Juego de Tronos: Pruebas y tribulaciones del guardián del juramento

Capítulo 46: Liberación de Deepwood Motte

En el Norte...

Las puntas de las lanzas brillaban a la luz del sol naciente mientras la fuerza fragmentada de los nórdicos marchaba hacia el noroeste, rumbo a su destino. A lo largo de los bordes, la hierba brillaba con la escarcha matinal, lo que indicaba que el clima estaba empezando a cambiar lentamente; sin embargo, era un aspecto con el que todos los nórdicos, tanto viejos como jóvenes, estaban muy familiarizados, mientras que sus adversarios no estaban acostumbrados; los cambios ambientales probablemente jugarían un papel en la batalla que se avecinaba.

Bajo el mando de Lord Galbart Glover, las pequeñas fuerzas de represalia del Norte sumaban alrededor de 4.000 hombres y cada soldado llevaba los estandartes de las Casas Glover, Mormont, Forrester, Tallhart y Glenmore respectivamente. Entre Deepwood Motte e Invernalia había cien leguas de bosque, el Bosque de los Lobos. Trescientas millas cuando los cuervos vuelan sobre él. El bosque en sí estaba poblado por campesinos, silvicultores y cazadores. En general, el bosque de Bosque de los Lobos está escasamente poblado, es salvaje e indómito.

En Deepwood Motte, el maestre de Galbart Glover entró en la habitación y le entregó a Yara Greyjoy un mensaje de su tío, el Lord Capitán Victarion Greyjoy, informándole que varios continentales estaban avanzando hacia su posición mientras que la mayor parte de la vanguardia del Norte bajo el mando de Lord Robb Stark avanzaba hacia Foso Cailin; además, se enteró de que el Rey Daveth I Baratheon cruzó el Tridente y se movía rápidamente hacia Foso Cailin desde el sur.

—Un ataque desde el frente norte por parte del Joven Lobo, acompañado de un ataque desde el sur por parte del Joven Ciervo; todo esto mientras una fuerza simbólica se acerca a nuestra puerta. Lo que tengo en la mano es veneno. Debería quemarlo —se dio cuenta Yara mientras dejaba su copa de vino sobre la mesa—. No habrá respuesta —informó al maestre.

Sus rehenes, la esposa de Robett, Lady Sybell, vivían prácticamente en su bosque de dioses, rezando con sus hijos por el regreso sano y salvo de su marido de las Diez Torres; otra plegaria que probablemente no recibiría respuesta. Su árbol del corazón es tan sordo y ciego como el Dios Ahogado. Lord Galbart Glover probablemente estaba furioso después de escuchar lo que estaba sucediendo en su ausencia y dirigió él mismo las fuerzas de los Hombres del Norte en Deepwood Motte. La luna estaba casi llena, la noche tan clara que podía ver las montañas, sus picos coronados de nieve. Frío, sombrío e inhóspito, pero hermoso a la luz de la luna. Sus cumbres brillaban pálidas y dentadas como una hilera de dientes afilados. Las laderas y los picos más pequeños se perdían en la sombra.

Uno de los hombres de Yara, Tristifer Botley, se volvió hacia ella: "La plaza de Torrhen ha caído. Ahora será nuestro turno".

"¿Y qué pasa con los Cleftjaws?" preguntó.

"Se dispersaron sin luchar. Los hombres del norte de Groenlandia entienden el terreno helado mejor que nosotros".

"Entonces estaremos solos."

—Dagmer los aplastará —insistió Tris—. Son sólo lobos.

"Lobos que son más fuertes cuando viajan con sus manadas. 4.000 de ellos y sólo 200 de nosotros".

—Entonces —dijo Cromm—, deberíamos unirnos a la lucha. ¿Por qué los demás deberían acaparar toda la gloria?

"Han perdido toda esperanza de victoria", se dio cuenta Yara con tristeza. "Lo único que buscan ahora es una buena muerte. Los lobos, ciervos y leones se la darían, sin duda". Miró a sus hombres con severidad. "Estamos en nuestro mejor momento en los mares, no en tierra firme".

El mar estaba más cerca, sólo cinco leguas al norte, pero Yara no podía verlo. Había demasiadas colinas en el camino. Y árboles, muchísimos árboles. El bosque de los lobos, así lo llamaban los hombres del norte. La mayoría de las noches se oía a los lobos llamándose unos a otros en la oscuridad. Un océano de hojas. Ojalá fuera un océano de agua.