cuarto en Dolly, pero más elegante y con cosas más caras, bueno, muchas más cosas, lo que tenía en Dolly no le hacía absolutamente nada de justicia, parecía sacado de un cuento de princesas, sin perder la sencillez que me encantaba, pero tanto lujo me hacía sentir incomoda, no se olviden que había sido criada con pantalones de hombre, aunque era tan hermosa que me enamore de ella al verla, entonces Wyman interrumpió mi pequeña fantasía en la que yo corría por alrededor de la cama mientras cantaba.

-Señorita Alex, esta será su habitación- dijo y al parecer se dio cuenta de mi emoción a lo cual él sonrió aliviado, no podía creer que era la misma persona que vi con aquel rostro deprimido y sin sentimientos hace apenas saliendo de nuestra casa, bueno, aunque aparentemente ya no viviríamos en ella nunca más, Nana al mirarlo se carcajeo y a lo siguiente Wyman se le unió, lo cual me sorprendió, escuchar a más de una persona reír de ese modo era algo que nunca había escuchado, era como una de las mejores canciones que mis oídos podían captar en ese momento, los observe y finalmente lo entendí, eso era sentirse feliz.

-Parece que los dos se llevan bien- dije dándole pequeños golpes con el codo a Nana.

-No hagas bromas de ese modo niña- dijo Nana.

Si los mirabas juntos eran todo lo contrario Nana era MUY grande y Wyman era delgado pequeño y con algunas canas en su cabello, con un aspecto muy educado, parecía sacado de uno de esos libros de misterio, donde el mayordomo es perfecto y hasta puede hacer malabares con cuchillos para proteger a su amo, creo que debería medirme con esas novelas, por otro lado Nana parecía sacada del ejército, cosa que era verdad, pero se veían bien al lado de cada uno.

Entramos, y yo seguía observando cada cosa de ese hermoso cuarto junto con Nana.

-Bueno las dejo solas, cualquier cosa pueden usar ese comunicador que lleva directamente a la cocina- Apuntando hacia un tubo que sobresalía a un lado de la cama, era de un color plateado y parecía de esos megáfonos donde Nana escuchaba esos discos de toques militares. Después se retiró cerrando la puerta detrás de sí.

Otoño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora