Capítulo 14

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Lauren's POV

18 de octubre de 1997

Simplemente entraba a mi casa cuando creía que no había nadie, sólo para ducharme, lavar la ropa, coger mudas nuevas y todo a la velocidad de la luz, aunque Chris se quedaba con Camila en la habitación del hotel.

Tras darme una ducha y salir de esta con una muda nueva, metí algo de ropa en la mochila y me paré en la cocina. Tenía bastante hambre, así que cogí un sándwich de la nevera, y la verdad es que sí echaba de menos la comida de mi madre. Me relamí un poco quitándome algo de salsa del labio y suspiré tan pesadamente que me quedé en silencio un instante. Odiaba aquello, odiaba estar así. Sí, quería ayudar a Camila y sí, me encantaba hacerlo y verla feliz, pero aquella situación con mis padres me derrumbaba. Mi madre ni siquiera quería verme, y yo no quería verla a ella.

-¿Lauren? –La voz grave de mi padre bajó por la escalera, y rápidamente me tensé al verle.

-No quería molestaros, ya me voy. –Dije dejando el sándwich en el plato, colgándome la mochila al hombro.

-Cielo, no te vayas. –Se acercó a mí en la cocina y me paré, dejando la mochila de nuevo en el suelo.

-Sé que mamá y tú no queréis verme, ni queréis entenderlo. –Apreté la mandíbula mirándolo a los ojos, y luego retiré mi vista para desviarla hacia el jardín.

-Habla por tu madre, no hables por mí. –Respondió él. Rápidamente mis alarmas saltaron, rompiéndome todos los esquemas que me había hecho en la cabeza desde que hacía dos semanas decidí irme al hotel con la que esperaba, que fuese algo más que esa amiga a la que besaba.

-¿Qué? –Pregunté sin más.

-Te quiero, Lauren. Soy tu padre, y tú siempre vas a ser mi hija. –Sus manos tomaron mis mejillas y me miraron a los ojos. –Chris me contó todo lo que te había pasado con Luis. ¿Por qué no nos lo contaste? Lo habría matado. –Su rostro estaba enfadado, pero no, no era conmigo. –Prefiero que seas feliz con esa chica a que estés con un chico que te maltrata, o a que no estés feliz con nadie. Importas tú, ya está. –Mis ojos se pusieron vidriosos, y evité mirarlo porque estaban empezando a caer lágrimas de mis ojos hasta chocar con las manos que tenía en mis mejillas. –Tuve una hija para que fuese feliz, para ver cómo crecía y que me quisiese, no para verla con sus novios. A los que sinceramente me daban ganas de matar porque eres mi pequeña, y siempre lo serás. –Me abalancé a los brazos de mi padre, que me envolvió entre estos acariciándome el pelo con la mano. –Y, Chris me dijo que dejaste que ese tipo te pegase para que no fuese a por Camila, ¿no es así? –Asentí con los ojos cerrados mientras lloraba, porque aquél recuerdo me hacía sufrir demasiado. –No te sientas culpable, porque por tu madre habría hecho lo mismo.

Tras aquellos minutos abrazados, en los que él me trataba como si aún fuese su niña pequeña, me separé un poco intentando quitarme las lágrimas de los ojos.

-¿Cómo está Camila? –Preguntó él, sentándose frente a mí en la mesa con otro sándwich y sonreí un poco.

-Está bien, sólo... Ya sabes, tiene secuelas. –Me mordí la cara interior del labio. –Además, no se puede mover muy bien con la silla de ruedas, y todo es un lío.

-¿Qué tipo de secuelas? –Me preguntó mi padre mientras comía, y bajé la mirada al plato.

-Por ejemplo... Se despierta por las mañana a las seis y me dice que es para hacer el desayuno. O... Si levanto el brazo, agacha la cabeza. No habla mucho, ahora mismo no le gusta que la toquen, no puedes gritar a su lado porque... –Suspiré negando. Cuando alguien gritaba a su lado, se agachaba y se tapaba los oídos, y eso era algo a lo que jamás iba a acostumbrarme.

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