Capitulo Ocho

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Me estire sobre la cama, dándole paso aún bostezo mañanero. Observé la habitación en busca de Drake, quién al igual que la vez anterior no se encontraba en la cama. Espere unos minutos para luego irme a mi habitación y así poder tomar una ducha relajante.

Cuando terminé  de bañarme y ponerme ropa interior, quise tomar el secador de pelo para utilizarlo, sin embargo esa acción fue interrumpida cuando la puerta se abrió de un momento a otro, tomándome por sorpresa.

—Lo siento —Drake se disculpó de inmediato.

—Esto es un poco irónico, acabas de hacer caso omiso de tu propia regla sobre tocar la puerta antes de ingresar.

No me sentía incómoda por estar en ropa interior adelante suyo pero  sabía que lo más apropiado era cubrirme por esa razón, importarme poco si presencia allí, me puse un vestido.

—Lo siento —Dijo una vez más.—sé que anoche me comporte mal por eso decidí reecompesarte con un rico desayuno —Murmuró nervioso, poniendo la bandeja sobre el escritorio. —Además, sé que no hubieras bajado a desayunar para evitar mi presencia, no quería que te quedaras sin comer por mi culpa.

— Se está haciendo tarde para tu trabajo. —Respondí sin mirarlo.

—Tengo el día libre —Murmuró.

—Bueno. —Levante una ceja al notar que seguía allí parado. —¿Tienes algo más que decirme?, porque tengo varias cosas que hacer ahora mismo.

—¿Cómo dormir? —Frunció su ceño—que productiva eres

—Drake... —Nombre entre dientes. Seguía molesta con él por la noche anterior. —Es mejor que salgas de aquí porque no estoy de ánimos  como para aguantarte

—Pero también es mi habitación, no me puedes echar. –Respondió, cruzando sus brazos.

—Entonces quédate con tu estúpida habitación —Golpe mi hombro con el suyo al pasar por su lado.

—Díme que esta ocurriendo contigo hoy, ¿Estas en tus días? —Volteé con lentitud en su dirección, con mi boca ligeramente abierta.

—No estoy en mis días, Drake —Hablé, con una sonrisa fingida.— pero te diré porque estoy tan molesta

—Dímelo

—Mejor te lo recordaré. —Tomé el vaso de jugó que él mismo había traído como parte de mi desayuno para luego vertir el líquido sobre la cabeza de Drake. —Quizás ahora recuerdes que anoche también hice eso

— ¡Quédate ahí! —Exigió cuando notó mis intenciones de marcharme de la habitación. Tomó mi brazo cuando hice caso omiso. — No entiendo porque haces esto, ya te pedí perdón

—Tienes razón pero nunca respondí que las aceptaba.

—¿Es necesario? —Se quejó.

—¡Vete de aquí! —Grité apuntando la puerta, fastidiada por su pregunta anterior.

—¡Vamos cariño, es que no se qué debo hacer para que no te molestes, es la primera vez que presenció el cambio de humor de una mujer en sus días!

—Drake, no estoy en mis días. Sólo déjame un momento a solas

—Está bien —Suspiró resignado—
pero por favor, no me lances más cosas, mira que primero fue en la piscina, luego el vino y ahora un jugo.

[***]

Contuve las ganas de reír cuando el calendario de mi celular, me aviso que mi periodo estaba apunto de comenzar, al parecer Drake tenía razón.

Mi esposo gruñón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora