- RASTH 6 - (FINAL)

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Rasth caminó con dificultad por la densa arena. Llevaban casi cincuenta y cinco minutos caminando hacia el Sur, y aún no se veía ninguna playa ni nada parecido. Caminaron y caminaron durante minutos que se hicieron interminables hasta que oyeron el chillido de una gaviota en la lejanía. Rasth, Frall y Lydia se miraron perplejos y, a pesar del cansancio que les invadía el cuerpo, corrieron por las llanuras desiertas del Sur. Poco a poco empezó a haber más vegetación, como hierba o algún pino marrón. Rasth respiró con alegría al notar la brisa marina recorriendo su cuerpo.

    Fue entonces cuando lo oyeron: el chapoteo de las olas cuando chocaban con las rocas de la orilla, las gaviotas chillando, el viento caliente recorriendo su cuerpo... Subieron por una colina verde y al llegar a la cima pudieron ver el mar, el azul e infinito mar. Unos acantilados de roca negra se alzaban sobre el mar, y una pequeña playa se extendía bajo sus pies. Había una manada de focas a lo lejos, jugueteando entre ellas y dando de comer pescado a sus crías. Las gaviotas revoloteaban en círculos, dejándose llevar por el aire caliente que las impulsaba hacia el cielo azul.

    -Es precioso... -dijo Frall con la boca abierta de asombro.

    -La playa es aquella -empezó a contar Lydia mientras señalaba una playa que había junto a los acantilados- Bajemos, el mapa dice exactamente dónde se encuentra...

    El grupo empezó a bajar con cuidado por el acantilado en el que se encontraban, que no era muy alto, y pronto llegaron a la playa. Caminaron por la blanca arena, fatigados por todo lo que había ocurrido en la cueva de las estirges, hasta que Lydia alzó la voz:

    -Debemos encontrar una roca con forma de tortuga. Si lo logramos, estaremos más cerca de encontrar la Piedra del Cangrejo...

    -Pues dividámonos. Si alguno de nosotros la encuentra, que de un grito -dijo Rasth mientras se ponía a andar hacia el agua cristalina.

Frall se dirigió a unas dunas cercanas y se internó en un bosque cercano. Lydia buscó por los acantilados, recorriendo cada inhóspito lugar de aquella preciosa costa. Rasth miraba todas las rocas que sobresalían en la superficie del agua, observándolas desde todas las perspectivas posibles, pero no veía ninguna con forma de tortuga.

    Cuando vio que por esa zona no había nada, se acercó a Lydia y le dijo:

    -¿Ves algo?

    Lydia dejó de contemplar una gran roca que se alzaba sobre ella y miró a Rasth:

    -Nada. Vayamos con Frall, puede que haya visto algo...

    Lydia y Rasth empezaron a dirigirse al bosque. Caminaban sobre los finos granos de arena de la playa cuando Rasth pisó algo muy duro bajo su pie. El pequeño grito que dio llamó la atención a Lydia y esta le preguntó lo que había pasado. Rasth se agachó y empezó a desenterrar la arena que yacía bajo sus pies. Entonces vieron la cabeza de una tortuga de piedra, blanca como la nieve del Norte y suave como los lobos.

    -Dios mío... ¡FRALL! ¡FRALL! -gritó Lydia con una gran sonrisa en su cara.

    En pocos segundos apareció el gordo muchacho saliendo del bosque y corriendo por la arena de la playa. Frall se situó junto a Rasth y gritó:

    -¡Desentiérrala! ¡Rápido!

    Rasth tiró de la piedra y la pesada tortuga salió de la arena. Era una tortuga marina, hecha con todo detalle: cada escama, cada trazo, cada parte de su cuerpo...

    -Hay algo escrito en su caparazón... -dijo Rasth mientras empezaba a leer- "Diez pasos hacia el océano has de dar, y la arena de la playa desenterrar"

RECUERDOS DE ESCARCHA - PRIMERA PARTE DE LA HISTORIA DE KAILOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora