Cuando llegué a mi urbanización, tenía los ojos llorosos, no solo por mi desdichado amor a distancia, sino también por haber ignorado de esa forma a mis amigos, no quería herirles pero quería estar sola y no me apetecía contarles mis problemas; entré en mi casa y no había nadie, no me preocupé por buscar a nadie, subí a mi habitación y tumbada en la cama, me puse a llorar con mi iphone en una mano y en otra las llaves de casa.
Cuando acabé de expulsar todas mis lágrimas, fuí al baño y cogí papel higiénico para limpiarme un poco la cara, refelxioné sobre lo que había pasado y mandé un whatsapp a mis amigos para disculparme, pero a nadie le llegaba, después recordé que la wifi se había ido esa mañana, no solo no podría hablar con mis amigos, tampoco podría comunicarme con Yack, tras ese pensamiento volví a sentir ganas de llorar, pero me detuve al pensar que esta ocasión podría servirme para olvidarme del problema que trae la distancia.
Aún no sé como podía estar tan teiste por un chico que solo lo conocía de unas semanas y al que no había visto en persona, pero quería olvidarme de lo que había pasado estas semanas y centrarme en otras cosas como escuchar música, una afición que tenía desde pequeña, me encantaba cantar, y tampoco lo hacía mal del todo, así que encendí el ordenador y cuando me disponía a entrar en youtube, me acordé de que no tenía wifi, así que pensé un lugar donde podría tener música, no solía descargarla, pero al abrir el cajón derecho del escritorio de mi habitación encontré un pen drive de hace 8 años, lo conecté al ordenador y me aparecieron canciones que ya no se escuchaban casi, pero me sirvieron para recordar viejos tiempos, y ya me sabía de sobra la letra de casi todas.
Estaba cantando la de Englishman in New York de Sting cuando oí que se abría la puerta de mi casa, en ese momento tenía el ánimo más alto, sin duda la música era mi mejor medicina, oí que eran mis padres:
-Alodia, ¿estás en casa?-preguntaron a la vez.
-Si-respondí desde mi cuarto.
Eran las 8:30, faltaba media hora para cenar, yo volví a subir el volumen de la música que sonaba mientras mis padres preparaban la cena.
-¡Alodia! ¿Qué tal con tus amigos?- pregunta mi padre que había entrado en mi habitación sin previo aviso.
Paré la música rápidamente y contesté:
-Bien, como siempre-mentí.
-¿Te apetece una ensalada César para cenar?-cambia de tema al ver que mi respuesta iba con un tono cortante- hemos comprado los ingredientes necesarios tu madre y yo, y sabemos que te encanta.
Tenían razón, me encantaba y me apetecía mucho así que asentí con la cabeza. Cuando mi padre se disponía a abandonar mi habitación, le dije:
-Gracias papá.
Él me sonrió y bajó a la cocina a preparar mi ensalada y la cena de mis padres.
Mi hermano no iba a cenar porque estaba en la fiesta de un amigo suyo, ya había cumplido los 20 años y estaba haciéndo tercer grado de ingeniería y parecía que iba a tener un buen futuro aunque aún no tenía novia, pero el amor llega cuando llega, no se busca.
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Dreamer
Teen FictionAcababa de terminar el entrenamiento y estaba saliendo del centro deportivo con mi amigo Marc, un chico que me había llamado la atención desde que lo conocí, cada vez me caía mejor y pensaba que ese sentimiento era mutuo, ya que éramos los únicos de...