17.

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El tono de buzón de voz, me anunciaba por tercera vez, que el teléfono de quién intentaba comunicarme, estaba apagado.

O lo apagaba a propósito, o me cortaba la llamada.

Suspiré, y me reproché mentalmente. ¿Cómo se supone que soy cada vez más imbécil? me acababa de humillar a mi misma, encontrándome marcándole a Dominik, quién de seguro estaba muy ocupado pensando o estando con la tipa de cabello rosa. Yo no tenía límites, y dejaba con total libertad que me pasaran a llevar, y lo que acababa de hacer era un claro ejemplo.

¿Y que se supone que le hubiese dicho si me hubiera contestado? ¿qué lo extrañaba? ¿que él era el único que podía ayudarme? En simples palabras; iba a humillarme, ahora no conmigo misma, si no con él mendigándole atención.

Estaba apunto de lanzar mi celular, que por cierto era nuevo, pero me contuve. No me comprarían un tercero, menos aún si lo había roto yo misma nuevamente.

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Luego de esta mentalmente agotadora jornada de clases, llegué a mi habitación a tumbarme encima de la cama. No quería hacer nada. Sólo quería dormir, y no tener que pensar en nada ni nadie.

Lástima.

A los pocos minutos, cerré mis ojos, quedándome profundamente dormida...pero no así tranquila, ni relajada. Comencé a soñar un montón de mierda.

Un montón de escenas confusas, que básicamente me mostraban a Dominik con la chica rosa, besándose, y frente a mí. En el sueño, él me miraba mientras la tomaba de la cintura. Me sonreía burlesco, y luego la besaba, apasionadamente. Cada vez que pausaban, me miraban ambos riéndose de mi patética existencia. Y lo peor, es que las lágrimas me caían sin dejarme protestar, y mis piernas se negaban a hacer movimiento alguno. Esto era una pesadilla, sin duda.

Pero mi cerebro no lo creía así. Todo se veía tan real, y tan coherente, que cuando desperté, lo hice con un montón de lágrimas en los ojos, con el pecho oprimido, y la garganta en un nudo. No me relajó menos el hecho de caer en cuenta de que solo era un sueño, porque cabía la posibilidad de que si hicieran lo que acababa de soñar, solo que no en mis narices.

Al pensar esto, mi cabeza y vista se nublaron, y tuve que ir corriendo hasta el baño. No me quedó tiempo de reaccionar, cuando mi cuerpo por voluntad propia se inclinó hacia adelante, y me encontré vomitando en el retrete.

Me sentía del asco.

Y como si fuese el mejor momento, mi celular comenzó a sonar.

Me levanté rápido, me lavé el rostro y lo contesté. Probablemente era Vanessa, quien me había pedido el número en el día.

- ¿Vane? - pregunté. Si no era ella, no era nadie.

Nadie se sabía mi nuevo número. Bueno, casi nadie. Y mi papá, nunca me llamaba para nada.

Silencio. Sólo se oía una respiración.

- ¿Hum...? ¿Vanessa, eres tú? -volví a hablar

Sentí un suspiro, aquejado.

-Yo... perdón -habló una voz de chico

Yo, confundida, alejé el móvil de mi oído para leer la pantalla.

Número desconocido. Bueno, era de esperarse en realidad, pues estúpidamente olvidé que no tenía a casi nadie en la agenda.

-¿Y perdón...de qué? -hablé tímidamente.

No habló nadie. Entonces mi actitud habitual, salió a flote.

- ¿Quién demonios eres? ¡Contesta, o déjame tranquila! -exclamé más cabreada

Toma mi mano || DOMINIK SANTORSKI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora