CAPITULO 5

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De camino al apartamento pensé en todo lo que había sucedido en estos últimos días, mi vida estaba cambiando poco a poco. Me estaba quedando sin Rob, había besado a un chico del cual conocía muy poco y estaba comenzando a pensar que tal vez mi primer beso se lo había dado a Alessandro. No tenía muchos recuerdos acerca de mi niñez y adolescencia. Era frustrante, muchas veces le preguntaba a mi hermano sobre mi vida antes de que nos viniéramos a Toronto, no había fotos de cuando éramos niños ni siquiera de mis padres, pero el siempre tenia  una excusa y cambiaba el tema.

Parquee el auto rápidamente, lo último que deseaba era encontrarme nuevamente con él, sabía que lo había herido, me sentía de lo peor aunque no entendía sus sentimientos hacia mí, apenas y me conocía; seguramente era el tipo de chico enamoradizo que se fija en la primera chica que se le pasa por el frente, solo de pensar en eso me molestaba, pero también tenía claro que nunca me había sentido emocionalmente preparada para una relación; realmente me da pánico de solo pensarlo, por eso sigo sin entender como fui capaz de besarlo.

Abrí la puerta, al entrar una figura estaba apoyada en el pasamanos de las escaleras.

- Te estaba esperando, ¿No crees que es un poco tarde para llegar a casa?

Le sonreí irónicamente - ¿Qué quieres Robert? Si tienes algo que decir, dilo de una vez estoy cansada - no me gustaba hablarle de esa forma pero no tenia de otra, se la estaba devolviendo.

- Veo que has perdido el respeto hacia mí  no me importa, solo quería decirte que tienes una semana para que recojas tus cosas y te marches.

No lo podía creer - ¿Qué? ¿De verdad me estas echando? - le dije casi gritando, mi voz temblaba, me miro, sus ojos eran tan fríos mi alma cayo, supe que no estaba bromeando y que cada palabra que había dicho era real, nada de remordimiento quería que me fuera.

-Sí, es enserio ¿Acaso me vez riendo? ¿Crees que es una broma? Eres tan tonta Tamara, no quiero volver a verte más y punto - dio media vuelta alejándose de mí.

Solloce, las lágrimas empezaron a correr por mi rostro sentía que algo se había roto dentro de mi y que mi vida se iba.,  él era todo para mi, quien me daba fuerzas para seguir adelante cuando sentía que todo se derrumbaba, a donde se habían ido esos días en los que reíamos hasta mas no poder o cuando nos sentábamos en el sofá a ver películas hasta media noche, ahora el me pedía que lo dejara.

Sentí la puerta principal cerrarse, Alessandro acababa de entrar, corrí a mi habitación pasando por su lado no quería que me viera así, destruida... esa noche no dormí en el momento en que cerré la puerta de mi habitación me obligue a dejar de llorar tenía que tragarme todo el dolor que sentía y seguir adelante, dejaría de ser la chiquilla llorona, era una adulta y tenía que comenzar a valerme por mi misma, no quería acabar como la última vez, en la sala de un hospital cuando quise ponerle fin a mi vida prometí no volver a hacerlo y eso haría.

Empaque mis cosas, ropa, libros, un pequeño cuadro que mi hermano me trajo años atrás en uno de sus viajes Italia, era una pintura hermosa había un prado verde con grandes árboles a su alrededor, los rayos del sol se reflejaban en las aguas de un gran lago en el centro de la pintura, era impresionante como el artista logro plasmar la imagen, era tan real muchas veces sentía que estaba en ese lugar, Robert me dijo en ese entonces que había estado alli en el pasado, pero que ya no era tan hermoso como se mostraba en la pintura, pude percibir la tristeza en sus lugar por lo que no pregunte más.

Mire el reloj aun eran las 4:30 am el tiempo corría lento, me dirigí al baño tome una ducha necesitaba relajarme así sea por unos minutos, vi mi reflejo en el espejo del tocador; lucia cansada, con unas suaves ojeras bajo mis grandes ojos, agradecí no haber llorado mucho de lo contrario estarían tan hinchados que no sería algo lindo de ver.

SanameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora