Capítulo 11

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Camila's POV

24 de septiembre de 1997

Aquellos días con Lauren habían pasado muy rápido, bastante rápido. Ni siquiera me había dado tiempo a recuperarme de las heridas, de los golpes, pero tenía que volver a casa si no quería que la policía anduviese buscándome por Miami. No quería volver a casa, no quería ni siquiera ver el lago en el que siempre me escapaba a leer en mis ratos libres.

-No le hables a extraños, ¿vale? –Lauren me señaló en la puerta de su casa con el dedo, frunciendo un poco el ceño.

-No me hables como si fuera una niña. –Le quité el dedo de mi cara y ella se echó a reír. A veces creía que la sonrisa de Lauren era lo más bonito del mundo, pero entonces la miraba a los ojos y esa idea cambiaba.

-Lo siento. –Susurró ella cogiendo mis manos, y sus dedos pasaron entre los míos, quedando así enlazados. Su madre estaba delante, así que, escondió las manos entre nosotras y me dio un beso en la mejilla. –Te quiero. –Susurró contra mi oído, de forma que sonreí encogiendo el hombro, porque me hacía cosquillas al notar su respiración.

-Y yo.. –Me separé de ella tras darle un tierno besito en la mejilla. –Adiós señora Jauregui, y gracias. –La mujer levantó la mano y se despidió de mí, al tiempo que yo salía de la casa de Lauren.

El camino en bus se hacía largo, bastante largo, pero por suerte llevaba el discman con las canciones de The Smiths, que siempre eran muy buen relajante, porque mi cuerpo era un manojo de nervios.

Bajé a la parada y miré mi casa, que estaba enfrente. Podía parecer que era un hogar acogedor, normal, feliz, pero para mí era el infierno. Mis piernas incluso temblaban al cruzar la carretera, y mis manos apretaban tanto el asa de la mochila que incluso mis nudillos se volvieron blancos. No, no quería volver allí, pero tenía que hacerlo. ¿Dónde iba a vivir si me iba? ¿Dónde iba a dormir? ¿O a ducharme? En ningún sitio.

Abrí la puerta de la entrada lentamente, y me daba miedo que notasen de la forma tan exagerada en la que temblaba, que intentaba disimular apretando las manos en la mochila.

-Hola, Camila. –Dijeron Jackson y Jamie jugando sentados en el suelo de la entrada. –Te echábamos de menos. –Terminó de decir Jamie.

-Y yo a vosotros.. –Susurré con la voz más apagada que podía tener.

Apareció por la puerta con una botella de whisky en la mano, y tragué saliva, porque borracho sus ideas eran aún peores aunque era más fácil desquitarse de él después. Podía sentir cada célula de mi cuerpo encogerse del miedo, y buscar una salida para irme de allí, pero mi mente estaba tan bloqueada que me quedé inmóvil en mitad del salón.

-¿Dónde coño has estado? –Le dio un trago a la botella acercándose al sofá. Era tan habitual verlo así que los niños ni siquiera se inmutaban.

-Trabajando. –Ellos me habían quitado el instituto aquél año, así tendría más tiempo para cuidar la casa en general.

-Tú no trabajas, eres una puta inútil. –No me dio tiempo a reaccionar, a poner las manos en la cara cuando su puño impactó con mi ojo y el pinchazo seguido de un dolor intenso me recorrió desde el ojo hasta la nuca, noté cómo mi cuerpo se tambaleaba, y caí en el sofá desplomada.

Todo estaba oscuro, y escuché las voces de Jackson y Jamie a lo lejos, hasta que me desperté. Al abrir mi ojo, veía totalmente borroso, y comencé a respirar bastante agitada. Me agobiaba, no podía ver, pero me había pasado tantas veces que sabía que volvería a ver al día siguiente.

-Vamos, Camila, tienes que hacernos la cena. –Los niños tiraban de mí, y a mí me dolía todo el cuerpo. Me levanté del sofá algo aturdida, con un dolor en la cabeza que me hacía querer tirarme al suelo y llorar de dolor.

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