Naciste en 2019, ya habían pasado 6 años desde que los infectados arrasaron el mundo. Ahora, te llevan a Boston a una escuela militar, tu acompañante de asiento que en un principio pensaste que solo la verías una vez en la vida, en realidad seria la...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Entonces... ¿Impresionados? —pregunté con una sonrisa, abriendo la puerta del hotel y dejándolos pasar.
Joel entró primero, mirando a su alrededor con el ceño fruncido.
—No. —respondió enseguida con su típico tono seco, y luego me miró de arriba abajo—. Estás muy delgada, comes poco.
—De nada —repliqué con sarcasmo, ignorando su comentario.
El lugar estaba en ruinas. Oscuro, húmedo y con un aire rancio que se pegaba a la piel. Daba... mala espina.
—¿Y ahora qué le pasa? —murmuré hacia T/N, quien soltó una leve risa al ver mi expresión de fastidio.
Él simplemente se encogió de hombros, divertido. No parecía molestarle la actitud de Joel, probablemente hasta le causaba gracia.
Después de revisar un rato el lugar, nos dimos cuenta de que no había un camino claro. Joel se detuvo frente a una máquina expendedora, observando detrás de ella con atención.
—¿Qué miras, Joel? —preguntó T/N mientras sacaba de su mochila una barra energética. Me acerqué de inmediato, tenía algo de hambre.
—Parece que hay un pasadizo, pero... hay esporas —explicó Joel, girándose hacia nosotros—. Pónganse la máscara.
Aprovechando el momento, tomé la barra energética de la mano de T/N antes de que pudiera reaccionar.
—¡Oye! Me faltaba la mitad —se quejó, mirándome con incredulidad.
—Aprende a compartir, hombre —me reí, llevándome un bocado a la boca.
T/N intentó quitármela de vuelta, pero logré esquivarlo.
—Ah... paren. ¡Pónganse la máscara, por favor! —repitió Joel con irritación, cortando la tontería de golpe.
T/N me miró con una expresión de falso desprecio, pero yo ya había ganado: la barrita era mía.
—¿De verdad tengo que ponérmela? —pregunté con desgana—. No hay nadie.
¿Para qué? Al final, no me iba a pasar nada.
—¿Y si nos cruzamos con alguien? —insistió Joel con firmeza.
Rodé los ojos, pero vi cómo T/N ya se colocaba la suya.
—Bueno, vale...
Joel empujó con fuerza la máquina expendedora, haciéndola a un lado y despejando el paso.
Nos colocamos las máscaras y atravesamos el agujero en
a pared, adentrándonos en una zona donde las esporas flotaban pesadas en el aire.
—Tienes que usar la cabeza —murmuró Joel mientras avanzábamos, su tono serio.
Desde que intenté, e intento, olvidar el pasado, Joel ha hablado más conmigo. Se siente más suelto, menos contenido... pero también más directo con sus palabras.