Capítulo 16: Desfile en el Oeste

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— ¡Enzo, date prisa!

— ¡Mateo, Sofía, vuestros zapatos!

— ¿Alguien ha visto mi móvil?

— ¡Tengo que ir al baño antes!

El murmullo de voces llenaba la casa mientras me devolvía a la realidad, sacándome de mi ensimismamiento. Estaba en mi habitación terminando de arreglarme para el desfile. Me había puesto un vestido largo plateado, con detalles brillantes que jugaban con la luz, dejando la espalda completamente al descubierto. Llevaba el pelo suelto, mis rizos naturales otorgándole un volumen extra, y un maquillaje sencillo pero elegante. Justo cuando me estaba abrochando los tacones, unos suaves golpes en la puerta me interrumpieron. Era la abuela.

— Estamos listos, cariño — sonrió mientras yo la observaba con admiración. Llevaba un vestido que yo misma había diseñado especialmente para ella. Era de un tono verde marchito, con encaje en la parte superior que recorría los brazos, cubierto por diminutos cristales que caían como gotas de lluvia. La parte inferior era de seda. Estaba preciosa, y sabía que a abuelo le habría encantado aún más.

— Estás guapísima, abuela Rosita — dije emocionada, acercándome para abrazarla. Seguía sonriendo mientras yo la felicitaba.

— Claro, mi niña. Mi diseñadora exclusiva ha hecho un trabajo increíble para esta ocasión — dijo posando con actitud de modelo. Yo reí entre dientes mientras la aplaudía — Venga, tú también estás deslumbrante, mi niña.

— No tanto como tú, abuela, pero gracias. Estoy nerviosa — admití. Aunque quisiera decir que estaba acostumbrada a estos momentos, la verdad es que cada vez que organizaba mis desfiles los nervios me consumían. Siempre había un pequeño miedo de que algo saliera mal.

Ella negó con la cabeza y me tomó de las manos.

— Esta noche será espectacular, mi Lunita. No pasará nada malo. Naciste para esto, y nada te detendrá — afirmó con firmeza. Sonreí, mordiendo mi labio inferior mientras la miraba con cariño.

— Tienes razón, abuela. Lo mejor es que os tendré a todos conmigo. Eso me tranquiliza mucho — murmuré. Ella me envolvió en un pequeño abrazo, que fue interrumpido por Darío, que llamó nuestra atención suavemente golpeando el marco de la puerta.

— ¿Están listas las dos reinas de la casa para marcharse? — preguntó con una sonrisa enigmática, mientras se acomodaba las manos en los bolsillos de su elegante traje blanco.

Mi abuela y yo asentimos, recogiendo nuestras cosas para salir hacia Villa Bella Vista, donde tendría lugar el desfile. Durante el trayecto, mi mente se vio atrapada una vez más en aquel recuerdo. La culpa me consumía como siempre, y sentía que era la peor persona del mundo. Si tan solo no hubiera entrado en aquella taberna...

" Sus labios buscaban los míos con una desesperación que me dejaba sin aire. Después de unos segundos, reuní el impulso y la fuerza suficientes para separarle y alejarle de mí. Era como si mi cerebro volviera a reconectarse con mi cuerpo, y, por pura conciencia, le di un cachetazo que creo me dolió más a mí que a él. Óscar apenas se movió; su mandíbula seguía marcada con fuerza.

— ¡No vuelvas a acercarte a mí! — le grité entre lágrimas, empujándole antes de salir corriendo.

— ¡Joder!

Fue lo último que escuché, junto con el ruido de cosas rompiéndose, antes de cruzar la puerta por la que me había arrastrado hasta ese lugar. "

Sacudí la cabeza con fuerza, intentando apartar aquel amargo recuerdo mientras guiaba a mi familia hacia el lugar donde todo estaba ya preparado. Las emociones se acumulaban dentro de mí al ver las sillas llenas de personas que aguardaban expectantes. Tras dejarlos en sus asientos correspondientes, prácticamente salí corriendo hacia el backstage al recibir un mensaje de Daniela. Me había dicho que Carla estaba histérica por algo que había pasado, y no tenía ni idea de qué podía ser.

The Way You Hate MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora