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Me di cuenta de cuan importante era Audrey para mi cuando faltó una semana a la escuela porque le dio influenza; ya que, a pesar de que insistí en ir a visitarla, ella no quiso por temor a contagiarme aquél horrible virus. Por lo que tuve que soportar ir a la escuela cinco días y no tener nadie con quien platicar en el receso, extrañando como nunca verla reírse por cualquier cosa, quejarse de los maestros y hacer bromas de todo.

¿Era normal que mi corazón palpitara más rápido cada vez que la veía?... ¿O desear cada día poder verla aunque sea una vez?

No sabía como pero Audrey estaba llevándome a un lugar desconocido para mi, donde muchos dicen que sentirás dolor, pero otros afirman que es la cosa más linda que puedes sentir.

No sabía que me estaba pasando.

Días después de la semana de tormento para ambos, le propuse salir un sábado los dos solos; ella aceptó, aclarando que sería una salida de amigos nada más, en broma.

El clima estaba horrible ese día. El sol resplandecía, pero regalándonos un poco de calor insoportable; por lo que preparé una sorpresa para antes del almuerzo que era perfecta de acuerdo a la alta temperatura.

Mi casa estaba sola, por lo que nos fuimos al patio donde un brillante césped nos esperaba; Audrey me regaló unos cuantos cumplidos sobre el gran tamaño de la casa y yo le agradecí. Ella se puso a observar el tronco del gran roble que estaba plantado solitariamente entre todo el césped y yo aproveché su distracción para sacar mi arma secreta, abrir el grifo, y dispararle justo en la espalda riendo al escuchar el grito de sorpresa que soltó.

"¿Pero que te pasa? Está fría" se quejó dando media vuelta con su espalda empapada y aproveché el movimiento para lanzarle agua justamente en la cara, causando otro grito "Basta Shawn" dijo un poco enojada.

"Oh vamos... hacía falta con este horrible calor" le dije sonriendo sin poder evitar reír al final, por lo que ella frunció el cejo y trató de quitarme la manguera pero yo volví a presionar el botón para disparar agua, apuntando en su dirección con la mano hasta arriba para que no la alcanzara.

No se en que momento exacto Audrey comenzó a reírse en medio de el acto de mojarla, pero me dio una gran satisfacción saber que se estaba divirtiendo. Decidí parar de hacerlo cuando todo su cuerpo estaba completamente mojado y cuando su cabello estaba pegado a su cabeza.

"Listo" exclamé sonriendo, viendo una sonrisa en su rostro y yo le extendí mi arma ya no tan secreta "Tu turno" y supe que su venganza no sería nada buena.

Estuvimos unos cuantos minutos mojandonos entre nosotros, hasta que decidí dejar la manguera en el suelo apuntando hacia arriba, para que el agua cayera en forma de lluvia.

Me paré a un metro de distancia enfrente de ella y con una cordial sonrisa hablé imitando la voz de aquellos caballeros que siempre salían en las películas románticas: "¿Me concede esta pieza, señorita?".

Ella rió suavemente, "Oh Shawn, usted es tan cliché" los dos reímos y nos acercamos un poco más, pero antes de que nos colocáramos en una posición para bailar ella me detuvo "Espera... sabes que no se bailar" habló con sus mejillas sonrojadas, yo sonreí y puse mis manos en su cintura, algo que hizo que se tensara un momento, pero luego se relajó.

"Pretende que sabes" le susurré al oído y suavemente nos comenzamos a mover, ella con movimientos un poco torpes y sin ritmo, pero lo hacía.

El momento no pudo haber sido más mágico.

Levanté un poco mi cabeza con los ojos cerrados y cuando los abrí me encontré con su rostro a pocos centímetros del mío; miré sus labios pidiendo permiso y ella también miró los míos, pero sin darme una respuesta concreta. Me acerqué un poco más a ella y no se alejó, lo tomé como una señal y coloque mis labios sobre los suyos.

Fue un beso lento en un principio; fue tan suave y delicado, o eso yo traté, como si de una rosa se tratase. Pero después de unos segundos se tornó un poco más intenso y la velocidad no era no rápida, ni lenta. Como si ambos tratásemos de expresar lo que sentíamos por el otro, pero el momento concluyó cuando ella se separó lentamente.

Nos quedamos cerca, con nuestras frentes pegadas y los ojos cerrados, tratando de guardar este hermoso momento; cuando ella se alejó un poco, me obligué a volver a la realidad y abrí los ojos, aunque era lo último que quería.

"Puedo herirte" susurró, con los ojos vidriosos, pero sin permitir caer una lágrima. Traté de ignorar la curiosidad y duda que llegó a mi con esa frase, fingiendo que no sabía que había un significado oculto en aquella frase.

"Yo también puedo hacerlo" le dije sinceramente, porque yo no era el típico chico ideal de los libros.

Shawn Mendes era solamente un chico normal, obsesionado con su guitarra. Era enojón, temperamental y a veces podía llegar a herir o molestar con mis bromas aunque esa no fuera mi intención. No era guapo; era un simple chico blanco con cabello castaño y ojos del mismo color que mi cabello.

No podía asegurarle que iba a tener un final feliz conmigo, porque no estaba seguro.

"No Shawn, hablo en serio. Voy a herirte de verdad" habló con la voz quebrada y mirándome a los ojos, pero sin permitirse llorar en frente de mi.

Ignoré lo último que dijo, aunque aun seguía pensando en que podía significar aquellas palabras, y suavemente posé mis labios en su mejilla, separándome después de diez segundos.

Pero yo no tenía ni idea en ese entonces de cuanto ella tenía razón.

what she did «Shawn Mendes»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora