Capítulo 42: No puedes asustarme

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En el Camino Real...

Daveth Baratheon cabalgaba junto a Ser Barristan Selmy y su tío Ser Jaime Lannister, con Ser Lucius Blackmyre reforzando la retaguardia. Detrás de ellos se encontraba una fuerza reunida de casi 80.000 hombres, cada uno de cuyos capitanes y abanderados lucía el escudo de sus casas: la Casa real Baratheon de Desembarco del Rey, reforzada con soldados suministrados por las Casas Lannister, Mabrand, Rykker, Stokeworth, Tyrell, Tarly, Marbrand, etc. Al pasar por las Tierras de los Ríos, el gran ejército real se unió a Lord Edmure Tully y su tío Ser Brynden el Pez Negro junto con la mayoría de sus banderizos, unos 8.000 hombres.

Ser Barristan miró a su antiguo escudero, aunque un poco incómodo. El Rey tenía una expresión bastante fría y seria en su rostro desde que le llegó la noticia del segundo levantamiento de Balon Greyjoy. El viejo Lord Comandante de la Guardia Real estaba preocupado por su estado de ánimo desde que rescató al joven Daveth del cautiverio de los hijos del hierro durante el Asedio de Old Wyk varios años antes, pero no dijo nada por respeto a su privacidad.

Su tío Jaime, por el contrario, fue el primero en hablar.

—No has dicho una palabra desde que dejamos la Fortaleza Roja, sobrino.

Daveth echó una breve mirada por encima del hombro antes de volver su atención a la carretera.

- ¿No te sorprende la verdad? -preguntó.

El Matarreyes sabía lo que le preocupaba. "Teniendo en cuenta a quién nos enfrentamos, no. Pero la forma en que te has estado comportando ha empezado a ser... cuestionable".

"¿Pregunta qué?"

"Piénsalo bien: te has esforzado más que nunca", señaló Jaime. "Un buen comandante debe ser capaz de mantener la calma y la compostura, y debe librarse de cualquier distracción. Has fijado nuestro objetivo como objetivo, eso lo sabemos".

"Si tienes algo que decir, dilo."

"Entonces lo diré claro y simple: si te esfuerzas demasiado, terminarás perdiendo más de lo que podrías ganar".

El joven ciervo frunció el ceño. —Soy muy consciente de mis límites, Ser Jaime, al igual que nuestros hombres —replicó—. Teniendo en cuenta nuestros lazos familiares, supuse que usted, entre todas las personas, debería saberlo. ¿Me equivoqué?

Jaime se quedó un poco desconcertado, sorprendido por el arrebato de su sobrino. Por suerte, el mayor de los Lannister mantuvo la calma.

"A veces la verdad tiene doble filo, y eso significa que a veces tenemos que escuchar la dura verdad. Puede que no quieras escucharla, pero como uno de tus comandantes militares y como tu tío, esto es algo que realmente necesitas escuchar".

Daveth se pellizcó el puente de la nariz y exhaló por las fosas nasales, pues no quería distraerse con conversaciones ociosas. Sin embargo, a juzgar por la mirada de sus caballeros de la Guardia Real, ninguno de ellos iba a dar marcha atrás. Sacudiendo la cabeza y casi levantando las manos en el aire, Daveth cedió.

—Muy bien, entonces. ¿Cuál es la verdad? La dura verdad.

Barristan sintió la necesidad de intervenir y aclarar las cosas.

—Lo que su tío está tratando de decirle, Su Gracia, es que la obsesión ciega puede llevarnos a tomar decisiones apresuradas y a cometer errores costosos —explicó Barristan.

Daveth miró a Barristan. —¿Y qué cree usted, Lord Comandante? —preguntó.

"No dejes que el pasado controle tus acciones ni que dicte quién eres. Un buen rey debe hacer todo lo que esté a su alcance para defender a los débiles, y debe hacerlo sin abandonarse a sí mismo ni a los que lo rodean. Tienes la oportunidad de romper el control psicológico, Su Gracia, y demostrarle a la gente que es posible".

Juego de Tronos: Pruebas y tribulaciones del guardián del juramentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora