Te echo de menos.
Tan insensata cuando te conocí, pero ahí estabas tú; tan maduro.
Me enganché a ti desde el primer momento.
El negro siempre fue tu color, pero tu alma era como un caleidoscopio.
Recuerdo todos esos nombres con los que solías llamarme pero sólo me quedé con uno.
¿A dónde te has ido?
Nunca te olvidé, porque tatuado
está tu nombre en mi memoria.
Siempre estuviste ahí, en la oscuridad y en la luz.
Sí me deseabas podías haberme tomado.
¿Por qué me dejaste?
«Podría ser tu padre»
Te necesito tanto.
Espero volver a ver tus ojos
marrones y escuchar tu risa, tu voz.
Quiero que me abraces como solías hacerlo tú.
Que me recuerdes como yo lo hago.
¿Aún piensas en mí?
¿Aún te gusta mi falda a cuadros?
Todo lo hacía por ti.
¿Estás con alguien más?
Nadie podrá reemplazarte.
Ven conmigo, te enseñaré como vivir de nuevo.
Aún recuerdo a ese cantante de tango que tanto te gustaba.
También recuerdo la vez que me mostraste tu tatuaje, admito que quería pasar mis dedos por tu piel.
Admito que te quiero.
Mi hombre mayor, aún te recuerdo.
