A las afueras del pueblo de los Praytios, dejamos los kiases y, a las puertas de este, nos esperaban dos hados de alas plateadas, altos y robustos. Se llamaban Ujesur y Dibuif. Ellos nos guiaron por el pueblo hacia el castillo. Aquello era como si nos hubiésemos transportado a la Edad Media. Había talleres de todo tipo de cosas, puestos de joyas, muchas casas hechas de piedra con tejados de madera y de paja, algunos puestos de tiro con arco y alguna que otra taberna. Mientras Ujesur y Dibuif nos llevaban hacia el castillo Plateado, nos contaron que en el pueblo de los Praytios vivían los hados más rápidos de toda Xeland y que, allí, los aldeanos (elfos y hados) eran muy buenos arqueros, agricultores y contaban con grandes sabios.
Cuando llegamos a las puertas del castillo nos dimos cuenta de su monstruosa altura, con torres muy delgadas que se estiraban hasta adentrarse en las nubes. Sus paredes estaban hechas de un extraño material que lo hacía parecer de cristal. Los guardias de armadura plateada que custodiaban las puertas nos dejaron entrar y pasamos hacia donde estaban los reyes, Lathia y Franklin, en la sala del trono. Aquella sala no estaba nada más entrar como en el castillo anterior. Al pasar las enormes puertas de entrada, nos encontramos en un pasillo circular, y, justo en frente, una gran puerta roja que daba a la sala del trono. Aquella habitación era redonda, por lo que supusimos que el pasillo anterior la rodeaba. Era muy alta y con grandes ventanales cerca del techo que daban mucha claridad a la habitación. También estaba adornada de algunas flores que colgaban de las paredes pero, a parte de eso, solo, en en el otro extremo del círculo, estaban los tronos en los que se encontraban los reyes. La reina, sentada en el trono de la derecha, era una hada de alas plateadas, de baja estatura, con el pelo rizado y corto, y los ojos marrones; llevaba un vestido rosa claro con bordados plateados; parecía ser una persona muy simpática. Por otro lado, el rey Franklin, sentado a la izquierda, un elfo, alto, esbelto y muy delgado. Era rubio, de ojos marrones y llevaba un traje celeste con reflejos plateados. Ambos llevaban una pequeña corona plateada.
-Hola, os estábamos esperando -dijo la reina Lathia-. Vosotras sois Margarita y Clara, ¿verdad?
-Sí, yo soy Clara y ella es Marga -dije e hicimos una reverencia.
-Veo que ya os habéis puesto los trajes defensivos que os ha dado el rey Dorydos.
-Sí -dijo Marga-. El rey Dorydos nos dijo que vosotros nos diríais lo siguiente que debemos hacer.
-Exácto -dijo el rey-. Debéis saber que los tres reinos corren un grave peligro.
-¿Y cuál es? -dije preocupada.
-Tenéis que ir al reino oscuro para que los reyes os lo cuenten, supongo que eso ya os lo habrá dicho mi hermano -dijo la reina-. Nosotros os ofreceremos nuestra ayuda dándoos esto.
De repente, un gran y caluroso resplandor nos rodeó todo el cuerpo y nuestras alas, pasaron de ser doradas a plateadas, muy finas y alargadas.
-Ahora, en caso de emergencia, volaréis mucho más rápido -dijo Lathia con una gran sonrisa.
-Gracias -dije emocionada-. Pero, ¿por qué nos estáis protegiendo?
-La cuestión no es por qué, sino de qué -dijo Franklin.
-Y, ¿de qué? -preguntó Marga exasperada.
-Eso es una cuestión personal del rey Datum. Ahora debéis partir hacia Amog y, entonces allí, os explicarán lo que sucede.
Después de eso, nos despedimos de los reyes con una reverencia y, dándoles las gracias, salimos del castillo. Volvimos con nuestros kiases y nos pusimos en marcha hacia Amog.Estaba oscureciendo y todavía no habíamos llegado al castillo. Marga y yo teníamos muchas preguntas que hacerles a los reyes Datum y Kártica. De repente, vimos que en el cielo, ya azul oscuro, había una nube negra que se iba acercando poco a poco hacia nosotras. A un metro de distancia, se convirtió en una bandada de murciélagos. Estos nos alcanzaron y se pusieron a asustar a nuestros kiases y, aunque supimos esquivarlos, siguieron atacando. Entonces me acordé de que Tiaroy nos enseñó una palabra con la que podríamos hacer que los kiases echasen fuego por la boca:
-¡Marga, di "lefue"!
Las dos lo dijimos a la vez y nuestros kiases escupieron fuego y conseguimos matar a los murciélagos que, de nuevo, se convirtieron en una nube negra que se alejó hasta perderse en aquel cielo oscuro. Lo peor fue que, al irse, consiguieron lo que querían: tirarnos de los kiases.
Marga y yo caíamos a toda velocidad. Alzamos nuestras alas de color plata para conseguir volver a nuestros kiases que volaban en circulos encima nuestra. Pero, como eran tan rápidas, nos chocamos al intentar controlarlas. Cuando ya lo conseguimos, volamos hasta donde estaban los kiases, ya en el suelo cansados de esperar, a medio camino de Amog. Cansadas, nos volvimos a montar en ellos y continuamos nuestro viaje.
![](https://img.wattpad.com/cover/17216893-288-k539656.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Xeland. Un mundo tras una puerta.
FantasiaHace mucho tiempo tres niños encontraron por casualidad una cancela blanca que llevaba hacia un extraño mundo llamado Xeland. Allí convivían tres reinos en perfecta paz y armonía, hasta que un mago decicidió hacerse con el control de ese mundo. Eso...