- TYON 2 -

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El rey Tyon caminaba por los desiertos pasillos del castillo de Camino de Plata con rapidez a altas horas de la noche. Vestía una armadura plateada y una cota de malla de hierro. Una capa blanca le caía por la espalda, y una espada dorada colgaba de su cintura envainada. Tenía el rostro fiero y al mismo tiempo asustado. Sus ojos verdes centelleaban bajo la luz de la luna, y su corto pelo se movía impaciente con la llegada de aquella fría brisa. Tyon se dirigía a la Sala de Profecías del castillo de Camino de Plata: Maryn el Viejo, el vidente de Kailom, se encontraría allí. El Rey subió a paso rápido las escaleras de aquel alto torreón hasta llegar a la Sala de Profecías. Abrió la puerta de golpe y allí le encontró: el viejo vidente permanecía de pie, leyendo un gordo libro llamado Los Antiguos Poderes de Kailom. Cuando Tyon entró dentro y cerró la puerta, Maryn el Viejo alzó la vista y miró al rey de arriba a abajo.

-¿Estás seguro de que esta es la decisión adecuada? -preguntó el vidente.

Tyon lo había pensado durante horas y horas, y el tiempo se iba desvaneciendo. Huir en busca de nuevas tierras en las que poder vivir era casi tan arriesgado como buscar a la Bruja. Había pensado en su raza, en la extinción, en la desolación. Kailom desaparecería después de que los kruhns y los Magos del Azul aparecieran en las playas del sur. No podía dejar que un ejercito oscuro se hiciera con el reino en el que millones de humanos y criaturas habían vivido durante tantos años. El fin de todo lo que conocían y de lo que les quedaba por conocer se acercaba.

-Buscar a la Bruja es la única solución, Maryn. He de partir cuanto antes -dijo Tyon, apoyando sus manos en los hombros del vidente.

-Tu eres el rey, Tyon. Si crees que encontrar a esa Bruja es la solución, entonces vete cuanto antes.

Tyon apartó las manos del vejo vidente. Maryn parecía preocupado.

-Maryn, esta es la única oportunidad de salvar Kailom.

-Y también la única para acabar con la raza humana, Tyon -Maryn clavó sus rojos ojos en el Rey de Kailom- Tienes que pensar en el futuro de tu pueblo, en el futuro de toda una raza.

-Ya lo he hecho, Maryn. La decisión esta tomada.

    Maryn miró a su rey. Había visto crecer a Tyon desde que era un bebé. Ahora lo enviaba a morir a las montañas del norte en busca de una bruja asesina.

    -Tyon, por favor. Esa Bruja es un demonio. Nadie ha vuelto con vida. Debes de escucharme, por favor...

    -Maryn. Esto lo hago por Kailom y por todas las razas que vivimos en él. Debes comprenderlo.

    Maryn dejó caer una lágrima por su mejilla. Tyon se acercó a él y lo abrazó. El vidente lo abrazó también, llorando por su rey. Llorando por su amigo. Tyon lo miró unos segundos.

    -Te prometo que volveré. Siempre has sido como un padre para mí.

    Tyon abrió la puerta y salió de la Sala de Profecías. Maryn el Viejo se sentó en una silla cercana a él y rompió a llorar.

Tyon llegó a la Sala del Trono del castillo. En medio de la redonda sala de altos pilares de mármol se encontraban ocho caballeros reunidos, todos con resplandecientes armaduras negras y capas grises. Eran los ocho componentes de la Guardia del Rey, los hombres más fuertes y valientes de Kailom. Entre ellos se encontraba su capitán, Nard. Este se adelantó y dijo:

-Recibimos su mensaje, majestad.

-Partiremos ahora -dijo Tyon dirigiéndose a la salida del Castillo.

-¿Ahora? Es muy tarde, majestad.

-No hay tiempo, Nard. Debemos irnos.

Tyon abrió los grandes portones del castillo, cogió su caballo y mandó levantar el rastrillo. Dos grandes hombres tiraron de un timón anclado al suelo y el gran rastrillo de madera y hierro empezó a subir. La Guardia del Rey montó en sus caballos y siguieron a Tyon hasta la salida del castillo. Bajo ellos se encontraba la gran ciudad de Camino de Plata dormida y desierta. Solo un alma habitaba la calle principal: una mujer tirada en el suelo. Tyon tiró de las riendas y bajó corriendo hasta donde se encontraba la mujer. Desmontó de su caballo y se acercó a la mujer.

-¿Qué ocurre? ¿Estás bien?

La mujer miró al rey. Era una mujer guapa, pero llena de barro y de pequeñas ramitas. Estaba mojada, como si acabara de salir del agua. Estaba llorando.

-Mi rey, perdóneme... -dijo ella, intentando arrodillarse.

-¿Sentir? Anda, mujer, póngase en pie, por favor -dijo Tyon, ayudándola a ponerse en pie- ¿Cual es tu nombre?

-Soy Sylith, mujer de Ben. Mi marido no ha aparecido aún. Fue a Villaverde en busca de algo de comida y no volvió. Fui a buscarle pero... pero...

-¿Qué? ¿Qué ocurrió? -preguntó Tyon.

-Un hombre me cogió y me violó, mi señor... -Sylith rompió a llorar- Después me lanzó al Lago Gris.

-El Lago Gris está congelado -dijo Tyon, comprendiendo por qué Sylith estaba mojada.

-Intentaba matarme, mi señor. No quería que se lo contara a nadie.

-¿Cuál es su nombre? -preguntó Tyon.

-Groth. Es el mejor amigo de mi marido Ben.

-¿Por qué un amigo le haría esto a otro amigo? -Tyon la puso su capa por encima.

-No lo sé... -Sylith se acurrucó en la capa e intentó dejar de llorar- Disculpe, mi señor, debo seguir buscando a mi marido...

-Ni hablar. La llevaremos a su hogar, cogerá una pulmonía -Tyon llamó a su caballo y este se acercó a él- ¿Sabe dónde esta ahora ese desgraciado hijo de puta?

-Creo que se dirigía al burdel -contestó Sylith mientras era ayudada por Tyon a subir al caballo.

Tyon miró a Nard y le hizo una señal.

-Te espero en el Bosque de los Susurros, Nard.

El capitán de la Guardia del Rey montó en su caballo y se alejó con otros dos guardias. Tyon se montó en su caballo con Sylith a su espalda y emprendieron el camino hacia su casa.

RECUERDOS DE ESCARCHA - PRIMERA PARTE DE LA HISTORIA DE KAILOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora