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Era un martes común y corriente cuando invité a cenar a Audrey con mi familia, después de que mi hermana insistiera tanto por conocer a aquella chica que me traía loco.

Ella llegó esa tarde luciendo un sencillo vestido floreado, el cual la hacía ver como una delicada flor; ¡Vaya ironía!. Y yo no podía dejar de verla porque se veía hermosa, aunque cuando se lo dije ella me pegó suavemente sonriendo levemente y llamándome mentiroso.

Era tan insegura de si misma.

Se creía una chica común y corriente, con un terrible aspecto y con una extraña personalidad. Pero si ella pudiera ver lo que yo veo en ella, se sorprendería; porque apuesto que no sabe cuan precioso es su rostro y de su especial manera de ser, que a mi parecer la hacía el ser más perfecto de la Tierra.

La cena fue tranquila con mi padre y mi hermana menor; ésta última quedó encantada con mi amiga ya que al parecer las dos amaban la música y el color verde. Mi padre le preguntó cosas sobre su familia y su futuro, lo cual creó una extensa plática entre ambos.

Al terminar la cena, ambos fuimos a mi habitación dejando la puerta abierta por petición de ella. Al parecer no quería causar mala impresión con mi familia porque aún cuando yo insistí en cerrarla ya que temía por la 'arruina-momentos' de mi hermana.

"Wow, es preciosa" me di media vuelta, alejándome de mi escritorio, para encontrarla mirando mi preciada guitarra.

"Era de mi madre" las palabras salieron de mis labios con un sabor amargo y pude sentir como la alegría del ambiente se desvanecía un poco, al tocar aquel delicado punto que tanto evitaba.

Ella se acercó a mi y me abrazó, gesto que le agradecí posando mis brazos a su alrededor.

Después de unos pocos minutos de separó y cogió la guitarra, extendiendola hacia mi sin decir una palabra. Sonreí ampliamente al darme cuenta que en parte lo hacía para que olvidara el tema y supe que era una excelente amiga.

"Con una condición" le dije y ella encarnó una ceja "Canta conmigo"

Y después de diez súplicas, en las cuales trataba de quitarle la vergüenza, porque según ella 'cantaba horrible'; logré hacer que eligiera una canción para ambos, prestándole mi gigante libro de acordes de canciones, para que eligiera una. Después de varios minutos en los que no encontraba nada, sonrió viendo una y me miró con una ceja levantada, devolviendome el libro para que viera que canción había elegido.

La miré con una sonrisa y comprobé la afinación de la guitarra, tocando los primeros acordes de canción asintiendo hacia su dirección indicándole que ella empezara.

You are so beautiful... to me

You are so beautiful... to me

Can you see... you're everything I hope for

And everything I need?

You are so beautiful to me

Sonreí ampliamente al escuchar su hermosa voz embonar perfectamente con el sonido de la guitarra, admirando su dulce y entonada voz; en un principio con bajo volumen, pero después con más seguridad.

Toqué unos segundos más y yo canté los siguientes versos

You are so beautiful... to me

You are so beautiful... to me

Entonces ambos cantamos, uniendo nuestras voces, yo haciendo una armonía diferente a la suya pero entonada para que no sonara fea y nuestras miradas en el otro, como si nuestra conexión fuera necesaria para que la canción fuera perfecta.

Can you see... you're everything I hope for

And everything I need?

You are so beautiful to me

Ambos nos quedamos en silencio, porque las palabras sobraban en ese momento; era como si nos hubiéramos comunicado con una canción y como si quisiéramos guardar silencio para que el recuerdo de la melodía permaneciera retumbando en nuestros oídos por más tiempo. Nos habíamos dicho indirectamente lo que sentíamos al cantar aquella canción mirándonos a los ojos y en el momento que ambos cerramos los ojos, pensando en el otro.

"¿Irás a verme el viernes al show de fin de invierno?" pregunté cuando se encontraba en la puerta de mi casa, después de una increíble tarde en la que vimos una película y hablamos de música.

En la escuela habría un pequeño programa para conmemorar el fin de la estación de invierno y el maestro de música me había elegido a mí para tener un solo de guitarra, aunque estábamos pensando en que también cante.

"Si me invitas... si" bromeó ella y yo levanté una ceja con una sonrisa burlona en mi rostro "Iré" afirmó riendo, se acercó a mí para depositar un delicado beso en mi mejilla e irse sin voltear atrás hasta el auto de su primo.

what she did «Shawn Mendes»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora