Figura esbelta, curvas suaves y naturales. Su cabello, una obra de arte, mechones sedosos que caen sobre sus hombros y su espalda cual tinta al igual que el de todos los Lan de la familia principal. Su piel, luminosa, con un brillo saludable que habla de una vida activa y equilibrada.
Además, no olvidemos sus rasgos finos y armoniosos. ¡Su juventud y personalidad!
En resumen, ¡Lan DaJi sabía que era una belleza!
Ella era una alfa de alta categoría quien fue bendecida desde su concepción y fue aún más bendecida cuando conoció a su pareja en su infancia, claro, tuvo uno que otro contratiempo en cuanto a su relación y sí, tuvo que recurrir a métodos poco ortodoxos para tener al omega que ella quería como cónyuge pero todo valió la pena y actualmente gozaba de un matrimonio feliz y duradero.
Los días dónde tuvo que privarse de su omega quedaron atrás... O al menos eso se suponía.
Porque, honestamente, joder, ¿No acababa de regresar de firmar un tratado súperdifícil en la tierra fronteriza hace apenas solo dos días? ¿Acaso no merecía un poco de descanso?
—¿Quien demonios toca a esta hora? —gruñó de mala gana. No eran las cinco todavía y había planeado tener un mañanero con su omega, incluso ya lo estaba preparando y de la nada, jodidos golpes sonoros en la puerta interrumpieron la atmósfera sensual que había construido con tanto esmero. Ella quiso ignorarlos y seguir con lo suyo pero su ángel se negó y en su lugar la empujó suavemente hacia un lado y se colocó una modesta bata antes de ir a abrir la puerta.
Lan DaJi solo pudo tumbarse de espaldas en la cama y suspirar decepcionada al ver lo facil que el omega salía debajo de ella. ¿Cuántos omegas no se le ofrecían en sus viajes en bandeja de plata? Y ahí estaba ella, tras uno que se escabulló más rápido que mantequilla. Aunque por supuesto que ni siquiera la belleza más deslumbrante de algún pueblucho se comparaba con su esposo.
¡Eso ni soñando!
Además, primero se sacaba los ojos antes de fijar la vista en otros y se cortaría las manos ella misma si algún día llegase a tocar a otro omega que no fuera él. (Los omegas que fueron más allá de tratar de seducirla y le dieron algún tipo de afrodisíaco...bueno... Comprobaban su punto... O al menos las partes que quedaron de ellos).
—Mmmh ¿Por qué tarda tanto? —con pereza se levantó de la cama para ver qué o quién retenía a su amado lejos de sus brazos.
Sin embargo no fue necesario, justamente cuando se estaba levantando Pei regresó.
Oh, pero por su expresión no era nada bueno.
—¿Que pasa? —preguntó alarmada al verlo cambiarse la ropa de cama tan deprisa.
Lan Pei se volteó hacia ella con urgencia —Ve a reunir a los ancianos yo iré a despertar al joven Jiang. Tu primo... Nuestro líder —se corrigió— ha tenido un accidente.
La sonrisa plácida fue remplazada de su rostro y le hizo caso a su omega. Con rapidez ambos se cambiaron y al estar presentables (porque si, primero la puta etiqueta), los dos se vieron con preocupación una última vez antes de tomar rumbos diferentes.
Lan DaJi volteó para ver la espalda de su omega alejarse y apretó los labios. Tenía un muy mal presentimiento. —Querido, que los dioses nos protejan.
Por alguna razón, sentía que algo grande, algo muy grande estaba por venir.
Ojalá hubiese estado equivocada.
[...]
Si era honesto, Jiang Cheng no recordaba mucho de esa noche.
Es decir, tres días antes acababan de mandar una solicitud para romper el compromiso y esa noche, de lo que recuerda, estaba en otra de sus mini crisis existencial cuando el golpeteo insistente lo sacó a la fuerza de sus pensamientos y un Lan Pei desalineado, su ex sirviente (o al menos así comenzó a referirse al omega en su mente), lo recibió con la noticia de que XiChen estaba herido.
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La obsesión de un Alfa
RandomLan XiChen y Jiang Cheng son comprometidos desde niños. XiChen, al no poder escoger su destino, crece teniendo cierta inconformidad al respecto. Por otro lado, Jiang Cheng crece teniendo cierto amor platónico por el contrario. Luego de varias circun...