Lo conocí de una manera frenética, impúdica y agonizante. Su reacción era predecible; y con el paso de los días fue más fácil perfilarlo.
Yo era bohemia y el un alma buena, me gustaba pero no podía, no puedo; no podré.
¡Cargaba con una pena de años atrás!
Cuando lo perfilé, me di cuenta que no era fantasioso. Sólo un buen jugador, el sabía como llegar al corazón de las chicas tontas.
En ese momento me juré odiarlo, odiarlo y no caer en su juego. Porque sé sentía como un marco con piezas rotas, pero la fotografía sigue siendo igual.
Cuando lo conocí...
¿Por qué tengo que ser tan profunda?
En una tarde con nubes azotando una llovizna, lo vi... Era exactamente como pensé que sería. Pero después sentía como a mi cuerpo le regresaba la vida.
Era auténtico, cuando me miraba desviaba la mirada para evitar engancharme con sus ojos prometedores. Cada vez que hablaba reía, cada vez que rozaba su piel con la mía me erizaba, cada vez que estaba con él, rompía mi escudo.
¡Oh razón! ¡Sal de dónde quiera que estés!
No estoy enamorada, no quiero enamorarme, no puedo enamorarme.
Su nombre en mi mente, su nombre en mi mente.
No puedo enamorarme de él.
Soy bohemia, soy profunda, soy una escritora frustrada y él es mi inspiración.
