Quinto día. Fuera del diario II (primera parte)

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—Hey, Al —llama Jake desde la entrada principal de mi casa, con una voz triste —. Ya casi es hora.

     Me levanto del sillón después de hecharle una última mirada a esta casa. Lo único que extrañaré de este horrible lugar será mi habitación y algunos otros recuerdos con Nick, Riley y mi padre.

     Estuve ahí sentada en el sofá unos diez minutos, viendo cada mancha de sangre en la alfombra perfectamente blanca de mi madre. Es unos cuantos días este lugar apestará como la mierda misma. Que bueno que ya nos vamos de aquí.
     Camino hacia la entrada sin mucho ánimo. Y al salir atrapo a Riley entre mis brazos, evitando alguno de sus ataques sorpresa. La levanto lo más alto que puedo y ella ríe.

     —¿Cómo supiste que estaba ahí? —pregunta en cuanto la hube bajado.

     —No lo sé, creo que es porque siempre haces lo mismo cuando salimos de casa —la miro tiernamente y ella ríe de nuevo.

Mi madre mira desde lejos. Me mira con odio cada vez que hablo con Riley. Aún después de que salvé a su hijita de que le arrancaran la cabeza hace dos noches, ella sigue con su profundo odio hacia mí. Casi como si hubiera sido culpa mía todo lo que pasó ese día.

La veo acercarse en silencio y sin verme. Toma de la mano a Riley con suavidad y toda la ternura del mundo. Sujeto a Riley con la suficiente fuerza como para que mi madre sepa que no quiero que se aleje de mi, pero aún así la jala un poco.

     —Riley, ven aquí, te quiero decir algo —dice mi madre hincándose a la altura de mi hermanita.

     Riley me mira para que la suelte y lo hago. No tiene sentido no dejarla hacer nada. No es de mi pertenencia, sólo es mi hermana pequeña.

     —No quiero que estés tan cerca de tu hermana en estos momentos, ¿si? —ordena mi madre en murmuras a Riley, pero lo suficientemente alto como para que yo lo escuche. Lo hace intencionalmente.

     —¿Por qué? —pregunta Riley con una voz tan inocente que le derretiría el corazón a cualquiera.

     —No es bueno para ti. Además, se siente cansada y no quiere que le hablen —en cuanto mi madre le dice eso a mi hermana, bufo con fastidio. Odio cuando mi madre le dice a Riley que no se acerque a mí.

     «Como si fuera a convertirse en mi doble», digo en mi mente para evitar problemas. Porque lo que menos quiero ahora son problemas. Y justamente para evitarlos, me alejo de ahí hasta donde está mi motocicleta. ¿Tan mala así soy para mi madre?. Me pone triste saber que ella no me quiere, y saber que intentó abortar cuando estaba embarazada de mí me pone aún peor. Supongo que la única razón por la cual estoy aquí es por mi padre, él evitó casi cualquier tipo de daño que mi madre me hiciera. Lo único que él no pudo evitar fue esa discusión con Nick, que lo hizo irse de la casa. Ah.... estoy tan acostumbrada a esto que ya casi no siento nada.

Jake se me acerca a caminando como puede, lento y sin mover la espalda ni por un momento. Según la madre de Evelyn, la herida cerrará en unos tres o cuatro días —a la de mi ojo le falta poco para cerrar—, y por mientras tiene que aguantarse el dolor en la espalda sin ningún tipo de calmante. También nos dijo que las heridas se estaban cerrando bastante rápido, más de lo normal, por eso no e estamos suturas. Yo no le tomé importancia a eso. Jake me mira algo adolorido y me hace una seña extraña con los ojos que me indica que necesita algo de ayuda. Así que sólo me acerco a él y le ofrezco mi antebrazo.

Querido diario: esto es la tercera guerra mundialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora