Vínculo primordial

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A Profundidades Insondables de distancia bajo la superficie, la luz tenue de cristales incandescentes iluminaban las vastas cuevas subterráneas del clan de las serpientes.

Allí, en el corazón del gran templo cavernario, un hombre serpiente de figura imponente permanecía de pie, observando con una mirada ardiente. Nagandra, el primer y único líder del clan, era un espectáculo de poder y majestuosidad. Su piel cubierta de escamas negras reflejaban iridiscencias multicolores bajo la luz natural de las piedras luminosas incrustadas en las paredes. Sus ojos, de un amarillo prematuro, seguían cada movimiento de su pareja, Kaelith, con una intensidad poderosa llena tanto de deseo como de  orgullo. 

Kaelith, en contraste a él, era una figura muy graciada y energica. Si bien su cuerpo no compartía las condiciones físicas de su compañero, poseía una piel tersa con un brillo natural que parecía emanar la luz del entorno. Su cabello largo, de un tono plateado con reflejos azulados, danzaba a cada movimiento apresurado mientras corría de un lado a otro en la cámara principal. La festividad de la primera Tríada Lunar estaba cerca, y Kaelith no estaba dispuesto a dejar ni un detalle sin pulir.

Las serpentinas de hojas entretejidas, las decoraciones cuidadosamente seleccionadas, y las vasijas de néctar y frutos exóticos debían estar perfectamente dispuestas para resivir a los miembros lejanos del clan, justo después de llevar a cabo el ritual de la tríada lunar, y sobre todo para recibir a su hijo mayor quien llegaría con su posible pareja, aunque a Kaelith no le extrañaría ver llegar a su cría sola de nuevo. 

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Aunque los machos serpientea suelen preferir la privacidad de su hogar, algunos machos, los más confiables, miembros de la guardia, se mantienen viviendo cerca. asegurándo que todo esté en perfecto orden, especialmente en las ceremonias y en las cacerías de su líder.
Su presencia siempre se mantiene discreta, ya que cualquier perturbación en la tranquilidad de Nagandra podría ser motivo de muerte.

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Kaelith tenía la costumbre de murmurar para sí mientras organizaba todo.—Las flores deben estar frescas, el aroma debe ser perfecto... —suspiraba mientras ajustaba una corona de pétalos en un recipiente ceremonial—. No puedo dejar que mi cria piense que su hogar ha perdido su toque. 

Aunque sus palabras eran para él mismo, Nagandra escuchaba con atención. Sus labios formaron una tenue sonrisa; conocía bien a su femin, y esa energía incansable que lo caracterizaba era una de las tantas razones por las que lo había reclamado sin dudar pese a pertenecr a alguien mas. Nagandra dejó escapar un siseo bajo, un sonido que resono en las paredes de la cueva, atrayendo la mirada momentánea de Kaelith. 

—¿Qué? —preguntó Kaelith, con un ceño fruncido mientras sostenía una pieza de decoración en sus manos. 
—Nada —respondió Nagandra, con una voz profunda que parecía resonar desde lo más hondo de su pecho—. Solo estoy disfrutando verte. 

Kaelith rodó los ojos, pero sus mejillas se encendieron levemente; conocía perfectamente los pensamientos de su esposo.

Habían pasado años desde que Nagandra lo había arrebatado de los brazos de otro macho. En aquel entonces, Kaelith había sentido indignación, miedo y una rabia incontrolable. Sin embargo, con el tiempo, la forma con la que Nagandra lo protegía y veneraba le había mostrado algo que nunca había experimentado antes. 

Nagandra, por su parte, nunca había dudado. Desde el primer momento en que vio a Kaelith, supo que ningún otro ser, ni siquiera el femin más cotizado de la epoca, sería digno de estar a su lado. La obsesión mezclada con amor lo había orillado a reclamado como suyo, enfrentando la ira de los clanes aledaños por tal acto y llevándose de encuentro a cualquiera que resultara ser un adversario. Pero pese a su caótico comienzo en la privacidad de su unión, Nagandra era distinto. Para Kaelith, era un compañero paciente y observador, capaz de leer cada una de sus emociones con un simple vistazo. 

Kaelith colocó una serie de piedras preciosas en un pedestal central, cada una seleccionada con sumo cuidado para representar la abundancia y la unidad del clan. Nagandra se acercó por su espalda, dejando que su sombra lo cubriera por completo. 

—No tienes que hacerlo todo tú mismo, Kaelith —murmuró mientras deslizaba sus pies suavemente por el suelo, cerca de su femin. 

Kaelith, acostumbrado a la presencia imponente de Nagandra, levantó la mirada y lo encaró. —No pienso recibir a nuestro hijo en un lugar que no esté perfecto. Esto no es solo para él, también es para ti. ¿Cómo líder, no deberías estar más preocupado por el ritual? 

Nagandra inclinó la cabeza, sus ojos brillaban con una especie de diversión. —El ritual no es lo que más me importa, Kaelith. Mi prioridad siempre serás tú.

Ese tipo de confesiones seguían dejando sin palabras a Kaelith, aunque intentaba no demostrarlo. A veces odiaba lo descarado que Nagandra podía ser cuando estaban solos; no había escudo que pudiera protegerlo de esas palabras. 

El sonido de agua corriendo en los canales subterráneos creaba un ambiente relajado mientras Kaelith colocaba un conjunto de velas hechas con cera de insectos. Cada elemento del templo debía hablar de su hogar y sede de su clan, un espacio que mezclaba la fuerza de Nagandra con la calidez y la dedicación de Kaelith. 

A pesar del caos y del largo tiempo juntos, ambos sabían que su relación era un pilar más importante para el clan y un ejemplo de unión bajo la sagrada ¹Vigilia de Tisuna y el ²tercer ciclo de Seyra.

Nagandra se inclinó y, con un movimiento deliberado, tomó la mano de Kaelith, y lo atrajo hacia sí. —Basta de correr mi femin. Ven aquí. 

Kaelith suspiró, permitiendo que su pareja lo envolviera con sus brazos. Aunque nunca lo admitiría en voz alta, la calidez que sentía en esos momentos en su corazón era algo que atesoraba profundamente. 

—Solo esta vez, Nagandra. Pero cuando Canek llegue, no quiero que interfieras con mis planes. Es más ni siquiera te me acerques.

Nagandra dejó escapar una risa baja, siseante, que llenó el espacio. —Lo que mi femin desee, así será. 

En ese instante, cualquier tensión quedó atrás. El templo oculto bajo extensiones incontables de tierra, ahora estaba preparado, era un reflejo del vínculo inquebrantable entre ellos, un hogar en el que ambos habían construido un legado que esperaban algún día compartir con su hijo y su futura familia.

¹Fase completa de Tisuna, dura alrededor de 36 claros largos.

²tercer ciclo completo de Seyra, cada ciclo dura 12 claros-largos. Completa 3 ciclos, al finalizar la vigila de Tisuna.

¡Hola! Les dejo un nuevo capítulo enfocado en los padres de Canek.

¡Por cierto¡ Estoy editando los capítulos anteriores, ya que no estoy conforme con algunas cosas, pero la historia sigue siendo la misma. Solo estoy mejorando la ortografía y alargando los capítulos más cortos.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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Entre accidentalmente al nido de la serpiente malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora