Capitulo Cinco

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—¡Phoenix! —Gritaron una vez más. Baje las escaleras para llegar al lugar dónde provenían aquellos gritos que me habían despertado.–¡ Phoenix!

—No es necesario que grites —Me quejé al llegar hasta el salón de estar. Una señora se encontraba sentada en el sofá, con una pequeña niña sentada sobre sus rodillas, quién cargaba al mismo cachorro que yo había metido en la casa de Drake la noche anterior.

— Les presento a Phoenix, ella fue quién encontró al cachorro —En realidad había sido el guardia, pero eso era algo que Drake no sabía. — Phoenix, ella es Savannah y es la madre de Melodí, la dueña del perro.

—Buenos días —Saludó la señora con una sonrisa de agradecida.

—Buenos días —Respondí. — ¿Entonces se llevarán al cachorro? 

—Sí, anoche se salió de casa y como estaba lloviendo no pude alcanzarlo, hasta que ustedes lo encontraron.

— ¿Pudo saber su nombre? —Pregunté con nostalgia. Drake se posicionó aún lado mío para poner su
mano en mi espalda baja.

—Su nombre es Drake —Respondió la niña, acariciando al cachorro. Fue inevitable no reírme a carcajadas.

—Por un momento pensé que todos los Drakes eran gruñones y fríos, pero este perrito si es una ternura.

—No es gracioso Phoenix, ahora vístete que saldremos —Informó  Drake con su ceño fruncido.

—¿A dónde? —Pregunté sin ganas de salir tan temprano.

—Desayunaremos afuera.

— ¿Por qué? —Pregunté nuevamente.

— Porque los sábados los empleados tienen el día libre.

—Está bien —Me encogí de hombros para restarle importancia — por cierto, es lindo el nombre que le pusieron al cachorro.

–Phoenix... –-Drake murmuró con seriedad. Subí las escaleras con rapidez, debía darme una ducha y vestirme con ropa abrigada.

Una vez que estuvimos ambos listos, subimos al automóvil dónde escuchamos música durante el camino, la cual de vez en cuando tatareábamos. Estacionó su auto en la acera, abrió la puerta del restaurante para que yo ingresara primero. 

—¿Desean ordenar? —Preguntó un camarer, cuando nos sentamos en unas de las mesas.

—Quiero una tarta de chocolate y un café sin azúcar, por favor. —Pidió Drake, el camarero anoto el pedido antes de mirarme.

—Un panqueque y un capuchino.

—Enseguida les traerán su orden —Anuncio para luego irse a otra mesa.

—¿Cómo localizaste a las dueñas de el cachorro? –Pregunté aun intrigada por ese tema.

— Estaban preguntando en todas las casa si alguien había visto al perro.

— Bueno, al menos se como de llama.

— Que graciosa —Dijo con sarcasmo.

— ¿Trabajas hoy día? 

— No —Sonrió. —¿Por qué, tanto me extrañas?

—Su orden —Interrumpió nuestra conversación el camarero, poniendo los platillos sobre la mesa.

—Gracias —Dijimos al unísono.

—Después de que desayunamos, visitaremos aún amigo —Volvió hablar Drake cuando el camarero se retiró.

—¿Es necesario que vaya? —Pregunté, lo menos que deseaba era incomodar.

—Lo conoces, tampoco a su esposa.

Mi esposo gruñón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora