El teléfono había dejado de sonar, por fin, pero Monse no le quitaba la mirada de encima. Sabia que era él y que quería una explicación.
Una explicación que en esos momentos ella no quería darle. O más bien no podía. Sabia que si le contestaba, si escuchaba su voz, se echaría a llorar, le diría que lo había visto a punto de recibir sexo oral en pleno estacionamiento, que no estába casada y que se sentía la mujer más miserable en la tierra por culpa de su indiferencia.
Sí, así de débil era.
"Estas jodida. Das pena" sí, había vuelto de nuevo.
Y no precisamente para apoyarla y darle palabras de consuelo. Se había pasado la tarde, desde que prácticamente huyó de la oficina, recriminándola por no haberle reclamado a su jefe por su falta de moral y ética al hacer semejantes escenas en su propio trabajo. Cosa que, por supuesto, Monse contraatacó diciéndole que no era de su incumbencia lo que hacía o dejaba de hacer su jefe en su empresa, ya que era suya y ella solo era una simple empleada de él.
Por otro lado, la torturó poniendo imágenes de ella en el lugar que ocupaba la rubia despampanante hace apenas unas horas. Imágenes que le provocaban más ganas de llorar y que por un momento deseara que fueran reales. En realidad no entendía que era lo que pretendía mostrándole todo eso. Así que solo se dedicó a ignorarla lo más que pudo, que no fue mucho.
No sabia cuanto tiempo se había pasado llorando acostada en su cama pero debió ser mucho ya que cuando se dio cuenta ya estaba anocheciendo. Esperaba que de tanto llorar, el sueño la venciera como a veces pasaba en las películas y en los libros e incluso en la vida real. Pero el sueño jamás la invadió, como si pretendiera dejarla sufrir hasta el cansancio. Aunque también sospechaba que por culpa de su conciencia, que solo la recriminaba, el sueño no daba su aparición.
La primera vez que su jefe la empezó a llamar como loco fue justo cuando había acabado de llorar y solo salían pequeños sollozos de sus labios. Quedo como una llamada perdida. Monse no reconoció el número así que decidió marcar de vuelta para saber quien era. Pero justo cuando estaba apunto de pulsar el botón de llamar, un mensaje de texto hizo que aventara el móvil hacia la cama, como si la hubiera quemado.
El mensaje de texto decía:
Señorita García, conteste mi llamada por favor. Necesitamos hablar.
El señorita García fue lo que la hizo aventar el celular asustada. No era el único que la llamaba de esa manera pero algo en ella le decía que era él. Intuición femenina? Quizá, pero no quizo averiguarlo ni darle muchas vueltas.
Los siguientes 20 minutos su teléfono no dejo de sonar. Luego simplemente las llamadas cesaron para darle paso a los mensajes de texto cada cinco minutos. El primero era igual de cortes pero autoritario como el anterior.
Señorita García, quizá esta ocupada y la estoy molestando, discúlpeme. Pero necesito que me conteste, necesitamos hablar. Se encuentra bien? Esta arreglando asuntos? Su hija esta bien? Llámeme por favor.
El otro fue menos cortes pero más autoritario.
Señorita García, se que estoy siendo molesto pero necesito una explicación. Comuníquese cuanto antes.
Se había ido el por favor. Este hombre perdía la paciencia muy rápido.
Otro mensaje le dio una idea que rápido descartó, ya que no le pareció buena idea para futuras situaciones. Decía:
Es acaso usted la señorita García?
Planeó por un momento contestarle y decirle que no conocia a ninguna señorita García. Quizá que era un hombre viudo de cincuenta años viviendo en una cabaña alejado del mundo lamentándose por haber perdido a su esposa. Le diría que dejara de molestar y que buscará a la señorita García en otra parte. O simplemente decirle que era numero equivocado. Pero no podía ya que sabia que tarde o temprano descubriría su mentira. Eso hizo que se preguntara como había conseguido su numero y que se ganara un zape mental por parte de su conciencia.
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Virgen hasta el matrimonio
RomanceMonserrat García una joven de 21 años con el sueño de terminar de estudiar en España lo que más le apasionaba, las finanzas, por fin cumple su sueño al ser aceptada en una de las mejores universidades de ese país. Pero su familia, extremadamente rel...