Se llevaron jugando a las cartas hasta muy tarde, entonces, cuando ya no podían ver ni los números, recogieron sus cosas y los tres se fueron andando hacia su piso.
Esa noche habían quedado con los demás para cenar en su restaurante favorito, Pavarotti. Santi estaba en el piso de al lado del de Clara y Marga, así que, se dividieron, y las chicas subieron juntas, llenando el ascensor cuadrado de arena. Al llegar a la tercera planta se despidieron y entraron cada una en su apartamento.
Los tres se arreglaron para ir a cenar. Clara, después de ducharse, se puso unos vaqueros cortos, su camiseta favorita, una de tirantas con estampados rosas y celestes, se puso sus manoletinas celestes y cogió una rebeca azul. Colocó sus preciosos pendientes blancos en sus orejas y se pintó los ojos. Se puso una diadema plateada, guardó todo en su bolso de cuero marrón y salió del apartamento.
Cuando terminó de ducharse, Marga cogió sus vaqueros rotos y una camisa negra y roja, su camiseta favorita, y unas bambas del mismo color y se vistió. Después, se pintó la raya de los ojos de negro, se alisó el flequillo y se arregló el cabello. Cogió su cartera, el móvil y las llaves, los guardó en los bolsillos de su pantalón y salió hacia la casa de Clara para recogerla.
Santi se duchó. Cuando terminó, se puso unas calzonas beig, una camiseta de mangas cortas azul con una calavera blanca y unos botines. Él se peinó, pero como no le gustaba cómo le quedaba, se sacudió la cabeza como un perro después de salir del agua para sentirse más libre. Cogió sus cosas y bajó al portal del piso, donde le esperaban ya, Marga y Clara.Los tres fueron andando hasta el Pavarotti, ya que se encontraba cerca de sus pisos y, además, daban un paseo.
Cuando llegaron allí se encontraron con los demás. Estaba Alba, la mejor amiga de Clara y Marga, con un pantalón vaquero blanco y una camiseta rosa, era morena con el pelo liso y los ojos marrones. Estaba muy guapa. Allí ya todos tenían 15 años, menos Marga, que tenía un año más que los demás. También, junto con Alba estaban Marcos y Pedro, los mejores amigos de Santi. Marcos seguía igual de alto que siempre, era rubio con los ojos marrones, y también muy delgado; y Pedro, igual de bajito que Marga, con el pero negro y los ojos marrones. Los dos chicos iban vestidos más o menos como Santi. Se saludaron y los seis entraron en el restaurante.El Pavarotti no estaba tan lleno de gente como pensaban. Se sentaron en una mesa al lado de la ventana, todos pidieron su comida favorita, Clara y Alba lasaña de carne, Marcos y Marga espaguetis a la carbonara y Santi y Pedro pizza barbacoa. Durante la cena Marcos, Alba y Pedro les contaron a los demás que ellos llegaron hace dos semanas, y esta última habían estado dando clases de catamarán y Pedro de windsurf. Marga, Santi y Clara por el contrario llegaron esta misma semana y no hicieron nada más que bajarse a la playa y a la piscina. Como Marga también sabía manejar un catamarán, quedaron para que un día alquilasen todos uno y navegar juntos.
Al terminar de cenar, los seis fueron a dar un paseo por la playa.
-Que de tiempo hacía que no quedábamos todos -dijo Pedro.
-Sí, con lo bien que nos lo pasamos -dijo Marcos con una gran sonrisa.
-Sí -afirmó Santi, mirándolos.
-¿Os acordáis de que, cuando éramos pequeños, nos daba miedo acercarnos a la orilla porque el mar estaba muy oscuro? -dijo Marga entre risas.
-¡Anda que no! -exclamó Santi.
-Y míranos ahora... -dijo Clara.
Los seis se volvieron hacia el mar. Se veía igual de oscuro que cuando ellos eran pequeños, igual de inmenso y terrorífico, pero, esa noche, había una gran luna llena que hacía que brillara una luz plateada preciosa en medio de esa gran oscuridad.Se sentaron cerca de la orilla a hablar sobre lo que habían estado haciendo durante el día.
-¿Mañana quedaremos por nuestra zona de la playa por la mañana? -preguntó Pedro.
Resultaba que, Marcos, Alba y Pedro tenían el piso a unos cuantos kilómetros más lejos que los de los demás, entonces a cada uno le resultaba más cerca diferentes zonas de la playa.
-¿Y por qué no os venís vosotros a la nuestra? -dijo Santi.
-Bueno, vale, en la vuestra, y ¿a qué hora quedamos? -dijo Alba.
-¿A las 11 está bien? -preguntó Marcos.
Clara y Marga dijeron que sí, que estaba bien a esa hora, los demás asintieron y en eso quedaron.Fueron dando un largo paseo hasta una heladería que les encantaba, sobre todo a Pedro. Al terminar los helados, se despidieron todos y se fueron cada uno a su piso.
Aquella noche había sido un gran reencuentro entre buenos amigos, pero cuando Marga, Clara y Santi se durmieron, soñaron con un extraño y maravilloso suceso que les ocurrió hace algunos años.
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Xeland. Un mundo tras una puerta.
FantasiHace mucho tiempo tres niños encontraron por casualidad una cancela blanca que llevaba hacia un extraño mundo llamado Xeland. Allí convivían tres reinos en perfecta paz y armonía, hasta que un mago decicidió hacerse con el control de ese mundo. Eso...